La Academia de Ciencias premia a investigadores de la UDC por crear sistemas de refrigeración y calefacción más ecológicos
A CORUÑA CIUDAD

El equipo dirigido por María Antonia Señarís ya ha protegido con una patente algunos de los materiales desarrollados por el CICa y la Escuela de Náutica
10 jun 2024 . Actualizado a las 10:48 h.Un equipo de investigadores de la Universidade da Coruña acaba de ser reconocido por la Real Academia Gallega de Ciencias (RAGC), que acaba de fallar, con la colaboración de la Axencia Galega de Innovación (Gain), los Premios a la Transferencia de Tecnología en Galicia 2024. A los galardones, destinados a reconocer trabajos de investigación aplicada y casos de éxito en transferencia de conocimiento, se presentaron en esta décima edición un total de 30 propuestas para las dos categorías del certamen. Los dos trabajos distinguidos recibirán un premio de 5.000 euros cada uno, en un acto que se celebrará el 19 de junio, a las 19.00 horas en el Pazo de San Roque de Santiago de Compostela.
El Premio Francisco Guitián Ojea a un trabajo de investigación aplicada reconoce la creación de una tecnología aun no transferida y de la que se deriven «claras aplicaciones para el desarrollo socioeconómico de Galicia». Recayó en el proyecto de desarrollo de nuevos materiales y tecnologías en estado sólido para sistemas de refrigeración y calefacción más seguros, eficientes y sostenibles. Es un proyecto de investigadores del Centro Interdisciplinar de Química y Biología y de la Escuela Técnica Superior de Náutica y Máquinas de la UDC, liderados por María Antonia Señarís en A Coruña.
Tal como destaca el equipo, «la evidente aceleración del cambio climático y la crisis energética actual urgen la descarbonización de sectores como el de la calefacción, refrigeración, ventilación y aire acondicionado; que en la actualidad contribuye a más del 8 % de la emisión de gases de efecto invernadero y representa en torno al 20 % del consumo de energía eléctrica mundial. Los sistemas de refrigeración comercial más extendidos se basan en la compresión de vapor de gases refrigerantes, en su mayoría compuestos fluorados con potenciales de calentamiento global muy grandes. Por eso, otros refrigerantes como hidrocarburos, amoníaco o el dióxido de carbono se proponen como alternativas más ecológicas; aunque los hidrocarburos son compuestos inflamables estrictamente controlados y el amoníaco es una sustancia tóxica y corrosiva».
Los investigadores explican que «en este contexto, cobra mucho interés el desarrollo de nuevos sistemas que empleen refrigerantes sólidos en vez de fluidos, que no pueden escapar a la atmósfera y, por tanto, eliminan las emisiones directas de gases de efecto invernadero. Además, son más fáciles y seguros de transportar y manipular, más sencillos de recuperar y reutilizar, al ser más compactos ahorran espacio en las instalaciones y durante el transporte, y mejoran la eficiencia energética de los dispositivos resultantes». Algunos de estos materiales desarrollados por el equipo ya están protegidos por una patente.
Los miembros del grupo destacan que, en el caso de Galicia, la refrigeración y la calefacción son especialmente relevantes en sectores estratégicos como la industria alimentaria, el transporte y la movilidad sostenible, aeroespacial, infraestructuras basadas en energías sostenibles como las turbinas eólicas, el sistema sanitario, la industria naval, la textil, hasta la cultura y el ocio. «He ahí la necesidad imperiosa de desarrollar nuevas tecnologías de refrigeración alternativas que sean económicamente accesibles, energéticamente eficientes y respetuosas con el medio. En este sentido, nuestra tecnología puede impactar muy positivamente en ámbitos prioritarios como la alimentación humana saludable y funcional, medicina y salud, y el desarrollo de textiles inteligentes», agregan.
Además, el equipo ideó un dispositivo capaz de aprovechar la presión de las pisadas al caminar para transformar esa fuerza en efectos de refrigeración y calentamiento, «lo que resulta muy interesante para diseñar suelos autorefrigerantes con las pisadas de las personas, zapatillas para mejorar el confort térmico personal y el rendimiento deportivo, o pantallas táctiles para enfriar los dispositivos electrónicos», apuntan.
Por su parte, el Premio Fernando Calvet Prats a un caso de éxito de transferencia de tecnología fue para el Grupo de Biotecnología Ambiental del Cretus (Centro Interdisciplinar de Investigación en Tecnologías Ambientales) y de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de la Universidade de Santiago. El equipo, coordinado por Juan Manuel Garrido, y en el que también participó Dafne Crutchik, profesora de la Universidad Adolfo Ibáñez de Santiago de Chile, desarrolló un procedimiento para la recuperación de fósforo en aguas residuales. El investigador destaca que «la legislación obliga a eliminarlo en las estaciones depuradoras, pero es posible recuperarlo y reutilizarlo como sustancia útil. Dentro de los componentes del fósforo destaca la estruvita, con elevado poder fertilizante para la agricultura».
Según los datos aportados por los investigadores, la UE solo produce el 1 % de roca fosfática, un recurso no renovable extraído de explotaciones mineras y considerado estratégico, teniendo que importar una buena parte del fosfato que se utiliza para la producción de fertilizantes en agricultura, aditivos para alimentación animal o productos químicos. «Un 86% de este recurso se emplea para la fabricación de fertilizantes para la agricultura. Por este motivo la recuperación de estruvita de las EDAR ayudaría a reducir la dependencia de la UE de recursos externos, aumentando la circularidad del proceso de depuración», destacan.
Esta novedosa tecnología, protegida por una patente española y otra europea, se transfirió a la empresa española Aqualia, la cuarta en Europa y novena del mundo en el sector del agua. La compañía, que gestiona diversas estaciones depuradoras de aguas residuales en todo el país, implantó esta tecnología en la EDAR de Guillarei (Tui, Pontevedra) y en la de Jerez de la Frontera (Cádiz), donde se pusieron en marcha sendas plantas de recuperación de fosfatos. El responsable de la delegación Norte de Aqualia, José Ramón Vázquez, señala que «apostamos por procesos que mejoren la eficiencia en la gestión del agua y esta es una tecnología con mucho potencial, teniendo en cuenta además que muchos países ya obligan a recuperar el fósforo de las aguas residuales y que la UE permite comercializar la estruvita. Solucionamos un problema en las depuradoras, mejoramos la calidad del agua y, además, desarrollamos un producto de gran utilidad para el campo». Explica que para fomentar la precipitación de estruvita se usa un subproducto de bajo coste producido en Galicia por la empresa Magnesitas de Rubián (O Incio, Lugo). «Esto permite reducir notablemente los costes asociados al uso de reactivos químicos para la precipitación de estruvita, toda vez que en España solo hay dos productores de óxidos de magnesio de calidad industrial y muy pocos en la UE», indica.