Dejar de vivir con dolor de espalda: «Estoy que no me lo creo, no me duele ¡y ya puedo subir las escaleras!»

R. Domínguez A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

La paciente, Azucena Longueira, con el anestesista Enrique Freire en la consulta de la Unidad del Dolor del Hospital Universitario A Coruña (Chuac)
La paciente, Azucena Longueira, con el anestesista Enrique Freire en la consulta de la Unidad del Dolor del Hospital Universitario A Coruña (Chuac)

Tras diez años, el equipo del Hospital A Coruña experto en paliar el sufrimiento le ha cambiado la vida con una nueva técnica contra la ciática

24 feb 2024 . Actualizado a las 18:32 h.

«El que de verdad tiene dolor hace lo que sea para quitárselo», dice Azucena Longueira. Tiene 54 años y conoce desde hace 10 la unidad que dirige Aurora de la Iglesia, ese equipo integrado en el servicio de Anestesia del Chuac, con Felisa Álvarez al frente, al que se recurre cuando no se puede más. «Tenía unos dolores enormes, me hicieron de todo, pero yo me levantaba por la mañana y casi no podía andar; ¿subir escaleras?, imposible. Vivimos en el bajo de la casa», cuenta sobre cuánto puede llegar a condicionar el día a día la columna que nos sostiene.

 «Estuve dos años con muletas, sin poder caminar; llegaron a decirme que tenía que vivir con eso, que tenía que acostumbrarme, todo por las hernias discales, y el desgaste de los discos», resume. Pero habla en pasado. «Desde octubre, ese dolor en la zona lumbar ha desaparecido, ¡y ya puedo subir las escaleras! No me lo creo».

Azucena es una de las pacientes que se han beneficiado de una nueva técnica, de nombre Resadisc, que le ha cambiado hasta el ánimo. «Mi diagnóstico era radiculopatía bilateral motora crónica, tenía unos dolores enormes de espalda, y desde que me lo hicieron, al menos en esa zona, nada de nada», cuenta quien, después de 21 años «manejando perchas» en el control de calidad de una firma textil, se le fue inclinando la verticalidad al tiempo que un cáncer de mama «de tercera generación» le ponía la vida patas arriba. Del tumor, la operaron y sobrevive con la secuela del linfedema, pero el esqueleto fue yendo a peor y la derivaron al equipo de la doctora Aurora de la Iglesia, a la Unidad del Dolor, donde encontró a «su» especialista, Enrique Freire.

Cuando llegó, las hernias, protusiones y estenosis de canal en la zona lumbar, con los discos desgastados, no solo le provocaban un sufrimiento constante,, sino que además «me inmovilizaban». Durante todos estos años, en la unidad del Hospital Universitario A Coruña «me daban bloqueos, de tres en tres meses, de seis en seis... pero el efecto era temporal; desde lo del Resadisc, en octubre, nada de nada, ya no tengo que tomar tratamiento al menos para eso y hasta se me ha corregido la postura: nunca me sentaba recta, la espalda se me iba para adelante, pero ahora me pide estar derecha».

«¡Puedo hacer mi vida normal perfectamente; con lo de antes mejoraba un poco, pero esto ya fue lo más!», enfatiza. Para quien pensó en quedarse en silla de ruedas —la cirugía estaba descartada por la complejidad de sus lesiones— poder «hacer lo de casa» es mucho más que un logro. Sigue sin coger pesos por las secuelas de la intervención oncológica, pero hasta ha restado puntos dolorosos a la fibromialgia. «La verdad es que lo noto muchísimo, te lo digo de verdad, a la gente que conozco que le pasa lo mismo le digo que intente que se lo hagan».

Azucena no tiene más que palabras de agradecimiento para el doctor Freire, el anestesista que le practicó la técnica, uno de los pocos que la llevan a cabo en España. «Es una intervención ambulatoria, salí andando y en el mismo día; él me dijo que a medida que pasasen los días iría viendo mejoría, pero lo noté desde el primero, dejé de andar encorvada, puedo salir a caminar, cosa que antes imposible... Estoy  que no me lo creo».

«Si te funciona una aspirina, ¿por qué vas a tomarte algo más fuerte»

«El Resadisc es un sistema descompresivo discal. Si tienes una hernia o una protusión, el cojinete que está entre las vértebras se sale de su sitio, si lo hace hacia atrás o hacia los lados, las raíces nerviosas o los propios nervios pueden producir e irradiar mucho dolor, lo que coloquialmente se le llama ciática», señala el anestesista Enrique Freire, de la Unidad del Dolor del Chuac. Para intentar atajarlo, existen varios sistemas, como el láser o el ozono, y uno de ellos es el Resadisc, que, en síntesis, consiste en introducir como un electrodo y «mediante una resonancia cuántica molecular se genera una corriente eléctrica alterna que separa las moléculas, abre un hueco y permite que la hernia o la protusión se retraiga», describe. Se trata de una técnica ambulatoria que se practica introduciendo una aguja percutánea dentro del disco. «Es como con una rueda de bicicleta, si tiene un bollo, hace que le baje la presión y vuelva a su forma; en este caso, se reabsorbe la hernia hacia atrás». Existen, eso sí, condicionantes para poder practicar esta técnica: el disco no puede estar muy fracturado, debe contar con cierta hidratación y que entre las vértebras exista algo de espacio. Por lo demás, solo hacen falta manos expertas. «En 20-40 minutos está realizado con una pequeña sedación para que el paciente esté tranquilo, sino bastaría con anestesia local, y cobertura antibiótica para evitar riesgos de infección», recalca el especialista.

