Nonia Pariente: «La ciencia tiene que ser en abierto»

Sara Pérez Peral
Sara Pérez LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Cedida

Editora jefa de una de las revistas científicas más prestigiosas, «PLOS Biology», apuesta por una divulgación sin ánimo de lucro

12 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

De investigar en un laboratorio pasó a editar revistas científicas. De la práctica, a la teoría. Nonia Pariente (A Coruña, 1976) se mueve por vocaciones y convicciones: decidió estudiar Biología cuando un amigo de su padre murió de sida. Quería curar la enfermedad. Luego dejó una de las revistas más prestigiosas, por no decir la que más, Nature, para trabajar en otra sin ánimo de lucro. Para ella, la ciencia tiene que ser en abierto. No hay más.

—¿Cómo se decide qué trabajos valen y cuáles no?

—Dependiendo de en qué revista estés, hay un baremo editorial u otro. Cada una tiene su objetivo. Tienes que ver cuánto contribuye la investigación al campo. ¿Hay resultados relacionados publicados? Sí o no. ¿Abre una línea de investigación de manera que otros laboratorios puedan seguir ese camino? ¿O es algo que aporta un dato más a una línea de investigación ya conocida? Miras cómo es ese resultado. Si cumple el criterio editorial de la revista, lo mandas a revisión por pares, que eso te dirá si los experimentos están bien hechos y son concluyentes.

—¿Es difícil publicar?

—Requiere años de investigación. No es fácil. Además, el campo de las ciencias de la vida es cada vez más interdisciplinar, necesitas más tipos de técnicas y, sobre todo, tener una pregunta original que no se haya descubierto todavía. Es mucho esfuerzo por parte de los investigadores. Y eso nosotros lo tenemos en cuenta.

—Los índices que dan prestigio a las revistas, ¿son justos?

—Se prestan a todo tipo de tergiversaciones. No se debe hacer el uso que se les da. Hay revistas que se autocitan muchísimo y suben, y otras cuya estrategia es tener el máximo número posible y todo su contenido se basa en los campos de moda, no en las mejores investigaciones. Entonces, basarse exclusivamente en eso no le hace buen servicio a la ciencia.

—¿Podría tener este mismo trabajo en España?

—No hay muchas revistas científicas españolas. Hay algunas que se publican en español, pero creo que, aunque no soy experta en esto, no funcionan con editores científicos profesionales. Los editores jefes son académicos y no podría ejercer un puesto análogo. El idioma de la ciencia es el inglés, con sus pros y contras, pero la realidad es la que es. España no tiene revistas suficientemente potentes como para tener proyección laboral.

—«PLOS Biology» publica contenido científico en abierto. Parece ciencia ficción.

—Mucha gente me pregunta por qué me fui de Nature a PLOS Biology, porque ciertamente algo de prestigio sí que perdí. Me llamó mucho la atención que fuera sin ánimo de lucro. Creo que la divulgación no ha de hacerse con animo de lucro. Y que fuera en abierto. Se creó un modelo en el cual el que paga es el autor para cubrir los gastos de publicación, solamente esos. Y todo el mundo puede leerlo, esté donde esté.

—Pero podría limitar a quienes no tengan los recursos, y dejaría en escena solo a los grandes centros.

—Ese es un riesgo real, sí que es cierto que muchas agencias de investigación ya incluyen en sus proyectos dinero para sufragar estos gastos. En España no pasa esto. Queremos pasar del modelo en el que es el autor quien tiene que pagar a otro que no le cueste nada. Hay varias opciones que se basan en que sean las instituciones quienes asuman esos cargos. Queremos abrir vías para que solo paguen los que puedan pagar.

—O sea, que la ciencia antes no estaba al alcance de todos.

—Sí, los contenidos en abierto son una forma de democratizar el acceso.

—¿Qué cambió el covid en la divulgación?

—La ciencia abierta permitió un avance científico mucho más rápido. Hubo un gran pacto, donde muchas editoriales firmaron un acuerdo para intentar publicar los resultados lo más rápido posible. Pero demasiado rápido no siempre es bueno.

—¿Qué es lo más difícil de la edición científica?

—Hay varias cosas. Una de ellas es que siempre hay mucho trabajo, los investigadores quieren que tomes decisiones rápido. Y luego es que, en las revistas que son selectivas, por una razón o por otra, acabas rechazando la mayoría de los artículos que ves. Eso es difícil, te pasas la vida dando malas noticias. Damos más noes que síes.

—¿Es un mundo de hombres?

—Diría que no, pero de editores jefes quizá hay más hombres que mujeres, aunque la mayor parte de editoras son mujeres. En mi equipo hay cuatro mujeres y tres hombres. Yo nunca me he sentido discriminada por ser mujer.

—Como coruñesa que vive fuera y lejos desde hace mucho tiempo... ¿qué es lo que echa más de menos?

—[No se lo piensa] El mar. Desde luego, a mi familia y a mis amigos. Pero si es algo material, el mar y la comida. Siempre que vengo voy al mercado de la plaza de Lugo.

—[Vive en el Reino Unido] ¿Qué tal el humor de Cambridge?

—He de decir que he aprendido a apreciar ese humor seco. Hay cosas de Inglaterra que no me gustan, por ejemplo: son muy poco directos y solo hablan con eufemismos. Te dicen una cosa y casi quieren decir lo contrario.

—Cuatro adjetivos que la definan.

—Abierta, buena amiga, familiar y alegre.

—Una canción y un libro.

—Hoy [por ayer] salí a correr y sonaba Hallelujah, de Leonard Cohen. Y libro, cualquiera de Almudena Grandes.

—¿Lo más importante en la vida?

—El cariño humano.