Una violencia impropia de la infancia

Alumnos del IES Eusebio da Guarda

A CORUÑA CIUDAD

Periodismo en la Escuela

Agresiones, amenazas y «bullying»: la otra cara de la adolescencia

04 jul 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

En este 2023, las noticias sobre violencia callejera juvenil en A Coruña se han venido sucediendo, y el 5 de febrero hubo una agresión por arma blanca en la céntrica plaza de San Pablo. En el 2021 se registraron 26.349 infracciones penales cometidas por menores, un 29,4 % más que en el año anterior. Todas ellas fueron delitos: los de mayor incidencia fueron lesiones (33,8 % del total), robos (18,2 %) y amenazas (8,2 %).

Pero no parece que haya unanimidad. Por una parte, los datos no indican ese aumento real en las sentencias sobre violencia juvenil. En el INE indica que, aunque la subida del 2020 al 2021 es enorme, esto se debe a que en el 2020 hubo un gran retroceso debido al covid y a los múltiples confinamientos. Sin embargo, en el 2021 los niveles de violencia son menores a los prepandemia. Carlos Fernández, trabajador social, ratifica los datos del INE: «La violencia juvenil no está aumentando. Los medios de comunicación hacen un flaco favor y generan mucha alarma social, presentando casos muy graves que son hechos aislados y suponen un 1 % del total, pero no representan la realidad». Las declaraciones policiales van en la misma línea: «La población suele tener una percepción distorsionada de la realidad y tiende a exagerar lo que ve en la calle. Debemos hacer una reflexión: ni todo lo que se ve es tan grave como parece, ni debemos ignorarlo. Hay que buscar un término medio, un equilibrio. La prensa y las redes sociales tampoco ayudan». Una tercera voz, la de Lorena Añón, trabajadora social, corrobora lo anterior: «No percibo violencia en la juventud, es algo residual que se contempla como un problema social. La juventud recibe violencia y ejecuta violencia, pero no creo que sea alarmante».

Por otra parte, existen recientes estudios que indican lo contrario. Es el caso del estudio Impacto de la Tecnología en la Adolescencia, de Unicef. Uno de sus autores, el psicólogo Antonio Rial, afirma que ha aumentado la violencia entre adolescentes: «La violencia se ha disparado en los últimos cuatro o cinco años. Si consultamos los indicadores, vemos un repunte en casi todos los subtipos: delincuencia juvenil, violencia filoparental, violencia de género, acoso escolar y violencia sexual... Tenemos datos para estar preocupados y dejar esa actitud buenista y negligente deesto ha pasado siempre».

Una de las orientadoras del IES Eusebio da Guarda percibe «una precocidad en el alumnado de 12 años: da la impresión de que algunos han llegado a la adolescencia antes de tiempo, como si se hubieran saltado varios años de infancia zambulléndose en una etapa que cronológicamente no les corresponde. En esto influye que llevan años de uso intensivo de internet (videojuegos, redes sociales, contenidos inapropiados…) sin apenas supervisión ni acompañamiento por parte de un adulto». Además, apunta, «hay cada vez menor tolerancia a la frustración y pocas habilidades para resolver positivamente los conflictos de convivencia. Esto se traduce en conductas agresivas en forma de amenazas, burlas, insultos, empujones… hasta peleas físicas, en las que los espectadores, o bien no hacen nada, o se involucran, alentando a la violencia». Y «existe una normalización de la violencia, que se justifica “porque ella me amenazó primero'' o “yo le pegué porque él me insultó” como si esa fuera la forma adecuada para resolver un conflicto. Otras veces se intenta minimizar la importancia de un acto agresivo con el clásico “era una broma”, o “no sabía que no le gustaba”. Lo más preocupante es cuando estas justificaciones para sacarle importancia a los actos violentos vienen de las familias».

