
Tercera generación de una familia hostelera, regenta un local en los Olmos, Efímero, que cada mes estrena una hamburguesa creada por un cocinero reputado
13 may 2024 . Actualizado a las 23:47 h.Su vida es la hostelería. «Nací un 2 de enero y el día 5 por la noche ya estaba en el restaurante de la familia en un moisés. Llevo chupando humo de cocina 50 años», asegura Francisco Naya Martín, coruñés de Meicende. Su medio siglo de vida lo pasó entre A Coruña y Madrid. En el 2019 abrió el Capela en Arteixo, que cerró en julio pasado, y ahora regenta la hamburguesería Efímero en la calle de los Olmos. «El restaurante funcionaba muy bien y eso que el tique medio era de 60 euros. Trabajábamos mucho pero no ganábamos dinero. Esto es distinto, pero está teniendo éxito, tenemos que hacer dos turnos los fines de semana y ya hay gente que está esperando por la nueva propuesta mensual», destaca. El secreto de su negocio es que cada mes estrena una hamburguesa diferente creada por un cocinero destacado. «Ellos la diseñan, eligen los ingredientes e incluso nos indican el nombre de sus proveedores y yo les compro. La próxima invitada va a ser Lucía Freitas con una burger de buey que saldrá en torno a 17 o 18 euros con patata frita casera. En octubre vamos a sorprender con una hamburguesa con cruasán que nos va a hacer Pablo Morales de Habaziro. Va a ser una pasada», avanza Fran. Tiene 4 hijos de 26, 24, 20 y 19 años que siempre le dicen que es «muy intenso». Los chavales tienen razón, no para.
Los recuerdos del Orzán
En 1958 sus abuelos abrieron en Madrid el restaurante Orzán en la calle Paseo de Extremadura. «Por allí pasó el Rey y el Papa. Tenía muy buen producto gallego. Estaba fuera del círculo central de Madrid pero iba gente igual. Trabajó durante 54 años, hasta que mi padre se jubiló en el 2012 y lo cerró», recuerda Fran, tercera generación hostelera de la familia. «Tengo un hijo que está trabajando conmigo, pero no sé si seguirá la tradición», apunta este hombre inquieto que estuvo diez años en Mercamadrid vendiendo pescado a hostelería. «Me arruiné por aceptar pagarés y después salí adelante con un mercado gastronómico cerca del estadio del Rayo Vallecano», relata de su periplo madrileño. Ahora está contento con los Efímero, que son dos porque regenta otro en Vigo, pero echa de menos cocinar. «Aquí lo que hacemos es seguir los pasos que nos indican los chefs. Me encanta lo que hago pero no me llena. Hago que todo salga perfecto porque tengo en mis manos el prestigio de los cocineros que invitamos, pero mi mundo es estar en la cocina. Para mí duro es estar en una oficina. Me encantaría poder jubilarme en un local de dos o tres mesas y una carta con productos de mercado, buenos vinos... Algo similar a los chicos de 55 pasos», confiesa.
Una tendencia sin límite
Casi no hay semana sin apertura de hamburguesería. «El mercado está a punto de saturar. No hay gente en A Coruña para tanta hamburguesa. Yo tengo una legión de seguidores en redes sociales y espero seguir contando con el apoyo de la gente. Por desgracia otros cerrarán porque la oferta es exagerada», analiza sobre una tendencia sin límite pero que puede colapsar. Charlamos en su local, unos jóvenes de la empresa de márketing digital ilatina graban nuestra charla para el pódcast Efímero que puede verse en Youtube y Spotify. Fran me enseña algunos de los tatuajes que luce: un 1974, por su año de nacimiento; un 10, por Maradona; un atún, «por ser lo más rico del mundo», y un cuchillo, un tenedor y una cuchara, como homenaje a su profesión, que tanto adora. «Prefiero trabajar los fines de semana y tener libres los lunes», sentencia. Confiesa que hace maquetas bélicas y me muestra alguna de sus creaciones en el móvil. Dice que de sus abuelos heredó la pasión y la capacidad de trabajo pero cree que ser perfeccionista, el buscar que todo salga bien, puede ser un gran problema. «Soy mi peor enemigo. Sufro si a un cliente no le gusta algo», reconoce Fran, el de las hamburguesas efímeras.