Pedro Ponce, especialista en «cohousing», en A Coruña: «Aquí las decisiones las tomamos nosotros, no Florentino Pérez»

A CORUÑA CIUDAD

EDUARDO PEREZ

Preside una cooperativa en Huelva y esta tarde ofrece la conferencia inaugural de las jornadas sobre vivienda colaborativa que organiza la plataforma Ártabra en Riazor y el castillo de Santa Cruz

22 abr 2022 . Actualizado a las 13:48 h.

Pedro Ponce Camarena venderá su casa en Huelva para mudarse a un pequeño apartamento de un edificio histórico del centro con una zona común de 4.000 metros cuadrados y 44 familias unidas por la voluntad de vivir y envejecer dignamente. Su cooperativa de cohousing, un modelo de vivienda colaborativa recogido ya en el Plan Estatal de Vivienda 2022-2025, servirá de ejemplo y guía para media docena de iniciativas que se están desarrollando en Galicia y que compartirán experiencias hoy y mañana en las jornadas organizadas por la plataforma Cohousing Ártabra  en el campus de Riazor de A Coruña y el castillo de Santa Cruz, en Oleiros.

-¿Por qué este modelo de convivencia, en el que todo parecen ventajas, está tan poco extendido?

-La razón más importante es que tiene muchas dificultades. De hecho, en la mesa redonda en la que voy a participar mañana [sábado] en el castillo de Santa Cruz estarán tres iniciativas incipientes, la nuestra, que empieza la obra el 1 de julio, y Trabensol, que tardó diez u once años en hacerlo en la sierra de Madrid. Ahora mismo hay más de 200 iniciativas en España, en Galicia cinco, creo, pero del dicho al hecho hay mucho trecho. 

-¿Es caro?

-Es caro. Se necesita dinero, suelo, tiempo, gente, personas afines... ¿El matrimonio es fácil? No, ¿verdad? Y son dos nada más; imagínate 50, ponerse de acuerdo es un milagro. Me sorprende que en las entrevistas siempre me preguntan por el edificio, los equipamientos, los servicios, los alicatados, el papel de la Administración, cómo se llega a puerto, pero nadie me pregunta por las características de las personas, que es lo más complicado, es curioso. 

 -¿Cómo son?

-Principalmente personas que entienden que se van a meter en una aventura que comporta un estilo de vida diferente. Ya sea en régimen de cooperativa, de cesión de uso o como sea, van a tener que compartir muchas cosas. Es una casa con apartamentos en la que no hay división horizontal, es una cultura de la tenencia y de la propiedad diferente a la actual. También tienen que entender que esto no es una opción sino una necesidad vital. No es una segunda residencia ni un chalé en las afueras. Es una vivienda colaborativa. Pero cuando realmente se sienten cautivadas es cuando se conocen las personas, cuando descubren que somos normales, que no somos una secta ni una comuna de progres.

-¿Por qué se embarcan en esta aventura?

-Hay dos premisas fundamentales. Primera, yo no quiero ser una carga para mi familia. Y segunda, no me gustan las residencias de mayores. Quiero tener una vejez digna y tomar yo las decisiones. No quiero que vengan mis hijos diciéndome, papá, mira qué residencia más bonita. Lo bueno del cohousing es que aquí las decisiones las tomamos nosotros, no Florentino Pérez. En un geriátrico es Florentino Pérez el que decide la calidad del servicio y el precio del servicio. Y la diferencia es importante. Digo Florentino Pérez, porque tiene muchas residencias.

-¿Es una respuesta social a la falta de soluciones institucionales?

