Manuel Grandal: «Llevo 50 años tallando cristal y el martes me voy para casa»

A CORUÑA CIUDAD

ANGEL MANSO

El último artesano del cristal continuará atendiendo pedidos «online» tras el cierre de su tienda en la calle Palomar

29 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Es un hombre de talla. «Ya no queda nadie que haga estas cosas. En A Coruña soy el último y en España no creo que haya mucha gente, porque me piden trabajos de todas partes por internet. La gente busca y nos encuentra. El otro día mandé a Madrid una botella con un oso y un madroño grabados», asegura Manuel Grandal Vidal. Charlamos en Tallería Cristal, su negocio de la calle Palomar, esquina con Julia Minguillón. En los escaparates hay vasos, copas, jarras y un montón de carteles que anuncian el inminente cierre y la liquidación de existencias. «Llevo 50 años tallando cristal y el martes 31 de octubre cierro y me voy para casa. Vivo en Ambroa, Irixoa, y allí monté un taller para que otra persona de mi confianza siga trabajando y así atender los pedidos online. Yo nunca fui de quejarme, de decir que las cosas van mal. Hay que estar actualizado; si no, no hay nada que hacer. No se puede vivir sin página web y sin estar posicionado en Google. Tengo unas reseñas que da gusto verlas», sentencia este coruñés de 65 años, natural de Obre, Paderne. Recuerda cuando un vecino lo trajo hasta A Coruña para que empezase a trabajar. «Tenía 15 años y 2 días. Llegué a la calle Herrerías 6 bajo. Era un taller de cristal, de los que ahora no quedan. Recuerdo que empecé haciendo las marcas en las copas de coñac para saber hasta dónde echar la bebida», destaca. Poco a poco se convirtió en tallador y grabador de cristal. 

Medio siglo laboral

Aunque tiene todas las fechas grabadas en su cabeza, de vez en cuando echa mano de la calculadora para no equivocarse en el dato. «De 1973 a 1976 estuve en el primer negocio. Después nos trasladamos hasta Julia Minguillón y estuve hasta 1989, que me fui a trabajar y a seguir aprendiendo a una joyería del polígono de Bergondo. En 1998, el señor con el que había trabajado aquí me avisó de que se jubilaba y me hice cargo», relata. Está casado y no tiene hijos, pero sí una ahijada y varios sobrinos de los que habla con gran cariño.

Cierra el negocio, pero no va a dejar de hacer cosas. «Me gusta lo que hago. Lo paso pipa», reconoce. Dice que en estos últimos tiempos hay muchos más pedidos de grabado que de tallado. «Objetos con la torre de Hércules hice cantidad. Copas, relojes o placas en cristal. Recuerdo a un señor de Ribeira que me pidió unas placas de cristal con las imágenes de la Virgen del Carmen y San Antonio. Siempre se me dio bien tratar con la gente en la tienda. Hay jóvenes que no tienen paciencia con los mayores, pero a mí me encanta hablar con ellos», confiesa. 

En casa del herrero...

En su casa tiene buenas copas. «La clave es que estén hechas con buen cristal y algo de plomo. El de Bohemia tiene mucha fama, pero hay más tipos que también son buenos. Esto es como el pulpo, si es mejor el de Camariñas o el de Bueu o Carnota», resume este hombre que no cumple lo de que en casa del herrero cuchillo de palo. «Pues no, tengo buen material y los fines de semana me gusta estrenar algún modelo nuevo de copas. Me sirve para disfrutar y para poder asesorar a los clientes», reconoce.

Seguirá escuchando la radio mientras sigue con sus trabajos, en especial en la huerta. «La horticultura me vuelve loco. Procuro comer lo que sale de la finca como cuando éramos jóvenes. Ahora que voy a tener más tiempo pienso montar un invernadero», avanza mientras busca en el móvil fotos en las que se ven sus tomates, patatas, calabacines, berenjenas o cebollas. Se va para casa después de 50 años de trabajo, pero va a estar entretenido. Entre la huerta y ayudar a despachar encargos que le lleguen por internet no va a tener tiempo para aburrirse. «Ahora le mando el diseño por WhatsApp y, si le gusta, nos ponemos a hacerlo», le contesta a un cliente por teléfono. Uno de los últimos talladores de cristal que demuestra que está a la ultima en tecnología.