Robe Iniesta: «Sigo escribiendo canciones para ver si le encuentro el sentido a la vida»

Javier Becerra
javier becerra REDACCIÓN / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Robe Iniesta, en una actuación en Santiago en el 2021.
Robe Iniesta, en una actuación en Santiago en el 2021. Paco Rodríguez

El cantante de Extremoduro actúa este lunes en el Coliseum de A Coruña

30 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Mito del rock español y artista totalmente aparte de todo, Robe Iniesta regresa a Galicia con su proyecto en solitario tras su paso en septiembre por el Caudal Fest de Lugo. Será este lunes en A Coruña (Coliseum, 21.00 horas, desde 39 euros), un concierto que se incluye dentro de la gira de su disco Mayéutica (2021) pero en el que ya suelta algunos temas de lo que será el próximo disco.

—En su último tema «Ininteligible» dice: «Volvería a hacerlo todo igual». ¿Una reafirmación?

—Puede ser.

—¿No arrepentirse forma parte del juego?

—Es que lo de arrepentirse es muy gratuito. Por una parte, no vale para nada. Y por otra, somos quienes somos gracias a nuestros aciertos y nuestros errores. ¿Arrepentirte de coger la moto el día que te pegaste la hostia? A lo mejor, luego te la hubieras pegado con un coche y más gorda.

—¿El riesgo constante es parte de su filosofía como artista?

—En la música intento seguir evolucionando y hacer cosas nuevas. Para eso hay que arriesgarse. Lo primero que intento es sorprenderme a mí mismo y luego a los demás. Eso supone un camino y una exploración.

—¿Ese camino es instintivo?

—Musicalmente, todo es instintivo. Yo no puedo planear nada, ni decir: «¡Voy a hacer una canción que hable sobre esto!». Tampoco si la canción va a ser lenta o rápida. Yo descargo y sale lo que sale. Si me emociona es válido.

—Pero ese instinto luego deriva en discos conceptuales como «Mayéutica», que tienen mucho de reflexivo.

—No es algo que planifiques. Sino que sale y luego le das un sentido. No te propones hacer una canción de 45 minutos. Es una tontería imponerle más límites a la creación de los que ya tiene.

—A lo mejor lo suyo es transgredirlos. ¿Es de los que fuerza?

—Sí, pero no pretendo ir a la contra. Mi idea es dejarme fluir mientras creo y no encasillarme.

—Dice que el videoclip de «Ininteligible» —en el que actúan en una librería que se destruye y terminan al aire libre— va contra la moda de los «tiny desk», esos conciertos sentados en una mesa de la era covid-19. ¿Le molesta la moda de ese formato?

—No se trata de eso, sino de que ya se había acabado la pandemia y estábamos en otra historia. Y vale ya de tocar en despachos, librerías y sitios extraños. Ya se puede hacer otra cosa. Vamos a vivirlo de otra manera. Hubo un momento en el que surgió cuando no se podían hacer otras cosas, y que estaba bien, pero ahora ya se puede hacer normal. Esto lo queríamos hacer grabándolo en directo. No salió todo lo bien que queríamos porque había mucho viento y se coló un poco. Las voces y el violín los tuvimos que volver a repetir en estudio.

—¿Cuándo cogió una guitarra eléctrica por primera vez?

—Buff... hace mucho tiempo [risas]. Empecé con la guitarra española y luego llegó la eléctrica, pero es una historia muy lejana.

—¿Recuerda por qué lo hizo?

—En principio, si te gusta la música te gustan todos los instrumentos, pero te decantas por uno porque te gusta más. Era un instrumento más fácil para luego encontrar gente y tocar. Me refiero a la tuna, de pequeñito.

—¿Dice la tuna?

—No me refiero a la de la universidad, de estudiantes, sino a la del colegio, de chavalín.

—¿Con la bandurria y todo?

—Sí, había de todo [risas]. Te daban el instrumento según entrabas y la edad que tenías. A mí me decían que para la guitarra era muy canijo, que no podía ser. Ahí hubo una buena bronca. Tuvo que ir mi padre a convencer al profesor de que tenía que tocar la guitarra y no la bandurria. No, conseguí meterme con la guitarra.

—¿Salía ahí la vena roquera?

—No, entonces aún no.

—Su manera de tocar es muy peculiar y característica. A lo mejor el origen está ahí.

—Bueno, tocas la guitarra de una manera que te permita seguir mientras vas cantando. Al final estás haciendo las dos cosas y yo toco la guitarra para componer, para guiarme y llevar los tonos. Tienes que decantarte por una cosa u otra. Al final estás cantando y pones ahí toda la cabeza.

—¿Por qué cree que sigue haciendo canciones en el 2022?

—Hombre, es que es lo que más motiva. Más que tocar en directo. Más que nada. Yo sigo escribiendo canciones para encontrar cosas distintas y para ver si le encuentro el sentido a la vida en una canción. Luego, una vez que la tienes, lo que quieres es que la escuche todo el mundo. Meterte en el local y hacerla lo mejor posible.

—¿Hay veces que las cosas tienen más sentido en una canción que en el mundo real?

—Hace poco leí que en la poesía hay una información importantísima y hay mucha gente que por desconocer esta información vive y muere infeliz. Me parecía que lo definía con gran exactitud.