Así se vive la cabalgata de Reyes en A Coruña: entre lluvia de agua y caramelos

Lidia Fernández A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

Las aglomeraciones se formaron en cada esquina por la que pasaban sus majestades de Oriente. Pequeños y mayores disfrutaron del colorido espectáculo que acompañó a las carrozas

05 ene 2024 . Actualizado a las 22:24 h.

Los Reyes Magos de Oriente llegaron, paraguas en mano, a A Coruña con un descenso térmico que no impidió que los más pequeños de la casa salieran a recibirlos con los brazos abiertos y los ojos brillantes por la emoción. Ninguno de ellos quiso perderse la cabalgata, que salió pasadas las 18.15 horas de la calle Camilo José Cela, en el barrio de las Flores. Para darles la bienvenida estuvo la alcaldesa, Inés Rey, que se acercó hasta el Ceip Ramón de la Sagra, desde el que partieron las carrozas para realizar el recorrido por toda la ciudad herculina. Según el Ayuntamiento de A Coruña, unas 120.000 personas asistieron a la tradicional cita.

Para Atenea y Andrea, de 3 y 5 años, era su segunda vez en la cabalgata de Reyes, ya que vienen «de Cuba», aclaraban. Las dos hermanas explicaban que lo que más desean son los caramelos, y que no tienen un rey favorito. Eloy e Iker, de 11 años, estaban preparados para coger la mayor cantidad de caramelos posible. «Os bombeiros son os que máis tiran», bromeaban, con el paraguas colocado en posición estratégica y con bolsas vacías que planeaban llenar de dulces. Y así lo hicieron. 

Noel, de 8 años, también utilizó la técnica del paraguas para hacerse con el botín de dulces. «Eu aposto a que Baltasar é o que máis vai lanzar», vaticinaba momentos antes de su llegada, haciendo una demostración de su pericia. «Pedín moitas cousas», admitió, «espero que me traian todo», dijo esperanzado.

Se formaron aglomeraciones en cada esquina por la que pasaron sus majestades de Oriente. Pequeños y mayores disfrutaron del colorido espectáculo que acompañaba a las carrozas. Sobre las 19.15 horas la comitiva llegó a la fuente de Cuatro Caminos. Elena y Francisco estaban viendo la cabalgata desde la distancia. Destacaban entre la multitud, no por su edad, sino por la ilusión que se desprendía de sus ojos. «Cando eu era nova non había cabalgatas, é unha alegría poder desfrutar disto», opinó Elena. «Antes la veíamos por la tele. Luego vinimos con nuestros hijos, que ya son mayores, por eso ahora venimos los dos, porque merece mucho la pena», aseguró Francisco.

A Palloza vibró de gente e ilusión. De ahí, a la plaza de Ourense, donde cientos de personas se arremolinaban para tener el mejor ángulo y ser los primeros en ver a los Reyes. «Queremos caramelos», vitoreaban jóvenes y no tan jóvenes a las carrozas de sus majestades y de sus ayudantes. 

Fantasía y animación

Unicornios, malabaristas, dinosaurios y un sinfín de seres fantásticos más se unieron a la cabalgata para poner su nota de color particular. Actuaciones espectaculares se intercalaban con las carrozas de los Reyes, haciendo las delicias de los allí presentes. Sobre zancos que llegaban a la altura de un andamio, los intrépidos artistas se sostenían con ligereza y entrega a pesar del suelo resbaladizo. Con túnicas blancas y perlas brillantes, iluminaban con su danza la noche, que pareció dar tregua a los coruñeses por un momento. Amainó la lluvia conforme las carrozas enfilaban Plaza de Mina, aunque fuese solo por un instante.

Pero si hubo un lugar que brilló con luz propia, ése fue el Obelisco. Este monumento, junto con los jardines de Méndez Núñez acogieron a muchos curiosos, que esperaban con emoción contenida la llegada de los Reyes, a punto de finalizar su recorrido. Algunos rezagados corrían por la calle Real con la intención de llegar a la plaza de María Pita los primeros, pero la mayoría esperó con los ecos de villancicos de fondo. Mientras unos disfrutaban del desfile, otros se afanaban por acabar sus consumiciones en la zona de vinos. Prácticamente ninguna calle de la ciudad se libró del bullicio esta jornada previa al festivo.

En la avenida de la Marina, Melchor, Gaspar y Baltasar enfilaron el tramo final de su recorrido, antes de entrar en la plaza consistorial. Al ritmo de «Ande, ande, ande, la marimorena», empezaron a acceder a María Pita con ritmo lento, pero seguro, donde les esperaban con los brazos abiertos Martina y Manuela, de seis años, al igual que Tomás y Aldara, posicionados para verlos salir al balcón y convencidos de que hoy tendrían muchos regalos esperándolos. «Eu creo que me portei ben», dijo Alba. «Por iso espero que me traian o que patinete eléctrico», añadió.

Sobre las 20.30 horas, un fuerte diluvio empañó un poco el final de la cabalgata y sorprendió con su fuerza e intensidad a los asistentes, que corrieron a protegerse de la lluvia debajo de los soportales con la esperanza de que amainase pronto mientras los Reyes enfilaban la entrada a la plaza, entre aplausos y gritos de ánimo del público, después de haber recorrido 4 kilómetros bajo la impenitente lluvia de enero.

No obstante, a pesar del frío y de los intensos pero intermitentes golpes de lluvia, los ánimos no decayeron, y la ilusión todavía se palpaba en el discurso de Melchor, al que le dio paso la alcaldesa Inés Rey, tras pronunciar unas breves palabras sobre la noche de Reyes. «A máis especial do ano» según la propia regidora, y tras advertir a los niños de que se acostasen pronto para que dejasen a los de Oriente hacer su magia.

Atascos en la ciudad

De acuerdo con el recorrido de los Reyes Magos, se cortó la circulación en distintos puntos a lo largo de los 3,7 kilómetros de la ruta indicada. De hecho, antes de que comenzara el recorrido la cabalgata, ya había retenciones en varios puntos de la ciudad, como en la avenida del Ejército y la zona de Cuatro Caminos.