Óscar López está al frente de la jamonería Montefurado de la calle de la Torre que sus padres, Purificación y Julio, regentaron durante décadas. Con la nueva ubicación perdieron solera, pero ganaron comodidad y capacidad de ofrecer un mejor servicio a los clientes
13 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Sigue en la misma calle. Desde 1948, en el número 29 de la calle de la Torre, y desde el 2022, en el 41. Hace un año les contábamos uno de los cierres más llamativos de la ciudad, el del legendario bar y jamonería Montefurado. «Mi idea era haberme quedado con el antiguo por la solera del local, pero fue imposible», recuerda Óscar López. Perdió el sabor añejo, esas paredes cargadas de historias, ese aroma a rancio que enamora... «Pero ganamos un espacio más moderno, con igual o mayor calidad en los productos... No tiene nada que ver con el anterior, pero sí en cuanto al nombre, las ganas que tenemos y la oferta para los clientes. Ahora está más orientado a tomarse una tablita y cenar, el otro era más exprés», analiza Óscar, de 33 años e hijo de Julio López y Purificación Pérez, que se pasaron media vida en el Montefurado primitivo. Julio ya está jubilado, pero Puri sigue echando una mano a su hijo. Las tablitas de embutidos las decoran con frutas frescas, galletas o frutos secos para darles un toque más actual. Así son los primeros tres meses del nuevo Montefurado, que debe el nombre a los primeros propietarios, oriundos de esa parroquia lucense.