Este método también permite, en caso de ser necesario, tomar una biopsia y se empezó a aplicar tímidamente hace un par de años. «Hay publicaciones, como la de la doctora Ángeles Canós en Valencia, que recogen resultados muy parecidos a los nuestros. Hemos notado que a partir del mes e incluso antes, los pacientes reportan un incremento importante de la calidad de vida: tienen menos dolor, duermen mejor y su estado de ánimo mejora. Si parte de un 7,5 de dolor en una escala de 1 a 10, bajan como mínimo al 5, estamos teniendo como mínimo un 30 % de mejoría. Depende de los pacientes, de su estrés físico o de la relación que tengan con coger pesos o empujar cargas, pero hay algunos que a los 15 días les ha desaparecido la ciática», indica Freire.

La desaparición absoluta y total del dolor es más compleja, porque «la espalda no solo duele por la ciática: hay muchas articulaciones y muchos grupos musculares alrededor, y a veces la irradiación del dolor hacia la pierna se confunde con la ciática... Es difícil limpiar el diagnóstico», apunta Freire, quien añade además que una hernia o protusión es algo más que la presión del nervio contra el disco. «Hoy sabemos que se liberan sustancia inflamatorias a las que el propio cuerpo también reacciona».

Para atajar sobre todo un dolor a menudo muy incapacitante, antes que  procedimientos como el aplicado a Azucena se prueban otras alternativas, empezando por la vía farmacológica, o los bloqueos epidurales. «Con el Resadisc, al menos vemos que durante un año de seguimiento mejora, pero aún no tenemos experiencia para ver si habrá que repetir al cabo de un año o de determinado tiempo. Nosotros trabajamos siguiendo un protocolo, lo más sencillo son los bloqueos epidurales con esteroides, pero si vemos que después de varios no funciona, el siguiente paso puede ser el Resadisc. Desde luego, si te funciona una aspirina, ¿por qué vas a tomar algo más fuerte?», considera el especialista.

Para tratar de ajustar tratamientos personalizados y definir la forma de utilización, en la unidad del Chuac intercambian mucha información con otros centros que también están utilizando este método. «La ventaja es que cuando ya hemos agotado lo básico, el tratamiento oral, el adelgazamiento, la fisioterapia o los bloqueos, podemos plantearnos si es oportuna o no esta vía, agotar posibilidades antes, por supuesto, de plantearse un tratamiento más agresivo como una cirugía», valora antes de recordar que «pasando por la unidad del dolor puedes evitar hasta un 30 % de operaciones, y no porque nosotros seamos unos fenómenos». La mayoría de las lumbalgias, asegura, se solucionan en 15 días, otro porcentaje alto tarda dos meses, pero hay un grupo «muy pequeño» que pasa años de dolor, se desesperan y van buscando otras opciones».

En este sentido, a juicio de Freire el Resadisc «es una opción más en el algoritmo terapéutico» antes de dar el salto a salidas más invasivas y comprometidas, como operarse. Porque los tratamientos  se van escalando desde lo más sencillo a lo más complejo siempre y cuando no exista un cuadro de tal magnitud que provoque trastornos mayores e indique ir directamente a soluciones más agresivas. 

«Ojalá pudiésemos tener capacidad para estudiar y probar todas las técnicas», enfatiza Freire, que lamenta la todavía compleja tramitación administrativa que requiere la innovación.  Ahora mismo, superado el arranque, en la Unidad del Dolor se están fijando sobre todo en pacientes a los que se les han repetido en múltiples ocasiones tratamientos anteriores, para valorar si ir canalizando hacia esta nueva alternativa a aquellos dolientes que más se pueden beneficiar de la técnica.

«En algunos hospitales somos el hermano pequeño de la especialidad, pero aquí, con la doctora Aurora de la Iglesia al frente, la unidad no ha dejado de crecer, nos han dado tres años seguidos el Premio Best in Class», subraya sobre la actividad de un equipo en el que trabajan ocho anestesistas,un psicólogo y dos enfermeras.

Según los datos de actividad, en el último ejercicio completo del que tienen datos cerrados, el del año 2022, llevaron a cabo 1.237 primeras consultas (un 9 % más que un año antes) y 4.711 sucesivas (8,44 % de incremento), con 416 pacientes que no acudieron a las citas (un 6,9 % del total). El aumento de actividad con respecto al año anterior se sitúa por encima del 8,7 % y apunta Freire otra lectura: «En gran parte, en las visitas sucesivas se realizan técnicas diversas, no solo se realiza una consulta, además de evaluar y explorar al paciente, se ajustan tratamientos y se realizan multitud de técnicas, lo que convierte a esta en una consulta de muy alta resolución».