Sonia Molero, sumiller: «La "godellitis" nos está invadiendo. No concibo un verano sin vino de Rías Baixas»
A CORUÑA CIUDAD
Con su proyecto, Uve Positivo, intenta divulgar y promover la cultura del vino y asegura que «beber vino y hacer deporte es compatible»
25 ago 2024 . Actualizado a las 12:12 h.Fueron las vicisitudes propias y caprichosas que tiene la vida las que hicieron que Sonia Molero (Tarrasa, 1979) dejase atrás tierras catalanas para acabar instalándose en A Coruña en el 2015 y haciendo de su afición al vino su profesión. «Estudié Turismo y durante diez años me dediqué a organizar congresos, sobre todo médicos. La empresa me pagaba cursos de cata y ahí se me despertó el gusanillo por este mundo», explica con una emoción casi contagiosa la sumiller al frente de Uve Positivo, un proyecto personal que nació en el 2016 y con el que intenta divulgar y promover la cultura del vino. Se formó en la Escuela Española de Cata de Madrid, amplió y certificó sus conocimientos con el nivel 3 en la Wine and Spirits Education Trust (WSET) de Londres y terminó por empaparse en La Tavina, todo un referente de los caldos de la logroñesa calle Laurel. «No es un mundo que esté reglado. En Galicia si quieres estudiar tienes el Instituto Galego do Viño (Ingavi), por ejemplo, pero para certificar ese conocimiento a nivel internacional necesitas el WSET», precisa.
Detectó que había una serie de carencias en el sector que afectaban a bodegas, restaurantes, distribuidores y clientes particulares y se propuso suplirlas a través del asesoramiento personal. «La figura del sumiller se asocia a restaurantes con estrella Michelin y quise sacarla de ahí. Echar una mano a locales más modestos para hacer una selección de vinos acorde a su carta, que cuente algo de su historia y que vaya en línea con su comida», esgrime esta tarrasense de Monte Alto.
Nado, Millo, 55 Pasos, Grupo Peculiar, Malte, La Barbería… son algunos de los locales que han recurrido o recurren a ella. «La mayoría ahora ya vuelan solos. En la primera carta de Nado metimos un vino de Betanzos y la gente se reía. Había cierto rechazo y, sin embargo, ahora los encuentras en muchos sitios. Se nos llena la boca con el producto de proximidad: chipirón de la ría, merluza de Celeiro, patata de Coristanco… ¿cómo no vamos a tener un vino de Betanzos?», reflexiona Molero, férrea defensora y especialista en vinos naturales, los caldos que tienen una mínima intervención tanto en el viñedo como en la bodega y a los que no se les añade ninguna sustancia química, y de los que asegura con firmeza que «no son una moda pasajera, es un paso más en la sostenibilidad y el respeto al territorio y al cuerpo».
Con el calor de agosto apretando, no elude meterse en un charco para hablar de sus preferencias de la época estival. «La godellitis nos está invadiendo. No concibo un verano sin vino de Rías Baixas. El verano es frescura y acidez, y los vinos de allí, con o sin burbujas, son perfectos. Son frescos, fáciles y al día siguiente no te va a doler mucho la cabeza», sostiene entre risas. De su última resaca, casi ni se acuerda: «Fue hace tiempo. Bajé a Jaleo a tomar un vino y cayeron unos cuantos. No soy la sumiller típica. Quiero romper un poco ese papel antiguo de la profesión. No hace falta beber mucho para ser un buen profesional».
Tiempo libre
Consultorías, visitas a bodegas, catas, exportaciones, ventas, organización de eventos, formaciones, divulgaciones… Su día a día es un no parar. El poco tiempo libre del que dispone lo llena con el deporte. «Corro mucho desde hace seis años. El año pasado hice tres medias maratones y un montón de carreras de 10 y 15 kilómetros y también trails de montaña. Este año hice mi primera maratón en Barcelona. Beber vino y hacer deporte es compatible, pero desde que corro mucho, bebo poco», comenta esta mujer a la que el vino le corre por las venas.
Asegura que en los últimos años ha «subido mucho» el nivel de conocimiento del vino de los coruñeses. «Ahora el consumidor es más exigente. Cada vez más, el bebedor coruñés está reclamando ciertos tipos de vino y la ciudad está respondiendo», asevera. Y nos descubre una joya de la zona: «Objetivamente, los vinos de Ribeiras de Armea, en Betanzos, tienen una enorme calidad. José Beade es un genio y todo lo que toca, tanto en blancos como en tintos, lo convierte en oro».