La muestra iconográfica «Goya-Hellboy», disponible hasta el 31 de agosto en el edificio de Afundación, muestra el nexo entre Levallois y Goya, dos artistas separados por el tiempo
14 ago 2024 . Actualizado a las 14:23 h.El 14 de agosto a las 12.00 horas tenía lugar una visita guiada a la exposición Goya-Hellboy: una iconografía de monstruos por Stéphane Levallois, en el edificio de la Sede Afundación de A Coruña. El recorrido, que comprende las plantas -1 y 3, fue a manos de Asier Mensuro (profesor del máster de Educación y Cómic de la Universidad de Valencia), quien explicaba el punto de unión entre los dos artistas protagonistas: Goya y Levallois. Estos, pese a estar separados por siglos, encontraron en el arte una bonita convergencia, inmune al paso del tiempo.
Stéphane Levallois es un artista francés muy conocido por su trabajo en cine. En Hollywood lo llaman Mr. Monster, porque la mayoría de los monstruos más importantes del cine del siglo XXI son diseños suyos: los dementores de Harry Potter, los dinosaurios de as últimas películas, el King Kong y Godzilla del remake... Las casualidades quisieron que este autor conociera la obra de Goya, y se obsesionara con ella. Con la ayuda de Mensuro, la idea pudo salir adelante, traduciéndose, finalmente, en esta exposición.
Producida por Afundación, la muestra ha tenido (y va a tener) un recorrido más amplio que sus sedes en Galicia: a finales de 2023 visitó Pamplona, para después conocer Cáceres. En septiembre se inaugurará en San Sebastián, y continuará su periplo por otras localidades durante todo el próximo año 2025.
Antes de la pandemia, Stéphane visitó Madrid por motivos de trabajo. Coincidía que, por esas fechas, el Museo del Prado celebraba los 200 años de Goya, y el francés decidió ir a conocer de primera mano la obra del español. Acompañado de Mensuro, Levallois se sumergió de lleno en las pinturas. «Estuvo 5 horas 45 minutos. De hecho, perdió el avión de vuelta a París. Porque, ¿qué es más importante que el arte?», comentaba Mensuro. Tras su regreso a la capital francesa, Stéphane le confesó a Asier que «por tu culpa tengo a Goya entre ceja y ceja, y quiero hacer algo con esto». Dicho esto, se pusieron manos a la obra.
Lo cierto, confiesa Mensuro, es que el proceso fue «a tirones». El primer tirón consistió en que Levallois, con libros de su casa, iba viendo los cuadros de Goya, inspirándose y haciendo versiones. Siendo esta fuente de inspiración insuficiente, decidió volver a España para ver con sus propios ojos lo que estaba intentando reproducir. «Porque, por muy buena que sean las copias, estamos de acuerdo en que la sensación de ver la obra en persona es incomparable», comentaba Asier en la visita, precisamente con estos bocetos primigenios de fondo.
Sin embargo, «a esta exposición le faltaba algo», dijo Mensuro. «Stéphane es el gran artista de los monstruos del cine XXI, y Goya de los grandes iconógrafos de monstruos del siglo XIX... Pero hay mucho trecho entre el XIX y el XXI, había que tender un puente. Y ese puente era un monstruo que debía tener aura de cómic y de cine, pero también goyesco: Hellboy». Una vez esta idea tomó forma, Stéphane empezó a hacer incontables bocetos del personaje para familiarizarse con él. De hecho, podemos ver esta progresión en las muestras expuestas. «Sin ser infiel al original, lo hace suyo», dice Asier. La técnica empleada para estos bocetos era óleo diluido y carboncillo sobre papel. Los trazos, muy libres y sueltos, tienen apariencia de sketch. Una curiosidad que compartió Asier en la visita fue que Levallois, antes de pintar sobre un lienzo, y tras embadurnarlo en cola, lo dobla muchas veces y lo pone debajo de una alfombra. Después de pisotearlo durante tres semanas, considera que las dobleces ya son permanentes, indispensables para esa parte de fortuito que él busca.
Stéphane ve en Goya ese nacimiento de la modernidad, «esa idea de adelantarse al expresionismo, esa pintura gestual», explicaba Mensuro. «Levallois decía que el rostro de Hellboy es alucinante porque es un rostro en que todo está mal: es rojo, con ojos amarillos sin pupila, nariz muy corta y chata, una distancia entre nariz y labio superior inmensa, con cuernos... En este rostro donde no hay armonía, el resultado es el príncipe del infierno. Eso es lo que fascinó a Stéphan del personaje. Es el Hellboy de Stéphane».