Cierre modificado, sabor a despedida

Hugo Álvarez Domínguez A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

Imagen de archivo de Dima Slobodeniouk dirigiendo a la OSG.
Imagen de archivo de Dima Slobodeniouk dirigiendo a la OSG. MIGUEL MIRAMONTES

La OSG cerró su ciclo con el regreso de Dima Slobodeniouk y un cambio de programa que giró hacia suites más populares

15 jun 2024 . Actualizado a las 18:05 h.

 La Orquesta Sinfónica de Galicia cerró ciclo en el Palacio de la Ópera de A Coruña con el regreso de Dima Slobodeniouk para un programa modificado sin previo aviso. A comienzo de temporada se anunciaba en la primera parte de este concierto la Sinfonía de los salmos, de Stravisnki (que requiere coro y una plantilla orquestal muy particular) pero, sin explicación, se cambió por las dos suites de Peer Gynt, de Grieg. Al margen de lo cuestionable de ofrecer suites y no obras completas en temporada de abono (sin entrar en lo manido de estas melodías), sorprende que un cambio así no se argumente debidamente.

Difícil hacer algo fresco y novedoso con música tan trillada que no plantea dificultades a la orquesta. La lectura de Slobodeniouk funcionó sin sobresaltos. Destacaron la intimidad de La muerte de Ase, por tempo y clima; la buena progresión de En la gruta del rey de la montaña; el equilibrio de la Danza arábiga o la ductilidad de la cuerda en una Canción de Solveig despojada de la soprano prevista si la obra se tocase completa. A la Tempestad le faltó fuerza. El público, encantado de encontrar tanta música tan popular.

En la Quinta de Sibelius, Slobodeniouk encontró la justa temperatura, diferenciando los planos (equilibró metales y cuerdas en el vibrante final del primer movimiento) y remarcando el lirismo del segundo movimiento desde una impecable cuerda en pizzicato. El final arrancó ágil, jugando con la progresión dinámica de la cuerda y elevando el potencial melódico de la sección central en un tutti envolvente que mostró sintonía entre el conjunto: lo mejor de la noche. La mayor baza del maestro estuvo en armar el entramado melódico con coherencia. Si faltó pasión (lejos de la fogosa Segunda del mismo autor que Jaime Martín dirigió aquí en febrero) no se puede negar que el cerebral Sibelius de Slobodeniouk funciona. 

El público aclamó a orquesta y director en un final de temporada que pudo ser más ambicioso. Slobodeniouk no estará en el Palacio la próxima temporada; pero se le espera a finales de 2025. Con todo, la ovación tuvo cierto sabor a despedida.