Disparidad de criterios en el primer día de uso obligatorio de las mascarillas en centros sanitarios de A Coruña: «Que se aclaren ya»

Lidia Fernández A CORUÑA/ LA VOZ

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Lidia Fernández

Los usuarios reclaman mayor información, y consenso por parte de las autoridades

10 ene 2024 . Actualizado a las 17:48 h.

A las 12.00 horas de este miércoles entró en vigor la normativa que obliga al uso de la mascarilla en los centros sanitarios. Ante la falta de consenso entre las comunidades con competencias, Sanidad ha decretado esta medida con el objetivo de proteger a la ciudadanía y hacer frente a la epidemia de virus respiratorios que está colapsando las urgencias y los puntos de atención continuada (PAC) de la mayoría de las áreas sanitarias, no solo en Galicia, sino a lo largo y ancho del país. ¿Pero qué opinan los pacientes de esta medida? 

En la Casa do Mar de A Coruña hay opiniones para todos los gustos. Si bien la mayoría de los usuarios de dependencias sanitarias acuden con la lección aprendida, mascarilla en mano o ya colocada para entrar al edificio, todavía queda algún despistado que no sabe que su uso vuelve a ser obligatorio. «Yo me acabo de enterar por la radio, es un despropósito este nuevo cambio de criterio, que se aclaren ya», se lamenta un vecino momentos antes de acceder al centro de salud. Eso sí, con la mascarilla bien puesta. Otra mujer llega apurada, sin la máscara protectora, y duda antes de entrar a solicitar una en la recepción. Sin embargo, y a pesar de estos casos puntuales, la práctica totalidad de los usuarios que se van acercando esta mañana al centro son conocedores de esta medida, y se muestran a favor de ella. Es el caso de Pepe y Sara, un matrimonio que sale del complejo al filo del mediodía. «Estamos de acuerdo con esta medida, todo lo que sea para protegernos será lo correcto», aseguran casi al unísono. 

Las entradas y salidas de enfermos son constantes este miércoles en la Casa do Mar, lo que ratifica la crisis asistencial que están sufriendo los centros de salud gallegos, tensionados por los virus respiratorios después de las fiestas navideñas, y a la espera de las consecuencias de la vuelta al cole. «A min esta medida paréceme perfecta, sobre todo coa epidemia de gripe e covid que estamos vivindo despois das reunións familiares e agora cos nenos outra vez nas aulas», señala Camilo Cobas, uno de los férreos defensores de la mascarilla. «Pero non só nos centros de saúde, senón tamén nos medios de transporte e en calquera espazo pechado no que se xunte moita xente», asegura este vecino coruñés. «Hai que facer o que fai falta para coidarnos e protexer ao próximo», declara con rotundidad. Con esta visión concuerda Serafín, otro usuario que sale del centro de salud con la mascarilla bien puesta. «No entiendo las quejas de la gente, con los brotes de virus respiratorios que estamos teniendo», declara. «Todavía queda mucho trabajo de concienciación», sentencia, defendiendo esta medida a capa y espada. 

Lidia Fernández

Una medida «exagerada»

Sin embargo, otra parte de la población considera la medida «exagerada». Es el caso de Miguel Ángel Gómez, un joven colombiano que acude a la Casa do Mar por otras dolencias, más allá de las respiratorias. En la puerta, y tímidamente, pregunta a la gente que se encuentra fuera si es necesario poner la mascarilla. «Así es», le responde una mujer que esperaba a su acompañante. Con cierta frustración, rebusca en su mochila hasta que encuentra una entre sus pertenencias. «No sabía ni que la tenía, y menos mal, si no no habría podido pasar», se lamenta este veinteañero que, a pesar de las molestias que le ocasiona, entiende la medida. «No es que esté en contra, sino que no me parece la mejor opción», explica. «Antes había espacios habilitados para la gente con síntomas compatibles con covid o gripe, y estaban aislados», manifiesta. «Creo que era una mejor alternativa que hacer obligatorio su uso a todos los que acuden a un hospital», sentencia. «Al final te obligan a esperar con personas tosiendo y, aunque tengas la mascarilla, estás en riesgo de contagiarte igualmente», opina, haciendo un llamamiento para que se habiliten estas salas. El eco de sus palabras permaneció en la entrada del centro sanitario, y otro usuario lo hizo suyo. «Debería ser una opción, no una imposición», sentencia, ya con la mascarilla a medio bajar.