Adiós al último bazar de la calle Real

Javier Becerra
javier becerra CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA CIUDAD

.

En algunos viales los comercios dotaban a estos de una personalidad especial. La misma que se pierde cierre a cierre

22 jul 2022 . Actualizado a las 14:06 h.

El tiempo pasa sin piedad. Y se lo lleva (casi) todo con él. O se hace un hercúleo ejercicio de resistencia a través de las sagas familiares o lo normal es los negocios nazcan, crezcan, se desarrollen y, finalmente, mueran. Lo que ocurre es que en algunos viales los comercios dotaban a estos de una personalidad especial. La misma que se pierde cierre a cierre.

Me golpeó esa realidad ayer por la mañana al ver en la calle Real el Catina con sus escaparates desnudos y la persiana bajada. Este local, que se había expandido al bajo de la tienda For —otra leyenda del comercio coruñés—, portaba indirectamente la última bandera de aquellos nobles bazares repletos de objetos brillantes y especiales. Disparaban el deseo antes de que las grandes superficies cambiasen nuestra mirada. Allí, cuando se iba al centro, se desplegaba toda una fantasía de puzles Educa, muñecas de Famosa, triciclos, juegos de Tente y cajas de clicks de Playmobil. Las había todas: la de la nave espacial, el fuerte, el barco pirata... Las que veíamos en la tele. En sus escaparates tomaban forma.

Compartían espacio con muñecas de sevillanas, toros de juguete con banderillas, llaveros de Naranjito, platos de Galicia, torres de Hércules y todo tipo de suvenires de aquella ciudad granulada que acogía el Mundial 82 y donde los niños llevaban los mismos pantalones cortos que los protagonistas de Verano azul. Por eso, pasar por allí y ver, ya de mayor, esos negocios abiertos —Porvén, Bazar Pepe, Bazar Martí...— suponía tener un ancla con lo que era esta ciudad. Lo que, año a año y cierre a cierre, fue dejando de ser. Se le suma ahora el del Catina, último mohicano de una calle de la que apenas queda nada de todo aquello que otrora nos hacía sonreír. Ley de vida.