Trasplantado tras dos meses conectado a un corazón artificial: «Mi hijo sabe que le han salvado la vida»

R. D. Seoane A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

«Gracias a Dios está muy bien, está evolucionando muy bien», dice. Es la madre del niño trasplantado en A Coruña después de dos meses en la uci conectado a un corazón artificial implantado con una técnica pionera que no se había utilizado antes en España en población infantil. 

Ya mucho más tranquila, Isabel rememora ahora el shock que sufrió la familia ante el «susto enorme» del que todavía se recuperan. No menos impactante que la noticia recibida cuando, después de que su chico se derrumbase en la calle en Vigo, lo trasladaron al Hospital Teresa Herrera de A Coruña, el materno del Chuac . «A mí no se me va a olvidar nunca la cara de mi hijo cuando le dijeron que su corazón no funcionaba».

«Somos de Almería, se suponía que veníamos de vacaciones y nada más llegar, el primer día, ocurrió», relata sobre el síncope que, después de una comida, acabó con el niño en el suelo, la ambulancia, el traslado primero al hospital olívico y después al de A Coruña, la noticia de la insuficiencia irreversible, el corazón artificial, la emergencia 0 esperando un donante, dos meses de uci y, finalmente, el trasplante

 Ella y su marido, Vicente, no se han separado del chico en todo este tiempo. El padre, profesor, pidió un permiso especial por cuidado de hijo gravemente enfermo. A ella, enfermera, ya no le permitieron acogerse a la misma fórmula por idéntica causa, así que no le quedó otra que solicitar días sin sueldo. En casa, a más de mil kilómetros, con las abuelas están sus otros dos hijos, una niña y el mellizo del joven paciente que, en la otra punta de España, ha saltado ahora a las noticias. «Sus hermanos vinieron a verlo, y les impactó, nunca hemos estado tanto tiempo separados. Fue muy difícil para todos y para él… muy complicado. No conoces a nadie, estás en otra ciudad, en un hospital…. terrible», repite. 

Cuenta que aunque su niño «tenía sus problemas cardíacos», ya que a los ocho meses le diagnosticaron una miocardiopatía dilatada, nada les hacía pensar que pudiese suceder lo que pasó de forma tan repentina. «Primero lo seguían en nuestra ciudad y a los 12 años lo derivaron a Córdoba, a otro hospital, el Reina Sofía. Se suponía que a lo mejor, en un futuro, tendrían que operarlo o trasplantarlo. Pero era una posibilidad que no tenía por qué pasar; pasamos de hacer una vida normal, como cualquier chico de su edad, de jugar al fútbol, y de todo, a llegar a Galicia y que de buenas a primeras… Esa mirada de mi hijo no se me va a olvidar», repite. 

El muchacho, como ellos mismos, «no se lo podía creer». «Que te digan que tu corazón no funciona… Pero, ‘qué me estás diciendo, si yo me encuentro bien', me decía», relata la mujer. «Si para nosotros ya fue difícil, imagínate para él», insiste la madre. Todavía tiene sobre la piel la angustia y los dos meses de su niño postrado en la cama «sin poder mover la pierna izquierda porque era donde tenía conectada la máquina de asistencia… Han sido días muy duros».  Pasa esta mujer de inmediato de los malos momentos al reconocimiento: «No tengo palabras para agradecer tanto, no tengo palabras con las que agradecer cómo se han portado aquí todos, con él y con nosotros.Todos han sido fabulosos, desde el escalón más bajo al más alto», recalca mientras suelta una retahíla de nombres de quienes, en un momento u otro, les prestaron apoyo durante esta travesía inesperada. A modo de ejemplo, se para en la labor de «Rocío, la trabajadora social» y menciona la fortuna de contar con el Hogar de Corazones para alojarse cuando no se tiene a ningún conocido, ni en la ciudad ni cerca, al que poder pedir cobijo. 

En medio del desconcierto inicial tuvieron que digerir sin tiempo alguno la gravedad del niño mientras buscaban un billete para meter a sus otros dos hijos solos en un avión de vuelta a una ciudad con la que no hay vuelos directos. Y sin poder tomar aire y prepararse para lo que todavía quedaba por delante. La incertidumbre. «Estás viendo que tu hijo está malo, va a peor, y que no hay donante… Él a veces lloraba. Dos meses se hacen muy largos», intenta explicar. Inimaginable también el miedo del chico: «Estaba asustado, sí, y todo su afán era poder volver a ponerse de pie». 

«A su padre y a mí no se nos olvidará el 7 de septiembre, es su segundo cumpleaños. Estaba en una situación desesperada y el corazón no llegaba, no llegaba, pasaba un día y otro y otro… Cuando la doctora María nos dijo que tenía una buena noticia…¡Por fin!. Nos abrazamos los tres llorando. No veíamos cuándo iba a llegar».  

Manos entrelazadas de los padres y el  niño trasplantado de corazón en el Hospital Teresa Herrera, el materno del Chuac (A Coruña), después de dos meses conectado a un corazón artificial o asistencia ventricular mínimamente invasiva utilizada por primera vez en España en población infantil
Manos entrelazadas de los padres y el niño trasplantado de corazón en el Hospital Teresa Herrera, el materno del Chuac (A Coruña), después de dos meses conectado a un corazón artificial o asistencia ventricular mínimamente invasiva utilizada por primera vez en España en población infantil

 A partir de ahí, todo fue rodado. Aquel temor a no volver a pisar el suelo pronto quedó en nada. Lo pudo hacer casi de inmediato y ya con su nuevo corazón en el pecho. «Los primeros días caminaba muy poco, pero salió andando del hospital, estamos muy muy contentos; él sabe que le han salvado la vida, que le han dado una segunda oportunidad», resume la mamá sobre la sorprendente evolución al salir del quirófano. «Tenía ganas de comer y beber, y aunque estaba un poco asustado con miedo de no moverse, ya cuando le quitaron el tubo había una cosa a la que le daba vueltas, quería ver la cicatriz por la que le habían metido el corazón». Ya la ha visto y cree que «igual por las películas» se la esperaba más grande. «No se le nota casi nada», confirma la mamá. 

Con la alegría de lo que, pese y contra todo, ha acabado tan bien, este martes confesaba que «estamos deseando volver a casa». «Estamos muy contentos y no sé como voy a agradecer tanto, pero él tiene ya muchas ganas de irse, de estar con sus hermanos, con sus amigos, de volver a clase, de hacer su vida». Lo normal para un chico de 14. El jueves, le harán una segunda biopsia de control y están pendientes también de una analítica por los inmunosupresores. Si todo sale como se espera, retomarán la plácida rutina de lo cotidiano. Nada menos.