Una alumna de primaria: «Estoy harta de que me digan que mi mejor amigo me gusta»

A CORUÑA CIUDAD

El CEIP San Francisco Javier analiza los avances en la igualdad de género
02 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.«Todos y todas somos iguales». Es un discurso que está calando en los más pequeños y que poco a poco se va tatuando en su ADN. Sin embargo, al rascar un poco en ese discurso mental se descubre que falta mucho para que las nuevas generaciones rompan la brecha entre sexos. La AMPA A Cubela del CEIP San Francisco Javier organizó a finales de octubre unas jornadas de Educación en Igualdade con niños de infantil y con alumnos de tercero a sexto de primaria. Los pequeños participaron en una serie de talleres y actividades para analizar cómo entendían ellos la igualdad, si seguían los roles de género, caían en los estereotipos, o en las desigualdades de género. Y ahora ya tienen algunos de los resultados de ese estudio.
Un centro implicado
Las encargadas de impartir las sesiones a los niños fueron la especialista en género y educación emocional Sara Vierna Fernández (Almas Meraki) y la docente formada en igualdad de género Cristina M. Brito (Jumpingkids). Ambas coinciden en que el centro hace un trabajo que contribuye a romper estereotipos como, por ejemplo, priorizar jugar al fútbol en el recreo una vez a la semana, tanto niños como niñas.
En todo caso Sara Vierna incide en que la igualdad de género viene determinada por múltiples ámbitos, como puede ser el profesorado, el entorno externo, la familia, lo que se vive en el patio del colegio e incluso por las actividades extraescolares. «Por poner un ejemplo, en este colegio vemos un cambio en actividades extraescolares que escogen las niñas, mucho más diversas y no solo a las que tradicionalmente se consideran femeninas. Van a fútbol, baloncesto, atletismo... no solo a ballet o a gimnasia rítmica. Sin embargo, eso no pasa con los niños, porque saben que no van a tener aceptación entre sus iguales». Sara explica que los refuerzos sociales que perciben las niñas tienen que ver con la sensibilidad, la dulzura, la debilidad, con el cuerpo, con la sexualidad... «Y el hecho de que se vean fuertes para competir es importante. Y a ello han contribuido los avances feministas». Sin embargo, los niños siguen cementados en el mismo sistema machista de siempre. En este sentido, Sara Vierna explica que los niños reciben el mensaje de que pueden ser lo que quieran, excepto lo que tenga que ver con la feminidad. «Y si lo hace, será castigado por sus iguales... y también por muchas niñas», explica. Así, los pequeños están mucho más contenidos y ello les crea frustración: «A partir de los 8 años dejan de llorar en público y a partir de los 11 dejan de llorar», corrobora. En las aulas escuchó el testimonio de un niño de primaria que se sentía triste porque ya casi no podía jugar con su mejor amiga desde que entró en el colegio. Otra niña se mostró «muy enfadada» porque su mejor amigo es un niño y estaba «harta» de que todo el mundo le dijese que era porque le gustaba.
Aceptación en el grupo
Otro niño que llegó a clase con las uñas pintadas expresó su alegría por poder hacerlo aunque, al seguir indagando, el niño reconoció que los demás se iban a reír de él, así que esa misma tarde le pediría a su madre que se las despintase. «Los niños aprenden que pueden hacer lo que quieran, pero eso no es verdad. Al final, para ellos es importante sentirse aceptado», indica Vierna.
Por su parte, Cristina M. Brito, que tuvo las sesiones con los más pequeños, enfocó las actividades hacia la coeducación, «porque no tenía sentido hablarles de la violencia de género o de la brecha salarial». Utilizó, por ejemplo, el Cuento de los colores, donde se plantea que todos son necesarios, bellos... una analogía de las personas. «Al dejarles escoger los colores, las niñas iban más a los tonos rosas y los niños a la gama de azules. Pero el mensaje no era penalizar sino respetar el gusto de todos y que ambos colores querían ser libres y al unirse salió el morado, el color de la igualdad». Cristina indica que otra actividad fue preguntarles a los alumnos qué querrían ser de mayores. Todos dieron su respuesta, pero curiosamente fue diferente al pedirles que se imaginaran que hubieran nacido del sexo contrario. «En un caso, un alumno varón negó que llevaba un jersey rosa, porque era ‘color piel'. Y seguramente es algo que sus padres le dijeron para evitar el rechazo al rosa». Otro pequeño confesó su pasión por los unicornios «y todos sus compañeros le apoyaron»; otro aseguró que le gustaría tener el pelo largo y vestir de color rosa, pero no lo hacía por miedo. «El resto de sus compañeros hicieron piña con él y le prometieron que ninguno de la clase se reiría de él y que lo defenderían ante cualquiera que se metiera con él en el patio. Fue algo maravilloso», explica Cristina.
El rol de género aparece
Recuerda que a pesar de que las niñas reciben el mensaje de que todos somos iguales y tenemos el mismo potencial, en algún momento el mensaje de los roles de género cala en ellos. Hay que intentar corregir esos sesgos. Insiste en que es importante dotar al alumnado de pensamiento crítico, dinámicas sanas y comportamientos correctos.