-Es difícil darle satisfacción a los mayores, aunque yo me pregunto quiénes son los mayores. Mi nieta dice que ella es mayor, porque ya no va a la escuela de los pequeños. Al final la Administración no da soluciones y tienes que buscártelas tú, y esto hay que asumirlo, pero también la Administración se da cuenta de que la gente se está moviendo y empieza a echar una mano, porque entiende que es mejor la autogestión que las empresas. Las premisas han cambiado. Antes no había legislación. Ahora Asturias ya ha legislado, Valencia, Madrid; Cataluña está tramitando, Galicia. El cohousing se ha incluido en el Plan Estatal de Vivienda como una figura a fomentar y hay actuaciones interesantísimas. El Ayuntamiento de Sevilla va a sacar una promoción pública de cohousing de gestión privada. Te lo da hecho, lo promueve, lo construye, y luego lo sortea o lo licita, y tú lo gestionas. Esto es muy importante, porque en estos procesos de autogestión y autopromoción te vas quemando por el camino, pasa mucho tiempo hasta que entras a vivir y hace falta mucha energía.  

-¿Cómo es su proyecto en Huelva?

- El 17 de abril hemos cumplido cinco años constituidos como cooperativa. Somos 54 personas, 31 familias, y tenemos que llegar a 44. Hemos comprado un edificio en el centro de la ciudad y el 1 de julio empezamos la obra. El proyecto cuesta 8 millones de euros más inflación. Primero fue la pandemia, después la guerra y ahora una inflación del 10 %; figúrate lo que es licitar una obra ahora, pero estamos decididos. El grupo está cohesionado, tiene consistencia y las ideas claras.

-¿Cuánto aporta cada socio?

-178.000 euros cada uno. Tenemos líneas rojas. Somos urbanitas, no queremos huertos. Tenemos apartamentos pequeñitos de entre 40 y 62 metros cuadrados, y 4.000 metros de zonas comunes, que es lo realmente atractivo. Vamos a tener espacios para la dependencia y el deterioro físico, dos gimnasios, uno de ellos al aire libre, piscina cubierta, actividades contra el deterioro cognitivo, un ciberespacio con clases de informática para combatir la brecha digital (hoy hemos comido en un restaurante que no tenía carta, tenía la QR, cómo que la QR, si no estás al día ya no vas a poder comer), lavandería, txoko (para cosas de gastronomía, porque hay unos vascos), salones de usos múltiples, cocina, bar, salón de juegos, dos jardines, uno de ellos protegido, cineclub, la filosofía es montar lo que vaya surgiendo y nos podamos permitir. Lo que vamos a tener es un grupo de convivencia. 

-¿Cómo es ese grupo? ¿Y qué cuota pagarán al mes?

-Hay ingenieros, médicos, maestros de escuela, músicos; sin querer ser presuntuoso, somos personas afines en economía y cultura, nos gusta hablar unos con otros, clase media, unos clase media-alta y otros clase media-baja. Tenemos apartamentos de 160.000 euros con garaje y trastero y otros de 220.000 euros. No sabemos qué cuota mensual estableceremos, pero por otras iniciativas calculamos que será una media de 300 euros, y entre 600 y 900 de gastos personales, en función de las comidas y los servicios que utilices. Trabensol, por ejemplo, subvenciona los pañales para las personas que los necesitan, los pagan entre todos. Nosotros vamos a tener una mutualidad propia a la que le inyectaremos dinero para subvencionar los servicios.

-¿Cómo se regula la participación? ¿Qué ocurre si un socio prefiere quedarse en su apartamento?

-No ocurre nada. Partimos del respeto más enorme a la privacidad, tanto como a la participación colaborativa.

-Piensan en una vejez digna, pero rehúyen la idea del geriátrico.

-Sí, hay que apartarlo del criterio asistencial. Este es uno de los grandes hándicaps. Te tiras trabajando años y al final lo que has creado es un geriátrico. Si es sénior, a un cohousing lo ideal es ir con 50 y pico años. Es para disfrutarlo. Yo voy a vender mi casa y todo está a nombre de la cooperativa. Eso sí, transmisible. Hay muchos formatos en España y el nuestro es puro y duro capitalismo. Está dentro del sistema, la inversión la podrán recuperar nuestros hijos, y los apartamentos son transmisibles.