¿Café para llevar? No, gracias

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA CIUDAD

CESAR QUIAN

A mí esto de tomarse el café a las carreras me parece una contradicción, porque el café es precisamente la pausa, la parada, la tregua

31 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde que somos modernos y cosmopolitas, se ha puesto de moda un nuevo deporte que amenaza la primacía histórica de los tres juegos favoritos de los coruñeses desde hace un siglo: la chave, el fútbol y el levantamiento de quinto. La pista de chave, el botellín y ya no digamos nuestro actual Dépor andan algo cortos de glamur, así que lo que se estila ahora —es tendencia, dicen los cursis— es agarrar un descafeinado con leche de soja y azúcar de comercio justo, echarlo en un vasito con tapa y beberlo, no ya de pie en una esquina con cierto apuro, sino al trote, con muchísima prisa, a ser posible dando vueltas alrededor de la plaza de Lugo, mientras hablas por el móvil y el guardapolvos, de largo tobillero, ondea al viento.

A mí esto de tomarse el café a las carreras me parece una contradicción, porque el café es precisamente la pausa, la parada, la tregua. Se lo comenté el otro día a los parroquianos del Sanín y me miraron por encima de la taza, hasta que uno recordó que el take away ya lo habían inventado ellos cuando rellenaban la garrafa de ribeiro para casa.

Lo crucial en este juego es beberse en marcha hasta la última gota del café para llevar, que debe estar homologado como bio, orgánico, inclusivo, ecológico, transversal, light y sostenible. La clave está en ventilarse el bebedizo sin pararse un solo segundo a darle un sorbo. Porque pararse es de pobres. Pararse es de antiguos. Qué antiguos. Pararse es de muertos.

Seré antiguo, seré pobre o estaré muerto, pero cuando veo a estos modernos corriendo con su café de llevar me acuerdo de aquella frase de Garci, o de Lynch, o de Lubitsch, qué más da, de que amamos los cafés porque estar en el café consiste justo en no estar ni en casa ni en la calle.