Julen Bergantiños: «Es una falta de respeto a nuestro trabajo y también a otros clientes»
A CORUÑA CIUDAD
El sábado pasado, en el restaurante Islares de Bilbao, un cliente que tenía reservada una mesa para cinco perdonas no acudió y avisó fuera de plazo. El chef Julen Bergantiños, de ascendencia gallega y dueño del restaurante, tomó una decisión que llevaba a cabo por primera vez: cobrar la penalización prevista en su política de cancelaciones por avisar fuera de plazo.
El cocinero expresó su malestar en la red social X, logrando una gran repercusión. «Es la primera vez que nos vemos obligados a cobrar una cancelación de reserva», explica. «La semana pasada hicimos dos años y desde el día uno que abrimos tenemos la política de cancelación, donde la gente introduce su tarjeta de crédito pero no tiene que dejar fianza. Si deciden no venir y cancelan a última hora, es cuando se les cobra», añade.
Hay ocasiones en las que, desde el restaurante, aceptan las explicaciones de los clientes: «Hay gente que llama y dice: «Me pasa esto, ¿puedo pasarlo a otro día?» No hay problema. Pero también hay gente que dice: «Se me ha muerto un caracol» ¿Qué le vas a hacer? Intentamos ser lo más empáticos posible».
En este caso, la cancelación fue de una mesa de cinco comensales, en un local con unas cinco mesas disponibles. Días después, esa persona llamó al restaurante para quejarse de que se le cobrara la cancelación «diciendo que, de haberlo sabido, habría venido. Es una falta de respeto a nuestro trabajo y a otros clientes».
Bergantiños apunta que «la pena es que por este tipo de personas cobran muchos». A lo largo de sus casi 20 años de carrera, el chef se ha enfrentado en muchas ocasiones a los no show que, considera, «son cada vez menos gracias a estas políticas. Hace diez años, no se pedía la tarjeta para reservar y entonces la gente cancelaba, no aparecía o reservaba en cinco sitios a la vez y luego decidía a cuál ir. Por ejemplo, yo voy mucho a A Coruña y es habitual quedar con los amigos a comer y antes ir por la rúa a tomar los vinos. Te lías y al final te olvidas del restaurante pensando que ni se están acordando de ti. Pero no es así y es un fastidio enorme».
«Todos somos humanos y puedes tener un imprevisto, pero que menos que avisar y pedir disculpas», resume. También reconoce que en el sector cada vez se atreven más a cobrar cuando no se avisa de una cancelación. «En hostelería nos quejamos por todo, pero también vamos con miedo a perder clientes. Cada vez hay menos miedo y se solicita más la tarjeta para hacer reservas. Es cuestión de educación por ambas partes».