Salman Rushdie en A Coruña

José María Paz Gago LÍNEA ABIERTA

A CORUÑA CIUDAD

Kopa

14 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Rememoro con tristeza estos días la estancia de Salman Rushdie en A Coruña, en septiembre del 2009, cuando vino a inaugurar el Congreso Mundial de Semiótica con una inolvidable conferencia sobre «El fin de la novela». En una circunstancia parecida acaba de ser brutalmente apuñalado, sin duda en cumplimiento de aquella fatídica fatua que fue lanzada contra él en 1989.

Y me viene a la cabeza lo ocurrido hace ahora más de una década. Cuando anunciamos en la prensa que el autor de Versos satánicos, libro considerado blasfemo por el ayatolá Jomeini, abriría aquel congreso, un inspector de la Policía Nacional me llamó a su despacho para recriminarme duramente mi irresponsabilidad por haberlo hecho público y me informó que harían un estricto seguimiento de su estancia en la ciudad para preservar en todo momento su seguridad.

En aquel momento me pareció exagerada la actitud del policía y comenté aquella conversación con el escritor. Como se cumplían veinte años de la fatua, Rushdie me dijo que estaba harto de llevar dos décadas oculto, de estar literalmente «enterrado en vida», por lo que quería salir de la clandestinidad y rechazaba cualquier tipo de protección policial.

Transmití este extremo al inspector, que hizo caso omiso a mis advertencias y a la voluntad de Rushdie. Desde la llegada al aeropuerto, en todo momento estuvimos escoltados por los agentes, que no actuaron con toda la discreción que los organizadores hubiéramos deseado.

Cansado del viaje, el escritor se retiró a dormir, pero sobre las doce de la noche me llamó asustado. Alguien le había despertado bruscamente pretendiendo someterlo a un interrogatorio, lo cual le había alarmado. Me presenté inmediatamente en su habitación y todo se aclaró, pues se trataba de dos inspectores de policía que querían saber con detalle el itinerario del escritor al día siguiente.

Todos los lugares donde estuvo fueron inspeccionados cuidadosamente por agentes y perros adiestrados. Tanto el Hotel Attica 21 como la Facultad de Sociología, el Real Club Náutico donde almorzamos, y donde Salman Rushdie fue entrevistado por Leoncio González para La Voz de Galicia, como la finca Valdeameno donde sus propietarios ofrecieron una espléndida cena al escritor, servida en una vajilla de Bombay, su ciudad natal, y donde disfrutó de una copa en sus jardines centenarios.

Lo que me pareció un exceso de celo en aquel momento, hoy me parece una muestra de la profesionalidad impecable de nuestros cuerpos de seguridad.

Aunque el autor de Los hijos de la medianoche, su indiscutible obra maestra, trataba de llevar una vida aparentemente normal, lo cierto es que en el 2012 y el 2016 el edicto de muerte iraní fue relanzado, llegando la recompensa ofrecida al asesino de Salman Rushdie a los cuatro millones de dólares.

La intolerancia y el odio no han descansado hasta cumplir una terrible amenaza para acabar con la vida de un hombre honesto, defensor del pensamiento abierto y de la libertad de expresión.