Cuando el sabor del verano de A Coruña se condensaba en los helados de La Ibense
A CORUÑA CIUDAD
El mítico negocio del Cantón Pequeño cerró en los noventa, tras casi setenta años deleitando a los coruñeses. La Colón, fundada a finales de los ochenta por el que era el encargado del negocio ha tomado su relevo
10 mar 2024 . Actualizado a las 21:53 h.Es prácticamente imposible encontrar a un coruñés que haya nacido antes de los noventa que no le haya pegado un lengüetazo a un helado de La Ibense. «Cuando yo era niño era prácticamente la única heladería de la ciudad y era un auténtico regalo que te llevasen allí. No solo por los helados, que también, sino porque te quedabas pasmado con la inmensa cubeta donde los hacían. Estaba a la vista de todo el mundo y veías cómo mezclaban los huevos y la leche para hacer el mantecado y así demostraban también que no usaban colorante», rememora con nostalgia un veterano coruñés para el que los paseos por el Cantón Pequeño eran siempre sinónimo de una parada en el negocio fundado a mediados de los años veinte del siglo pasado por el valenciano José Vilaplana. Fue él el que en 1925 se trajo de Ibi (Alicante) la receta de los famosos helados que muchos coruñeses todavía son capaces de saborear en su memoria. La receta y el nombre, que comparte con otras tantas históricas heladerías de dentro y fuera de Galicia, algunas todavía en funcionamiento.
La Ibense de A Coruña abrió primero en el número 9 de San Agustín, después se pasó a un local de Juana de Vega y ya en 1936, poco antes del inicio de la Guerra Civil, se instaló en el bajo del número 13 del Cantón Pequeño, donde La Ibense permaneció hasta su cierre en 1992 para dar paso a un nuevo y moderno edificio.
La famosa heladería era entonces «una institución por donde han pasado políticos, artistas, escritores y todo el pueblo de A Coruña para degustar sus especialidades», decía entonces La Voz de Galicia en la noticia en la que anunciaba su cierre definitivo, junto con el de la confitería Los Cantones, ubicada en el bajo de al lado.
«Mi padre fue el encargado de La Ibense desde los años sesenta o setenta y cuando le comunicaron que el cierre estaba próximo decidió buscarse la vida y fundó la Colón, que convivió con La Ibense dos o tres años», cuenta Daniel Reboredo, hoy al frente de la actual heladería Colón, en el también céntrico callejón de la Estacada, donde los nostálgicos pueden seguir disfrutando de los míticos sabores de La Ibense. «La receta es la misma y para nosotros sigue primando la calidad, igual que entonces», cuenta el sucesor de Leonardo Reboredo.
Desde los orígenes de La Ibense también han cambiado la oferta —«antes había solo siete variedades y ahora nosotros tenemos más de treinta, con sabores impensables en los años ochenta»— y las costumbres: «Ahora el helado se consume todo el año, antes era algo muy estacional y había sabores, como la fresa, que solo se podían ofrecer unos meses, que es cuando había fruta», explica Daniel Reboredo.
Tal y como reflejan los anuncios de los años cuarenta y recuerdan los coruñeses más veteranos, La Ibense abría sus puertas en primavera, «con la varita de San José», y cerraba a mediados de octubre, generalmente después del la festividad del Pilar. Seis meses en los que la heladería se convertía «en pozo en el desierto» en el que disfrutar del «dulce a cero grados donde la yema de huevo, la fresa, el melocotón y la almendra llevan a los labios la fresca golosina de la temporada». «Por La Ibense conocen los chicos el verano como “tiempo de helados”», decía la publicidad de entonces.
«Mis favoritos cuando era niño eran los de nata y crema tostada», rememora Daniel Reboredo, que echando la vista atrás también recuerda como «enorme» el local del Cantón Pequeño, con un patio interior muy grande, «las mesas de mármol a la izquierda, su techo alto y el mostrador a la derecha». Una imagen que también conservan con nostalgia muchos coruñeses para los que el verano siempre sabrá a La Ibense.