Isra Cubillo: «Siempre llevo la cámara, nunca sabes dónde vas a encontrar un bodegón»

FErnando Molezún A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

German Barreiros

Ha inaugurado su exposición «El Noroeste y otras cosas» en Moret Art

03 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay en la noche herculina un dicho que asegura que no se es realmente de A Coruña si no te ha retratado alguna vez Isra Cubillo (A Coruña, 1973). Viendo el abarrote sin precedentes que se produjo en la galería Moret Art el pasado jueves con motivo de la inauguración de su exposición El Noroeste y otras cosas, cabe sospechar que hay mucho coruñés de verdad y, sobre todo, mucho interés por ver los retratos urbanos que viene realizando desde hace años, trozos de realizad que pasan inadvertidos ante las miradas comunes, pero que se descubren de alguna manera ante el objetivo de la cámara que lleva siempre colgada al cuello Isra. La muestra puede visitarse hasta el 2 de junio.

—Dice que es su primera exposición, pero no me cuadra...

—Es mi primera exposición individual en la ciudad en una galería. Aunque la primera del todo fue en el año 2004 en el Taller. De hecho fue el pintor Xaime Cabanas el que me compró mi primera fotografía. Y ahora he metido tres fotos que le hice en el catálogo de la exposición que acaban de hacerle en el Kiosco Alfonso y Palexco. El caso es que hasta ahora no había surgido la oportunidad de hacer una exposición así. Y la verdad es que no podía ser mejor, porque tenía muchísimas ganas de trabajar con Nuria Blanco en Moret Art, que me parece todo un referente del arte en la ciudad.

—Centra la muestra en su colección El Noroeste y otras cosas.

—Llevo desde el 2008 con este proyecto. Me puse un radio de dos horas en coche para sacar fotos, así que entra León, Asturias, norte de Portugal... Es un noroeste no solo geográfico, sino sentimental. Es mi visión de esta esquina del planeta. Hay paisaje, arquitectura, naturaleza muerta, luz, alguna abstracción... Lo que no hay son personas, aunque sí el rastro, la huella que dejamos. Lo que me interesa es buscar localizaciones, como en el cine, dar con escenas en las que pueda ocurrir una historia. Al final tengo un montón de fotografías. En Instagram he publicado unas 600 de esta colección, pero no son todas ni de lejos.

—Y de todas estas ha tenido que escoger tan solo 22 para la exposición. ¿Cómo fue el proceso?

—Duro, con sangre, sudor y lágrimas. Me ayudó en cierta manera el tema de las redes sociales, me permitió comprobar cómo funcionan juntas, qué narrativa llevan. Pero me costó mucho escoger. Bueno, las diez primeras salieron rápido, esas estaban claras. Pero hay dos o tres en las que me mojo mucho, son más complicadas, menos amables que las que cuelgo en Instagram. Más de galería, quizá.

—Llama la atención el formato cuadrado de las fotografías. ¿Tiene algo que ver su publicación en Instagram?

—En realidad empecé antes yo con el formato cuadrado que Instagram .Tampoco es tan novedoso, que ya lo usaba Luis Baylón. Aunque sí que es cierto que en color no es muy habitual. Es un formato que me gusta porque me permite aproximarme a la imagen. No suelo usar angulares. Y cuando apareció Instagram resulta que encajaba ahí de maravilla.

—Pues no parece un formato muy cómodo para según que imágenes.

—No es complicado, te acostumbras a ver las cosas así. Si tienes la herramienta adecuada, no hay problema. Y en este caso es una cámara japonesa pequeña, de bolsillo, que me llevo a todas partes, incluso cuando bajo a hacer la compra al supermercado. Nunca sabes si te vas a encontrar un bodegón en cualquier lugar.

—En sus bodegones urbanos todo parece casual, encontrado, pero resulta demasiado estético.

—Pues te aseguro que son fotos casuales. Nunca coloco ni preparo nada. Como mucho, una patadita para colocar mejor algo, pero nada más. No manipulo nada de la escena.

—Hay cierta obsesión con la arquitectura, con las azoteas.

—Es que cada vez que voy a casa de alguien que vive en un piso alto no lo puedo evitar, saco la cámara. Después de la pandemia, cuando nos dejaron salir, fui a casa de unos amigos que viven en lo alto de la torre Efisa y llené una tarjeta de memoria entera. Soy muy urbanita, me encantan los horizontes de azoteas.

—Ha conseguido que sus fotografías sean perfectamente reconocibles más allá de la firma.

—Mucha gente me viene a enseñar en el móvil fotos que sacan y me dicen «mira, me acordé de ti, es de las tuyas». Hasta mi hijo, con seis años, me dice «he visto una pared rara de esas que te gustan». Desde luego no son fotos de una puesta de sol naranja con la silueta de la torre de Hércules. Son otra cosa.

«Tengo pendiente hacer algo, quizá un libro, con los retratos nocturnos del Antiguo»

Apenas inaugurada la exposición de Isra Cubillo en Moret Art ya le llovían las preguntas de para cuándo otra con el resto de series en las que trabaja el fotógrafo, como los retratos nocturnos en blanco y negro que hace en Pardo Bazán, a las puertas del Antiguo, local que regenta desde hace más de 25 años.

—¿Por qué escogió esta colección para la exposición y no otra o una mezcla de sus trabajos?

—Probablemente este sea el tema que tengo más cerrado, más completo. Además, creo que es también la serie a la que le tengo más cariño.

—Hay imágenes de calles vacías que recuerdan de alguna manera a los días del confinamiento.

—Pues son muy anteriores. Salía de trabajar en el Antiguo y me recorría diferentes barrios, con las calles vacías. Me encantaba esa imagen. Pero con la llegada de la pandemia se volvió algo normal y horroroso. Incluso se han presentado como retratos de pandemia algunas fotos mías que eran de tres años antes.

—¿Cuál será su próximo proyecto?

—Me gustaría ponerme con el proyecto del barrio de Os Castros, que es como un spin-off de El Noroeste y otras cosas. Lo tengo ya bastante maduro, con una preselección ya hecha. Me gustaría convertirlo en un libro.

—Y seguirá con sus retratos nocturnos a la puerta del Antiguo.

—Es que el 25.º aniversario nos cogió con el bar cerrado por la pandemia y no pudimos celebrarlo en condiciones. Y quedó pendiente hacer algo con los retratos, quizá un libro. Es una visión sociológica interesante, porque es un bar muy democrático, por allí pasa todo tipo de gente. Y en blanco y negro, porque la luz por la noche se vuelve amarilla y no me gusta.