«Nuestro amor no daña; tu odio, sí»

M. CARNEIRO A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

Eduardo Pérez

El Orgullo huye de la frivolidad y reclama «educación, respeto y paz»

29 jun 2024 . Actualizado a las 22:58 h.

El Orgullo nació el 28 de junio de 1969 de una redada contra homosexuales y transgéneros en la discoteca Stonewall de Manhattan. Llegó a España en 1977 por Barcelona —la manifestación se disolvió con la misma violencia con la que había cargado la policía en el Village neoyorquino—. Y en los 47 años siguientes, excitada por las duras pero imparables conquistas, la jornada fue atenuando la reivindicación para entregarse a la fiesta, la exaltación y el homenaje. Así llegó al 2024 el cuarto país más avanzado de Europa en derechos LGTB, según el Rainbow Map del ILGA. Algo manipulado, según los discursos, pero avizor siempre. «Os Orgullos non poden ser organizados desde as concellerías de Turismo. Porque as nosas vidas non son unha oportunidade de negocio e os nosos dereitos non poden ser comercializados. A nosa comunidade merece respecto e dignidade», alertó Lu en la lectura del manifiesto que cerró la marcha en María Pita. «Mentres algúns pretenden relacionarnos con festa e alcohol, a realidade que vivimos desde as entidades non ten nada de festiva, atendendo cada día a persoas e desenvolvendo proxectos cunha limitación de recursos que cada día fai más difícil manter o noso labor con dignidade», añadió.

Cerca de 1.400 personas, según la Policía Local, y una quincena de colectivos —encabezados por Alas, Arelas, Casco, Corufest, Les Coruña y Fundación 26 de diciembre— se encontraron en la plaza. El lema llamaba a la educación, el respeto y la paz. «¡Que vayan en pos de la libertad! ¡Es lo más grande que puede conseguir un ser humano!», proclamó Juana Ortiz, 84 años, tejedora textil, troskista y grandísima lectora. «Sí, sí, yo tuve una novia ocho años en Buenos Aires. Después me casé con un hombre y tuve a mi hija. Yo fui una campeona», celebró entre risas antes de arrancarse a cantar. «Si vas a París, papá, no comas lenguas de gato, ni vayas al cabaré, si quieres pasar el rato...»

La memoria

Con 86 años también Pilar Fariña, última de una familia de nueve hermanos, bajó al Orgullo con su hija para honrar a su hermano Pepe, homosexual del 36, encarcelado en la prisión de la Torre y fallecido hace décadas. «Tuvo que vivir fingiendo lo que no era o, peor aún, renegando de lo que era. Le encantaba el carnaval», cuenta su sobrina.

En el 2024, «a todos os armarios, chisqueiro e gasolina», corearon. «Nuestro amor no daña, tu odio sí», aireó una pancarta. «El Orgullo es más necesario que nunca. La gente cada vez nos odia más y cada vez se atreve más. Ni fiesta, ni copas, ni tacones, ni condones. Reivindicamos la necesidad de vivir en paz como todo el mundo. Y no pedimos tolerancia, eso implica pedir permiso. Pedimos respeto», afirmó Eugenio Gómez.

La presidenta de Alas, Ana G. Fernández, aludió a las recientes elecciones europeas. «El auge de la ultraderecha ha puesto en evidencia que los bulos, el ruido y la desinformación han calado. Y ese discurso se traduce en violencia en las calles, física, verbal e institucional», apuntó.

Contra la involución, la marcha —«Non desfilamos, nos manifestamos», corrigieron a voces— defendió «que nos centros educativos se traballe para eliminar e cuestionar os discursos de odio, se elimine o pin parental, se forme a toda a comunidade para ter centros seguros e libres e se creen unidades de atención á diversidade». Y ojo al pinkwashing, alertó Max Suárez, al lavado de imagen rosa, al márketing. El Orgullo, más allá de junio.