Día 2 y último del Morriña Fest en A Coruña: siete horas de espera con la Nancy de Aitana en brazos
A CORUÑA CIUDAD
Una legión de fanes se posicionaron impacientes desde primera hora de la tarde para ver a la cantante, que dio la sorpresa al subir al escenario a la actriz Blanca Suárez para bailar «Las babys»
28 jul 2024 . Actualizado a las 08:10 h.La ilusión de Ana es conseguir darle un regalo a su ídolo, Aitana. Lo cuenta este sábado en el muelle de Batería de A Coruña con la Nancy de la artista en brazos y su último disco, Alpha. Faltan todavía siete horas para que la triunfita más esperada del Morriña Fest salga al escenario. Cerca, otra viguesa asegura que, aunque esta vez no le ha hecho falta, estaría dispuesta a gastar hasta 400 euros por no perderse su espectáculo. Es una de sus fieles desde su paso por la academia de Operación Triunfo, en el 2017, y su disco favorito es 11 Razones. La purpurina brilla en los rostros del fandom de Aitana casi tanto como la ilusión de verla en primera fila. Pese a parecer una pasarela de moda, en la cola para acceder al recinto abunda el calzado cómodo, para poder disfrutar y bailar hasta el final. Tampoco faltan las pieles quemadas por horas de espera al sol.
Toni Seijas arrancó la segunda jornada del festival coruñés con pegadizos ritmos latinos frente a un público entregado que coreaba con pasión las letras animadas. «¡Vamos Morriña, nos espera una tarde cojonuda!», animó el DJ. Detrás de la mesa de mezclas, él mismo era incapaz de resistirse a las melodías. Cuando sonó She don't give a fo, de Duki, bajó el sonido a cero para ser recibido por miles de voces coreando «sabe que la quiero pero she don't give a fo». Con humor, Seijas agradeció el entusiasmo de la concurrencia «aunque hagáis como mi hija, que viene a ver a Aitana, y de paso me viene a ver a mí». Canciones de la colombiana Karol G o del canario Quevedo también sonaron en la actuación de Toni Seijas. Los más flexibles bailaron El Limbo cuando pinchó el tema de Daddy Yankee. Y el público enloqueció definitivamente cuando el DJ se puso la nueva camiseta del Deportivo.
En contraposición a la música sintética de Seijas, el siguiente artista en actuar en el escenario principal del Morriña, Trashi, apostó por instrumentos en vivo. La batería pegadiza de la banda consiguió reunir a aún más público, que empezaba a llenar todo el espacio del muelle. El vocalista, tras cantar un par de temas, fue presentando a todos los miembros de la banda. «¿Cómo estamos A Coruña? Nosotros somos Trashi, y hemos venido a pasar un buen rato todas y todos juntos», dijo tras excusar la ausencia de Íñigo Quintero. Bromeó comentando «después, si queréis, cantamos "que no sé adónde voy», para hacer reír a la audiencia.
Tras los seguidores de Trashi se camuflaban también fanes de Aitana, que confiesan que acuden a las actuaciones previas a la de la triunfita «para matar el rato, ya que pagamos y estamos aquí...». En los ratos muertos, grupos de chicas, en su mayoría, comentan ilusionadas que compraron la entrada únicamente por la de Llobregat. Con el límite económico en 60 euros, unas tiraron de otras para no perderse a la cantante. Es una pandilla comprometida: «Queremos acallar las críticas machistas que surgieron a raíz de Alpha», dicen del último lanzamiento de la más esperada del día.
Dei V subió el nivel a las 19:45 con su equipo de cuatro bailarinas. «¡Venga Galicia, el coro bien duro!», animó. Lo único que se veía eran manos al aire, subiendo y bajando al ritmo. Tras una parada en la música por fallos técnicos, que el artista rellenó pidiendo aplausos, la gente se puso a corear su nombre. Mientras el equipo técnico intentaba arreglar el problema, Dei V bajó a nivel del foso, donde cientos de manos ilusionadas intentaban llegar hasta él. «Demos un momentito, que estas cosas pasan, en nada vamos a romperla», aclaró.
Las letras del puertorriqueño, explícitas, elevaron la temperatura. Cada vez es más difícil distinguir a los fanes de Aitana, pero los más fieles destacan entre el público por sus camisetas de Alpha.
Dollar Selmouni aportó un aire más flamenco a las 20.25 horas en el escenario A Coruña. El artista, que nació en la cárcel mientras su madre cumplía condena, conectó con el público gracias a sus letras, escritas como un cántico a la libertad. «Es un placer estar con ustedes. Para quien no me conozca soy Dollar Selmouni, y por un rato vamos a cortar el autotune y vamos a disfrutar de los pogos que queramos», se presentó.«Te lo juro por mi raza, nadie sabe lo que pasa», cantaba. Pero lo que pasó fue que su público, pequeño pero leal, se sabía todas sus canciones.
Fiestas aparte, tanto el punto violeta como el de atención sanitaria estaban, a su manera, también en primera fila. Después de Feijóo en el primer día del festival, fue el turno del concejal de Fomento y Promoción de la ciudad, Gonzalo Castro, quien rondaba el recinto.
Los padres, resignados, cargan con las mochilas de sus hijas, estampadas con la cara de Aitana. Esperando p
ara la actuación de Yandel, a las 21.15, las pantallas gigantes proyectan a seguidores de la cantante, que sujetan móviles que rezan en sus pantallas: «Aitana, súbeme a las babys». El orgullo, pese a haber acabado el Atlantic, encontró su hueco de mano de una pareja gay besándose ante las cámaras. Poco después, el sol se ponía en A Coruña bajo el ritmo de Dembow y Reggaeton con Yandel ya sobre el escenario. Vaso en mano, los asistentes sacaban las penas de su cuerpo con bailes sentidos e improvisados. Por una vez, los cantos de las gaviotas quedaron totalmente eclipsados por los de los coruñeses y coruñesas.
Malmö 040, pese a correr el riesgo de quedar deslucidos por ser justo los precedentes de Aitana, demostraron su valía desde las diez y cuarto de la noche ante una audiencia joven y apasionada. Los barceloneses presentaron su último disco Los Cobardes Viven Siempre. Las manos, ensortijadas con la pulsera del festival, asomaban siguiendo el ritmo por encima de la valla de contención. «Somos Malmö 040, venimos de Barcelona y esperemos que lo disfrutéis tanto como lo estamos haciendo nosotros», anunciaron.
En los minutos previos a la actuación más esperada de la noche, el paso es totalmente impracticable. Ahora sí, decenas de carteles ondean al aire pidiendo a Aitana que toque sus canciones más sonadas. Las ovaciones son ensordecedoras antes incluso de que la artista salga al escenario. Cada mínimo movimiento sobre la pista es recibida con agitación y con comentarios nerviosos entre los grupos de amigos, impacientes por ver a su cantante favorita. Una cuenta atrás desde 10 vaticina la llegada de la ex concursante de OT. Unas luces verdiazules deslumbran mientras unas notas electrónicas preparan el ambiente. Una Aitana con top blanco y shorts negros hace su aparición estelar no cantando, sino bailando. Los Ángeles es el tema que abre esta cita única. El baile del tema, ampliamente conocido por TikTok, es el único movimiento rítmico que se ve entre la masa entregada. Extraños siguió convirtiendo el concierto en una discoteca.