Ya no hay rincones secretos que descubrir: todos tienen su propio rincón en Instagram o en TikTok
03 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.A finales de los ochenta, Lawrence Kasdan rodó una película estupenda, El turista accidental, en la que William Hurt se convertía en un señor aburridísimo que escribía unas guías de viajes aún más aburridas para aquellas personas a las que no les gustaba nada viajar, pero que tenían que hacerlo. Por trabajo, sobre todo. Turistas accidentales que dan título a la película y que dudo que hoy tuvieran sitio en esta ciudad. O en cualquiera: con la cantidad de turistas nada accidentales que colonizan cada destino, ¿qué hacen aquellos que no quieren hacer turismo? ¿Se sientan en una mesa del vestíbulo de su hotel, como Hae Sung en Vidas pasadas, a esperar que pare de llover o que comience su reunión?
Descubro que un precioso edificio que rehabilitaron el año pasado a una manzana de mi casa no es una vivienda, sino un establecimiento turístico. No es un hotel, ni una pensión, tal vez un turista accidental que quiera sentirse como en casa podría dormir allí. Delante de la puerta hay un grupo de chicas que no parecen haber caído aquí por accidente. Seguro que tienen un mapa en su teléfono con todos los rincones secretos de la ciudad por descubrir. Aunque ellas saben, como cualquiera de nosotros cuando viajamos, que ya no hay rincones secretos que descubrir: todos tienen su propio rincón en Instagram o en TikTok, plagadas de guías para descubrir los locales de la ciudad que solo los coruñeses disfrutan. Las mismas que busco yo cuando viajo, no vaya a ser que me sume a la masa que hace cola para hacerse la misma foto. Esas chicas, yo, todos, estamos en la misma burbuja turística, nada accidental. Otra más de las muchas burbujas consumistas que abrazamos con alegría... hasta que nos sobran los turistas en nuestra propia calle.