Hernán Bustamante, uno de los creadores de «Drag Lab» en A Coruña: «Lo mejor fue ver la emoción y las caras que ponían al verse transformadas»

Alejandro García Chouciño
A. G. Chouciño A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

CESAR QUIAN

Hernán Bustamante, Ángel Currás y Ophelia Pires han impulsado un taller para sumergirse por completo en la cultura drag

21 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

A priori, estos tres jóvenes provienen de ámbitos totalmente distintos. Hernán Bustamante (Caracas, 1990) se formó en Diseño Gráfico y en Estilismo, Arte dramático y Danza; Ángel Currás (Moaña, 1996) se graduó en Psicología e hizo un máster privado en Maquillaje profesional; y Ophelia Pires (Asunción, 1991) estudió Diseño Industrial. Sin embargo, su vena artística y creativa los impulsó a convertirse en drag queens en su tiempo libre y el azar hizo que se conociesen en A Coruña. Ahora, unen su talento para expandir sus conocimientos en este arte.

—¿Cómo surge Drag Lab?

—Hernán (cuyo nombre drag es Harley Vannakut): Todo comenzó hace tiempo, en una fiesta organizada por el colectivo Acéfala (en el barrio de Monte Alto), en el 2021. En ese evento, yo fui de drag queen y se notó un gran interés por parte de los asistentes sobre el mundo drag. A Adrián, uno de los responsables de esta asociación, se le ocurrió la idea de que podría resultar atractivo realizar una «fábrica drag» donde poder informar y formar a las personas en esta cultura. Más adelante, en este mismo local nos conocimos Ángel (Angélica Venerea), Ophelia (Obvia) y yo… y el tema del taller surgió de nuevo, con una propuesta más firme y con unas fechas estimadas. Después montamos las bases, el contenido y lo que necesitábamos y emprendimos este bonito proyecto.

—¿Cuál es el objetivo?

—Ophelia: Dar herramientas a todos aquellas personas que quieran iniciarse en este arte. Aportarles un poco de contexto, de dónde nace y qué es ser drag… pequeños consejos y técnicas para desarrollar su creatividad. Y sobre todo, darles a los participantes la oportunidad de vivir por primera vez la experiencia de verse en drag.

—¿Qué fue lo que más os costó?

—Hernán: Todo [se ríen]. Somos personas con trabajos y horarios complicados. Pero lo primero que nos planteamos fue hacerlo útil para todo el mundo, ya que cada drag es única. Obviamente también necesitábamos que el contenido incluyera todo lo que necesitaban saber cada uno en particular, ya que en función del alter ego que quisieran llevar a cabo, tendríamos que aplicar técnicas de maquillaje o estilismo diferentes.

—¿Cuál ha sido la respuesta de los participantes?

—Ángel: Sin duda ha sido maravillosa. Conseguimos llenar el aforo y muchas personas aún están en lista de espera. Realmente no nos esperábamos tan buena respuesta.

—¿Lo mejor del taller?

—Hernán: ¡Sus caras! Al verse transformadas... su emoción escogiendo atuendos, pelucas, complementos, calzados… En especial la de Drag Diva, un joven con discapacidad que, al verse al espejo, gritó «¡pero qué guapa estoy!». Eso ha sido lo más bonito que nos podía haber pasado, además, por supuesto, de las caras de impresión tan positivas y felices que todos tenían al terminar el taller.

—¿Ha crecido el apoyo hacia la cultura drag en la ciudad?

—Hernán: En general se podría decir que un poco sí, aunque todavía nos falta mucho camino por recorrer. En primer lugar que se cuente con los artistas locales para eventos del colectivo.

—Ángel: En A Coruña, por ejemplo, solo tenemos un local dónde nos dan trabajo y visibilidad todos los fines de semana: el Claro Boba (en la calle Orzán). El local Tre Parole también ha sido muy receptivo a propuestas. ¿Por lo demás? Invisibilización, pura y dura.

—¿Qué consejo dais a alguien que quiera empezar?

—Hernán: Que tenga mucha paciencia, que escuche y que esté dispuesta a trabajar mucho por muy poco. No todo es RuPaul’s Drag Race. Esto es la vida real y las cosas cuestan mucho. No es fácil. Hay que ser realista y disfrutar con cada cosa que se hace. ¡Ah! Y que no se tire de plancha contra el suelo si no lo sabe hacer. Que practique, que se tome su tiempo para hacerlo de forma correcta y no lesionarse.

—Obvia: Primero experimentar, segundo experimentar y tercero experimentar. Yo me aburro fácil y es por eso, en parte, que siempre busco la innovación o la sorpresa. Que creen su propio lenguaje y se diviertan.

«Nunca me sentí cómoda para compartir mi universo femenino con mi familia»

Pese a que ahora demuestran confianza y seguridad en lo que hacen, sus inicios fueron autodidactas y a base de prueba y error.

—¿Quién os enseñó a vosotras?

—Ángel: A mí no me enseñó nadie. Yo me lo guisé y yo me lo comí. Aunque tengo que recalcar que gracias a mi amiga Marisa Prisa y su entrada en Drag Race España, me impulsé todavía más a conseguir el sueño de poder vivir de ello algún día. Ella siempre me animó. Y como no, mis compañeras, Obvia, Harley, Lucía Cabrero, Corea, Lola… Con ellas es, al fin y al cabo, con las que aprendes día a día.

—Hernán: Personalmente no he tenido nadie que me ayude de forma directa, si bien es cierto que me han aconsejado por Instagram algunas drags que vas conociendo a lo largo del tiempo. Todo me lo he currado yo, a base de ensayo y error.

—¿Os apoyaron vuestras familias?

—Obvia: Nunca me sentí cómoda compartiendo mi universo femenino con mi familia por la cultura misógina y machista en la que vivía anteriormente y que tristemente seguimos viviendo. Aprendí a abrazar, a querer y crecer en espacios donde la diversidad era bienvenida y valorada. En mi caso es la escena drag. Ahora mi familia está al tanto y no me lo reprime ni me lo cuestiona, pero sigo sin sentirme del todo cómoda. Aunque tengo que decir que valoro sus avances.

—Ángel: Nunca tuve ningún problema con mi familia a la hora de dejarme ser libre. «No inviertas más de la cuenta en Angélica si después Ángel no va a poder vivir bien», me aconsejan. «Podrías atracar un banco y nadie se daría cuenta», eso me lo dijo mi padre un día y me hizo gracia, entiendo, por su forma de ser, que estaba diciéndome que estaba guapa.