Historias de Todos los Santos en A Coruña: «Seis rosas blancas, una por cada bisnieto, a la matriarca de la familia»

Elena Silveira
Elena Silveira A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

San Amaro se llenó de flores y castañas en un día en el que la alcaldesa destacó la labor de los docentes y a dos personas vitales en la infancia de Pablo Picasso, Isidoro Brocos y Gumersindo Pardo

02 nov 2022 . Actualizado a las 09:11 h.

El Día de Todos los Santos amaneció brillante. Casi primaveral. Y eso hizo que los coruñeses se levantaran temprano para acudir a los cementerios para rendir homenaje y recordar a sus seres queridos ya fallecidos. «Pon el ramo un poco más abierto». ¡Cuidado! no lo tuerzas que se cae el agua!».«Mejor cambia esas flores de sitio, que así parece que son muy pocas», comentaban algunos de los que este festivo acudieron al camposanto de San Amaro. El ir y devenir de gente fue fluido, constante y tranquilo durante todo el día, aunque a partir de las doce del mediodía se notó una mayor afluencia y agentes de la Policía Local comenzaron a regular el tráfico en los pasos de cebra más conflictivos.

También madrugó, como ya es tradición, Sergio Gallego Tesouro, que desde las ocho de la mañana estaba con el carrito de las castañas a la entrada de San Amaro. «Teño 77 anos e levo no oficio 63. Na familia vendemos xeados, churros, castañas... E dos nove irmáns que somos catro temos este negocio», confirma. Dice que este año las castañas vienen no muy grandes, pero sí sabrosas. Y lamenta que, con el tiempo, se vaya perdiendo esta tradición. «Xa case non quedan castañeiros. A xente nova non quere traballar. É duro porque hai que star na rúa, pero máis perigoso é estar no andamio ou no mar», comenta.

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Antes, cuenta, hacían los típicos collares de castañas que se ponían los niños el día de Todos los Santos. Pero esa tradición también se va perdiendo. Algo que también confirma Eva Fariñas, una de las gerentes de la Floristería Calo. «Muchas familias que vienen a recoger los encargos florales traen a sus niños vestidos de Halloween, con las cestitas para el truco o trato. Nosotros tenemos a la entrada bombones y chocolates para los más pequeños, porque es una tradición que ya se ha arraigado. Sin embargo, ninguno viene con ese collar de castañas que es una tradición mucho más nuestra», dice. Ella y sus compañeros llevan desde las siete de la mañana en la tienda, atendiendo a los clientes. Dice que algunos llevan preparando este día más de un mes, limpiando y adecentando tumbas, nichos o criptas. Y encargando incluso los ramos o coronas que quieren para honrar a sus seres queridos. Sobre lo que más han vendido este año, confirma que es el crisantemo de bola grande. «Puede durar entre cuatro y cinco semanas y, dependiendo de cómo sea de grande, puede costar entre 3,50 a 6 euros la unidad. Es una flor buenísima, con mucha tradición aquí. Lo habitual es tenerlas en amarillo y blanco, pero todo se renueva y para este día de Todos los Santos también las teníamos en fucsia, tonos rosados y caldero», explica. 

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El camposanto se llena estos días de historias familiares entrañables. Aunque algunas también son dramáticas. La que cuenta Elena Moreno Campoamor es más bien fraternal. Ella y sus dos hijas visitan desde hace años la tumba de su madre, María Luisa Campoamor. Las hijas fueron teniendo descendencia y ahora, los seis nietos (de entre 9 años y los mellizos de ocho meses), acuden como una tradición a ponerle «seis rosas blancas, una por cada bisnieto, a la matriarca de la familia». Elena, Matilda, Jacobo, Tomás, Gonzalo y Mencía toman la visita como un día especial, como una tradición que los ha ido uniendo todavía más. «Yo venía a ver cómo estaban las flores de la bisabuela. Las habían sacado y le hemos puesto estas otras frescas», dice la mayor de los críos. Y Matilda fue a enseñarle el oso de arco iris que «nació» el pasado 7 de agosto en un viaje a Londres. Elena Moreno, rodeada de tanta vida, comenta con una mezcla de nostalgia y esperanza que «mientras se van unos vienen otros...».

Visita cada mes

También Raimundo Salaberri Coto y su esposa María José Maseda madrugaron para ver las tumbas de sus ancestros. En el caso de Raimundo, sus bisabuelos, abuelos, padres, yernos, primos... están enterrados en el nicho familiar. «Aunque antes no se llevaba, los últimos ya fueron con incineraciones», comenta. Raimundo es tataranieto de Andrés Torres Villaverde y, ahora, no quedan muchos a los que consultar la historia familiar. «Pero nosotros venimos cada mes, para ver cómo están las flores, por si hay que cambiarlas o recolocarlas, porque esta parte del cementerio es muy venteada y, además, el nicho está en un tercer piso y no es fácil llegar a él», explica.

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Su mujer dice que la sepultura de su familia está unos metros más arriba. «La compró una tía de mi madre en 1906, Mercedes Maseda, que murió con 102 años. Su padre era procurador en las Cortes y hubo un momento que, con ella, estaban vivas cinco generaciones». Dicen que este martes fue una excepción porque lo habitual es que vayan a San Amaro uno o dos días antes de Todos los Santos para evitar aglomeraciones y estar más tranquilos. O incluso el Día de Difuntos. «Porque los jubilados no tenemos un horario estricto», explican. «Pero hoy hemos quedado con las hijas y nos hemos adelantado», añaden.

Ofrenda de Todos los Santos

También en San Amaro hubo este martes un acto especial presidido por la alcaldesa Inés Rey, y a la que acudieron miembros de todos los grupos de la corporación municipal para rendir homenaje a Todos los Santos. Inés Rey aseguró que en San Amaro descansan coruñeses «que forman parte da nosa historia» y que hicieron su contribución para que «hoxe desfrutemos dun mundo mellor», por lo que es imprescindible realizar este tipo de homenajes para que ninguno «caiga no inxusto esquecemento». La alcaldesa se refirió de una forma especial a que el próximo 2023 se celebra los 50 años de la muerte de Pablo Ruiz Picasso. Enumeró a decenas de personas relacionadas con el pintor universal y cuyos restos descansan en A Coruña, como el que fue su profesor en A Coruña, Isidoro Brocos, o el pintor, político y farmacéutico Gumersindo Pardo Reguera, «pai de Antonio, o mellor amigo de Picasso». La regidora agradeció, precisamente, la labor y dedicación que profesores y docentes contribuyen a la formación de los niños y jóvenes que forman parte de la sociedad, «como tamén o fixo no seu día María Barbeito». Como último acto oficial, la comitiva también dejó una corona en las tumbas de Isidoro Brocos y de Gumersindo Pardo Reguera.

Homenaje a los que influyeron en la vida de Picasso.La alcaldesa, acompañada por la directora del Eusebio da Guarda, Isabel Ruso, dejó un ramo de flores delante de la tumba de Isidoro Brocos, maestro del artista en ese centro escolar. También estuvo Ignacio Pardo, descendiente de Gumersindo Pardo Reguera, que dejó un ramo delante de la tumba de este, quien fue pintor e inspirador de Picasso.
La alcaldesa, acompañada por la directora del Eusebio da Guarda, Isabel Ruso, dejó un ramo de flores delante de la tumba de Isidoro Brocos, maestro del artista en ese centro escolar. También estuvo Ignacio Pardo, descendiente de Gumersindo Pardo Reguera, que dejó un ramo delante de la tumba de este, quien fue pintor e inspirador de Picasso.