Adiós al compositor gallego más relevante de todo el siglo XX

hugo álvarez

A CORUÑA CIUDAD

CEDIDA

Su legado incluye más de 700 obras con la tradición propia como motor creativo

02 ene 2023 . Actualizado a las 10:52 h.

La muerte este Fin de Año en A Coruña de Rogelio Groba (Ponteareas, 1930), pocos días antes de cumplir los 93 años de edad, ha de verse como el cierre de una página fundamental en la historia de la música gallega. No en vano, el prolífico autor deja un catálogo que comprende la friolera de más de 700 obras de todo tipo de estilos, casi siempre con Galicia como máxima inspiración.

Oriundo de Guláns y formado entre Vigo y Madrid, mantuvo desde siempre una fecunda relación con la realidad musical gallega de su época, haciéndose cargo en diferentes etapas de formaciones como las bandas municipales de Tui, Ponteareas, A Estrada o A Coruña, o las corales coruñesas El Eco y Follas Novas. Además, dedicó gran parte de su tiempo a la enseñanza estando al frente del Conservatorio Superior de Música de A Coruña durante 20 años. Por si fuera poco, aprovechó para escribir varios ensayos.

Como autor, siempre defendió la tradición gallega como uno de sus principales motores de creación, poniéndola en diálogo con diferentes corrientes estéticas que hacen de su música algo bien reconocible, y cultivando la composición tanto de música popular como de música culta. Su obra incluye desde música sinfónico-coral (destacando la Cantata Nova Galicia o la Gran Cantata Xacobea, una de sus composiciones más importantes) hasta varias óperas, música de cámara, pasodobles o conciertos para instrumentos y orquesta. Activo hasta el final de sus días, la Sinfónica de Galicia (de la que fue compositor asociado durante su primera etapa) acababa de estrenar hace menos de dos meses su Sinfonía n.º 16, Voces da Terra, bajo la dirección de Jose Trigueros, como parte de los actos de celebración del 30 aniversario de la orquesta.

Su carrera le hizo merecedor de un buen número de premios, entre los que destacan el Premio de la Crítica Gallega, en 1979, el Premio de Cultura de la Xunta de Galicia, en 1992, la Medalla Castelao, en 1995, o el Premio Internacional de Composición Auditorio de Galicia en 2004. Es Hijo Predilecto de Ponteareas y se le puede considerar sin temor a equivocarse como uno de los intelectuales gallegos más reseñables de los últimos 50 años.

Su música se ha interpretado en todo el mundo y cuenta con casi 30 grabaciones en torno a sus obras, a cargo de intérpretes como la London Symphony Orchestra, la Orquesta de Cámara Galega, la Banda Municipal de A Coruña o el coro London Voices bajo batutas como las de Andrew Litton o Maximino Zumalave y con solistas como Matts Lidstrom o Pedro León.

Pocos autores gallegos de música clásica en este último siglo pueden presumir de haber tenido la trascendencia de Groba. Infatigable y entusiasta ante la idea de asumir nuevos retos, logró expandir la tradición de las raíces gallegas de cara al mundo a través de una obra que llegó a alcanzar importante proyección nacional e internacional, en lo que podríamos definir como una carrera de fondo construida desde Galicia para el mundo. Si, como declaraba a este periódico en su última entrevista, su meta era «ser recordado como un compositor que deja un legado fruto del amor a Galicia» podemos decir que lo ha conseguido; porque para hablar de música clásica en Galicia hay que destacar, por derecho propio, la figura de Groba como uno de los compositores gallegos más relevantes, sino el que más, del siglo XX.

Quizá ahora, que a buen seguro se sucederán los homenajes, sea el momento de que la realidad musical gallega le otorgue el lugar que, sin duda, merece. Tal vez desempolvando algunas obras de gran formato que permanecen pendientes de estreno. O, como sucede tantas veces, tal vez ahora que él falta sea el momento en que la producción de Groba empiece a ponerse en valor como lo que es: uno de los pocos autores sin los que no se puede entender la evolución de la música clásica en Galicia durante el último medio siglo. Lo cierto es que la música gallega se queda huérfana con la partida de Groba.