Ana Pérez: «Limpié portales, fui vigilante de seguridad, florista y ahora, quesera»

Pablo Portabales
Pablo Portabales A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

Ana Pérez Rodríguez, presidenta de los placeros de Monte Alto en su puesto de quesos, A Fraga.
Ana Pérez Rodríguez, presidenta de los placeros de Monte Alto en su puesto de quesos, A Fraga. MIGUEL MIRAMONTES

Es la presidenta de la asociación de placeros del mercado de Monte Alto y compagina su trabajo con sus estudios de Audiología Protésica en el Ánxel Casal

09 abr 2023 . Actualizado a las 22:21 h.

Es tan humilde como positiva. Ana María Pérez Rodríguez es la presidenta de la asociación de placeros del mercado de Monte Alto. «Tenemos que pensar más en colectivo. Si te va bien a ti, nos va bien a todos. Presidentes somos todos, que intentamos mejorar», comenta Ana o Anita, como le llaman los que tienen más confianza. Charlamos en su puesto del mercado provisional que se acaba de inaugurar en la plaza de Indalecio Prieto mientras reforman el otro, una obra que durará al menos dos años. «Nuestros clientes vinieron a despedirse cuando estábamos en el otro y ahora vienen aquí. No puedo expresar la gratitud que sentimos. Y nos hace pensar que algo habremos hecho bien para recibir ahora tanto cariño», comenta esta ferrolana de Serantes que lleva más de media vida en Monte Alto. El puesto de quesos, huevos y mieles se llama A Fraga por el lugar donde nació. Lo abrió hace cuatro años tras hacerse cargo del negocio que hasta entonces gestionaba Amparo, una histórica del mercado. Ana tiene 53 años, dos hijos de 21 y 18 años y no ha parado de trabajar y formarse. 

Currículo completo

Entre la cantidad de trabajos que tuvo y que escribo en una libreta encima del frigorífico de los quesos, me cuesta tomar nota de todo. «Empecé a trabajar como vigilante de seguridad en El Corte Inglés, entonces estaba más en forma. Lo compaginaba con los estudios de auxiliar de enfermería», recuerda. Lo llamativo es que han pasado casi 40 años y esta mujer sigue trabajando y estudiando. En la actualidad cierra su puesto y todas las tardes, de 16.00 a 22.30 horas, cursa Audiología Protésica en el Ánxel Casal. «Me queda al lado de casa y me encanta. Estoy en segundo y en primero solo suspendí una. Cuando acabe, igual estudio Radioterapia. Siempre me atrajo aprender y he hecho cantidad de cursos y cursillos, hasta soy técnico de prevención de riesgos laborales en grado intermedio», afirma. Tras seis años manteniendo el orden en el citado centro comercial, limpió coches en Ósmosis, que estaba al lado de la antigua Louzao. «Llevaba el coche Bebeto y otros jugadores», recuerda. Fue auxiliar de cocina en un restaurante de Carballo, camarera en otro local de A Coruña... «Limpié casas, portales, cuidé niños, fui técnico de rayos en el Arquitecto Marcide, vendí flores en la tienda Mil Rosas en los Cantones, teleoperadora en Atento, pescadera en O Timón de la calle Santo Tomás... Tengo un currículo completo», relata Ana sin perder la sonrisa. «La vida es así. Hay momentos de bajón, pero hay que ser positivos, porque si no, no haces nada. Limpié portales, fui vigilante se seguridad, florista y ahora, quesera. Y ya veremos en el futuro», afirma. Un hombre que viene a comprar un queso interrumpe nuestra conversación. «Mi familia es de Irixoa y mi tía hacía quesos y me enseñó. Los hacía y ella los vendía, vivía de eso. Ahora creo que el queso del país está en un buen momento porque tiene la acidez justa. A mi hijo pequeño y a mí nos encanta», confiesa. 

Perderse en el bosque

Dice que su principal virtud es que sabe escuchar y su defecto más destacado es que es muy tozuda. Su sueño es muy sencillo: «Estar tranquila. Para ser feliz hay que estar bien con la familia y los amigos y tener las necesidades básicas cubiertas. Si no le puedes dar de comer a tus hijos, no puedes ser feliz y la situación es complicada», analiza la presidenta de un grupo de placeros que ocupan los 12 puestos del mercado provisional instalado por el Ayuntamiento. Entre estudios y trabajo tiene poco tiempo libre, pero el poco del que dispone lo aprovecha para «hacer senderismo, caminar por el monte y perderme». Cocina bien, pero es de las que prepara por las noches la comida del día siguiente. «Lo mío es la cocina tradicional, las lentejas, el rape en salsa... Y todo lo compro en el mercado, era habitual en mi familia», afirma.