Operada del corazón sin cirugía abierta: «Si te separan el esternón caben hasta dos cabezas, ¡cómo no me iba a preocupar!»
A CORUÑA CIUDAD
«Una experiencia así te cambia la vida», asegura Elena Espiñeira, que viajó desde Londres para un recambio valvular utilizando técnicas mínimamente invasivas en el Hospital San Rafael. En el centro de A Coruña no hacen campaña por el turismo sanitario, pero cada vez reciben más pacientes de fuera
20 jun 2022 . Actualizado a las 17:19 h.Elena Espiñeira es la que descubrió a un vecino alemán en la cama de al lado con la anestesia todavía nublándole el sentido. Se acababa de despertar de una operación para sustituirle una válvula en el corazón. «Te cambia la vida», resume sobre un capítulo que la pilló recién cumplidos los 30 y afincada en Londres, a donde emigró expulsada por un mercado laboral que no le ofrecía más que precariedad. Seis años lleva viviendo allí con su pareja. «Tengo una enfermedad reumática autoinmune desde los 5 años, artritis juvenil, pero siempre tuve dormido el padecimiento cardíaco, estaba como latente». Hasta diciembre pasado. El 14 se puso la tercera dosis de la vacuna en la capital británica. Cuatro días después comenzó a notar los primeros síntomas del virus del que tanto se había cuidado en su trabajo. «Allí hacía ya que no se usaba la mascarilla, yo me la ponía igual, pero a mi alrededor la gente no la llevaba». El 18 regresó a A Coruña para pasar la Navidad con sus padres y el 19 dio positivo. «Ya no salí de mi habitación», recuerda. Cuando ya parecía que nada podía aguar más las fiestas, el 27 sufrió una arritmia. «Nunca antes me había pasado, esas palpitaciones… te falta el aliento»
«El cardiólogo me dijo que había que valorar la cirugía», cuenta. Elena comenzó a sopesar las opciones. «La operación que me ofrecían era la tradicional, cirugía abierta», recuerda. Después del shock de afrontar que necesitaba una válvula mitral nueva, «vi que en el Reino Unido estaban haciendo una técnica menos agresiva, solo en un centro y me acordé de Diego González Rivas, no lo conocía de nada, pero había leído las cosas que hacía y le envié un mensaje, le pregunté si era mejor operarme allí con la técnica menos invasiva o en España de la forma tradicional. Le envié un wasap a las tres de la tarde ¡y a las nueve ya me estaba contestando! Y no lo conocía de nada», repite aún asombrada.
Videollamadas
El coruñés, creador de la técnica Uniportal con la que recorre el mundo mostrando cómo se pueden extirpar hasta cánceres de pulmón por un único y mínimo orificio, «me puso en contacto con gente de su equipo y con Javier Gallego, un cirujano cardíaco que estaba en Portugal; hicimos varias videollamadas: mis padres en el salón, yo en mi habitación y mi novio en Londres». Fue él quien le habló de operarse en A Coruña sin necesidad de abrirle el esternón. «Imagínate, dicen que cuando te lo separan caben dos cabezas y que a veces se te rompen las costillas…», describe sobre el temor a pasar por el quirófano. «¡Cómo no me iba a preocupar, sé de lo que hablo, ya me operé antes otras veces».
Con esa lógica inquietud, solo atenuada por el apoyo de sus padres y su pareja, Elena regresó a Londres tras el covid y unas Navidades para olvidar. No volvió hasta abril, ya para ser intervenida en el San Rafael. «Vine porque Diego me dijo que aquí había gente que podía hacer esa técnica», insiste. «Llegué el 6, el 8 fue mi cumpleaños y el 13 me operaron… ¡Solo estuve cuatro días en el hospital!; ¿la recuperación? De un día para otro noté la evolución. A mí me daba igual el impacto estético, no me preocupaba para nada, lo que sí me preocupaba de la cirugía abierta era el postoperatorio, tres meses sin poder levantar ni un kilo de azúcar… Horroroso física y emocionalmente afrontar que vas a estar seis meses condicionada… puff!». No quiere ni pensarlo.
«Yo me esperaba lo peor… ha pasado por otras operaciones y siempre muy mal», explica ahora sobre su sorpresa cuando el postoperatorio se pasó «sin dolor, cada día mejoraba a pasos agigantados, casi sin calmantes, no me lo creía, ¡no me dolía!». Tal es la diferencia que Elena asegura que «no me parecía real» haber podido optar a una técnica tan poco agresiva. A las 48 horas estaba sentada, y luego ya empezó a caminar.
A los once días de la operación «ya fui andando de Valcovo a Barrañán», y ni tres semanas después aseguraba encontrarse casi como nueva. Atrás ha quedado el temor a no tener más remedio que pasar por una cirugía abierta y mayor, también los nervios previos a entrar en el quirófano y el miedo al despertar. Se emociona recordando el tacto de Lucía porque tras la intervención «me enseño a respirar, sí, yo sentía que no podía» y sus palabras de aliento, y su delicadeza para «darme la sopa cucharada a cucharada». «La enfermería, de 10, todos, el cirujano, los médicos… todo el equipo», insiste una joven a la que apenas le han quedado como cicatrices «tres puntos mínimos y muy escondidos» y una válvula para el latido que, además, «es de por vida, no es necesario cambiarla con el tiempo ni nada».. «La experiencia te cambia la vida», vuelve a repetir Elena.