Laura Cuesta: «Darle un "smartphone" a un menor no implica barra libre de wifi y alta gama»

A CORUÑA CIUDAD

La experta en educación digital opina que crecer con pantallas «es necesario»
17 dic 2023 . Actualizado a las 05:00 h.No hay que demonizar la tecnología, «sino educar a nuestros hijos en el buen uso de la tecnología». Esto defiende la profesora Laura Cuesta, autora del libro Crecer con pantallas. El pasado viernes dio una charla en la FNAC de A Coruña organizada por Líbolis, agencia especializada en proyectos de divulgación dirigidos a niños, jóvenes y familias.
—¿Crecer con pantallas es saludable?
—Es necesario. En esta sociedad digital en la que vivimos, los padres tenemos el gran reto de educar a unos hijos que han crecido rodeados de tecnología.
—¿Adquirir las destrezas digitales debería ser como sacarse el carné de conducir?
—Si quiero que mi hijo descubra los riesgos de la tecnología, tengo que acompañarlo y enseñarle progresivamente con los dispositivos, no prohibiéndoles su acceso hasta cierta edad.
—¿A qué edad le daría un «smartphone» a un chiquillo y bajo qué premisas?
—Un móvil, dicho de un dispositivo sin conexión a internet, se lo puedo dar a un niño de 9 o 10 años si los padres tienen la necesidad de contactar con él cuando sale del colegio o de las extraescolares por lo que sea. Otra cosa es un smartphone.
—¿Y cuándo podemos introducir un «smartphone» en su opinión?
—Cuando ya no hay solo necesidades de la familia, sino que el menor tiene sus propias necesidades. Por ejemplo, porque debe empezar a comunicarse con sus compañeros del colegio para las extraescolares o porque ya socializan a través de la tecnología.
—¿El móvil socializa o aísla?
—Depende de cómo sea el menor. Por eso la decisión de cuándo damos el móvil también va a depender de cómo es nuestro hijo. Y nadie mejor que un padre o una madre para saberlo.
—¿Retrasarlo mucho tampoco es bueno?
—Va a ser más difícil pactar normas y horarios con él. No es lo mismo reflexionar con un menor de 11 años que con un chico de 16. Además, por dárselo a los 16 no significa que vaya a aprender por ciencia infusa las competencias digitales. Eso se tiene que hacer usándolo, equivocándose...
—¿Cuál es su recomendación?
—Que los padres estemos cerca. Si se lo damos a edades tempranas, la supervisión tiene que ser muy cercana para saber qué están haciendo y solventar lo que pueda estar pasando.
—¿Cómo debe ser el aparato?
—De baja gama y con tarifa limitada de datos. No es normal que veamos a niños de 14 años con dispositivos que a veces cuestan lo que la nómina de sus padres. Darle un smartphone a un menor no implica barra libre de wifi y que sea un móvil de alta gama.
—¿Se aplica el cuento en casa?
—Mis hijos siempre han reutilizado nuestros móviles. Y el pequeño [17 años] no tiene tarifa de datos ilimitada. Me llaman constantemente para ofrecérmela, insistiendo en que es gratis. No, gracias. Tiene que aprender a regularse. Si un día, viniendo del instituto, se pasa todo el camino en el autobús mirando series de Netflix, adiós datos. Hasta el mes que viene no hay más.
—Así tenemos que enseñarles.
—Y, por supuesto, el dar un smartphone tampoco viene asociado a abrir los perfiles en redes sociales. Sabemos que hasta los 14 años, por el reglamento general de protección de datos, no pueden tener perfil en redes sociales, así que no hace falta que les demos nosotros acceso a Tiktok, Instagram y Twich. Todo tiene que ser progresivo.
—¿Qué consejo final le daría a las familias?
—Lo que no podemos es delegar. No podemos pensar que con lo que aprenden en el centro escolar ya es suficiente. O que alguien legisle (y prohíba) y me quite el marrón. Educar es implicarse.
El veto a los móviles en el aula: «Son medidas cosméticas de las administraciones públicas. Realmente van a prohibir algo que no está permitido».
¿Y extender la prohibición a todo el recinto educativo?: «Que se regule en todas las zonas escolares me parece correcto», afirma Cuesta.
«Hasta el rúter de nuestra casa tiene la opción de control parental»
Educar no es fácil, pero el esfuerzo vale la pena. En cuestión de menores y móviles, nos toca a todos adquirir unas competencias digitales básicas.
—Si ya nos cuesta leer las instrucciones de la lavadora nueva...
—Tampoco hay que ser un profesional de la tecnología para hacer este acompañamiento. Se trata de informarnos y adquirir unos conocimientos básicos para sentarnos con ellos y hablar.
—¿Por dónde empezamos?
—Por configurar la privacidad, la seguridad, que entiendan qué es la huella digital... Hay un montón de instituciones que ofrecen recursos gratuitos en la web con todos estos temas y sobre las redes sociales o cómo se configura el Family Link. Una vecina mía se ha hecho experta en celiaquía en solo seis meses desde que le dijeron que su hija es celíaca. Y no sabía nada del tema, pero no le ha quedado otra.
—No hay tanto debate con la introducción de tabletas y consolas.
—Y con los smartwatch, que también tienen conexión a Internet. ¿Qué quieren, prohibirles todo esto hasta los 16 años? ¿No será más fácil que configuremos los controles parentales a la par que vamos educando para hacer un uso seguro de la tecnología? Hasta el rúter de nuestra casa tiene opción de control parental.
—¿Los controles parentales son imprescindibles?
—Son una ayuda, pero no sustituyen a la familia. Sirven para limitar las horas de uso o bloquear webs de contenido inapropiado, pero nosotros debemos explicarles porqué no utilizar pantallas después de cenar. El mejor control parental somos los padres.
—¿Un error típico?
—Usar las pantallas como chupete digital cuando son bebés. Y luego, utilizar la tecnología como premio o castigo, porque les crea más ansiedad por el dispositivo.