«Creo que los inmigrantes nos sentimos mejor entre nosotros, como en familia»

Un policía nacional entrevistado explica cuál es el procedimiento que siguen las bandas para captar adeptos: «Los inmigrantes de primera generación vienen a trabajar, son gente humilde y trabajadora que se gana su dinero honradamente. Sus hijos observan cómo sus padres trabajan mucho solo para pagar facturas, pero no llegan a comprarles ropa o zapatillas de marca. Pero llega un chaval y les ofrece que en una semana tendrán los lujos que buscan si se meten en su banda. No hay más que ir a unas canchas públicas y cobrar entrada a los chavales que vayan a jugar. Así, el nuevo integrante piensa: estos son mi familia, los de mi nacionalidad, los de mi raza, con mi color de piel''».

Un chico, natural de Ecuador pero que lleva toda su vida en A Coruña, cuenta que aunque nunca ha sufrido agresiones, sí muchos insultos: «En el colegio me insultaban por mi color de piel, me decían que volviese a mi país, que parecía gitano, que era pobre, que no tenía ni para comida y cosas de ese estilo. En esos momentos me hacían sentir muy mal, rechazado». Por eso, dice, tiende a juntarse «con chicos que han sufrido lo mismo».

Otro joven de familia inmigrante explica: «Creo que los de fuera nos llevamos mejor entre nosotros. Todos hemos pasado por lo mismo. Juntos nos sentimos una familia, como en casa». Va en grupo y se siente seguro con ellos: «A nosotros nos tienen miedo. Vamos con un chico de dos metros. Imponemos respeto».

«Tenemos doce años y este miedo no debería estar en nuestras vidas»

Una estudiante de 12 años, que está cursando 1.º de ESO, relata las amenazas recibidas durante este curso escolar a través de redes sociales y las agresiones sufridas: «Ayer por la tarde, al salir de clase, nos estaba esperando un chico dos años mayor que nosotras para avisarnos de que su prima iba a venir a pegarnos a la salida (...). Ese mismo día, un grupo de chicas vinieron buscando a una compañera de segundo, la acorralaron entre unas diez personas y la empezaron a insultar diciéndole cosas como te vamos a romper las patas, gilipollas».

Al indagar acerca de la motivación de estas agresiones, cuenta que ocurren por desencuentros juveniles o amorosos. Además, todas las amenazas tienen lugar por redes sociales, lo que provoca una sensación de angustia y de no poder escapar ni desconectar de los problemas: «Nos escriben por Instagram, nos preguntan a qué hora salimos de clase, nos dicen que van a venir a por nosotras un día tras otro, aparecen en nuestro instituto y vivimos en un continuo estado de nerviosismo». Al preguntarle cómo se siente, afirma: «Antes me daba miedo ir sola de noche por la calle, pero ahora tengo miedo incluso a estar de día por los lugares que más frecuento. Siempre voy con mis amigas por precaución. Creo que, si me pasa algo y llamo a la policía, no me harán caso y pensarán que es una broma. Solo tenemos 12 años y este miedo no debería estar presente en nuestras vidas».

«La conciliación no existe. Los padres no tienen tiempo para estar con sus hijos»

Para comprender las causas y la evolución de la violencia juvenil, Leticia Balado, trabajadora social con dieciocho años de profesión, explica: «La conciliación no existe. Los padres no tienen tiempo para estar con sus hijos, para educarlos, criarlos y controlar todo lo que ven, pues lo que consumen en redes sociales les sirve de modelo. El nivel de violencia es extremo. Hablamos de chavales que con 12 o 13 años les dan palizas a sus iguales. ¿Qué hay detrás? La falta de tiempo, la falta de control y, en muchos casos, la violencia intrafamiliar, que funciona de ejemplo. Donde tú nazcas va a condicionar quién eres tú; no existe la igualdad de oportunidades».

También la policía muestra como factor determinante en esta violencia la ausencia de las familias, aunque creen que la responsabilidad es de toda la sociedad: «Los adultos somos responsables de la formación de los menores para ofrecerles directrices y servirles como modelo pues, si no estamos disponibles, tomarán como referentes a sus iguales. No podemos cargar a las familias con toda la responsabilidad, pues encontramos muy a menudo el caso de padres que trabajan de sol a sol y no tienen tiempo para dedicarle a su hijo». Y añaden: «Como país tenemos las herramientas para impartir cultura, educación y normas».