Pepe Gajino Cousillas: «Casi todos nuestros clientes tienen entre 45 y 100 años»

A CORUÑA CIUDAD

El dueño de Comecial Lagares de Rúa Nova, Pepe Gajino, de 66 años, con su hija María, de 33, en el negocio fundado en 1957 en A Coruña
El dueño de Comecial Lagares de Rúa Nova, Pepe Gajino, de 66 años, con su hija María, de 33, en el negocio fundado en 1957 en A Coruña CÉSAR QUIAN

Asegura que en Comercial Lagares, al menos, venden un aparato de radio todos los días

08 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Es uno de los negocios de siempre de la ciudad. Los rótulos indican que Comercial Lagares fue fundado en 1957, aunque dicen que es algo anterior. En cualquier caso, son 65 años de historia en la calle Rúa Nova. «Todos los días se vende al menos un aparato de radio. Otros productos muy demandados son los relojes, los despertadores, y las pilas. Las vendemos de todo tipo. Es difícil que nos pidan uno que no tengamos», comenta José Ángel Gajino Cousillas, más conocido como Pepe Gajino y al que su hija María, que trabaja con él, llama con cariño Pepe Pilas. Siguen despachando los relojes Casio de toda la vida. «Cuando yo empecé a trabajar aquí en 1980 el básico era el F15 y ahora estamos en el F91. El secreto para seguir abiertos es la gente, el público. Aunque entran personas jóvenes, nuestros clientes tienen entre 45 y 100 años. Necesitan que se les dedique tiempo y que se atiendan sus necesidades», comenta. Charlamos en la Tahona, justo enfrente del negocio. Nos acompaña María, de 33 años, una de sus tres hijos y la única dispuesta a seguir con el negocio familiar. Los otros dos trabajan fuera. Por el momento Pepe sigue al frente, aunque ya cumplió los 66. «Pasé a la jubilación activa y continuaré hasta que ella me eche», sentencia. «No creo que eso suceda. Nos llevamos muy bien», precisa la hija, que le envía una mirada de complicidad.

De 9 a 9

El negocio lo montó su suegro, Eduardo Riveiro Lagares, que en los años cincuenta llegó a regentar varias tiendas de electrodomésticos y muebles y se apuntó al bum de los primeros televisores. Pepe se casó con su única hija, Rosa María. Trabajó cinco años en Braun hasta que en 1980 se hizo cargo del negocio en el que lleva y pasa más de media vida. «Estoy de 9 a 9. Cuando cerramos al mediodía, aprovecho para sacar adelante trabajo. El arreglo de los relojes o de las radios precisa un nivel alto de concentración y a esas horas nadie te molesta», destaca Pepe, que come en el propio negocio. Todos los días compra en la Tahona un bocata de jamón especial que lleva aceite y tomate, un trozo de empanada de bonito, y una cerveza. «Hoy (charlamos el lunes) pedí una ensalada, pero fue una excepción», comenta con buen humor este coruñés de la calle San Luis. «Se le llamaba la calle de los carteristas. En aquella época abundaban. Al estar cerca de la estación...».

El valor de lo antiguo

Pepe recuerda los tiempos en los que jugó como fino interior y extremo en el Deportivo juvenil o en el Fabril. Dice que cuando empezó a trabajar lo dejó y ahora solo ve algún partido si es muy importante. Hablar con él es hacer un repaso de todos los aparatos que formaron parte de nuestras vidas. «Vivimos todas las transformaciones. Desde el radio casete pasando por las minicadenas, los walkman, los órganos Casio, los vídeos VHS y Beta, consolas Game Boy, cedés, discmans, videojuegos... Son tantas etapas», analiza. Al entrar en el local, donde te recibe un perro precioso, parece que el tiempo se detuvo, pero no. «Nos hemos ido acostumbrando a los cambios, pero a lo antiguo seguimos intentando darle solución. Cuando nos traen algo para arreglar procuramos hacerlo», asegura. «Conocemos el producto y no vendemos nada que pueda representar un problema. Hay cosas que siguen estando vigentes, como las linternas o las calculadoras, entre otros muchos productos», añade. María dice que su padre es un hombre discreto, pero conocido por todo el mundo y que su principal virtud es su capacidad de trabajo y el apego a la familia. «Lo único malo es que a veces es de mecha corta», confiesa. Cuando cierra el negocio se va a su casa de Abegondo y sigue trabajando en el huerto y en lo que haga falta. Es de no parar. «Ah, también se siguen vendiendo auriculares, radio relojes y estaciones meteorológicas», afirma mientras me muestra una estantería llena.