María Pita se llena de girasoles para exigir la paz en Ucrania

Tamara Rivas Núñez
T. Rivas A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

Piden a los organismos públicos y oenegés que «presionen e insistan» para que se respeten los corredores humanitarios, sobre todo en Mariúpol

27 mar 2022 . Actualizado a las 14:35 h.

María Pita se llenó esta mañana de imágenes de girasoles, la flor nacional de Ucrania, y de banderas azules y amarillas para protestar un domingo más, y ya van cinco, por la «invasión indiscriminada» que está viviendo el país. La emoción era más que evidente en los rostros del medio centenar de ucranianos que se situaron en las escaleras que dan acceso al palacio municipal. Junto a ellos, unas doscientas personas más que no dudaron en mostrar su rechazo a la guerra. Portaban carteles con peticiones de paz y otros en los que se podían leer mensajes como «Putin para de matar» y «OTAN pecha o ceo ucraíno». 

«Hoy somos unos pocos más. Algunos llevan pocos días aquí. Y quienes se han quedado allí para defender nuestro país de la libertad continúan con mucha fuerza», proclamó desde el estrado Masha Pavlenko, del colectivo AGA-Ucraína, que emplazó al resto de asistentes a regresar a la céntrica plaza para «celebrar la victoria». Sin embargo, puso el foco en Mariúpol, donde aseguró que se está produciendo «una catástrofe humanitaria como pocas ha visto el mundo». Denunció que la ciudad está rodeada de soldados rusos que impiden la llegada de agua, comida o medicamentos y pidió a los organismos públicos y oenegés que «presionen e insistan» para que se abran y respeten los corredores humanitarios.

También hubo palabras de agradecimiento a la oleada de solidaridad con la que se están encontrando, pero recordaron que la ayuda no siempre es suficiente. «Xa chegaron uns 150 e hoxe están de camiño outros 47 entre os que hai mulleres, nenos, anciáns e algúns homes enfermos. Necesitamos máis habitacións e xente solidaria para axudar a quenes foxen do horror», aseveró Óscar Madarro, miembro de la asociación, pero recordó que también resulta fundamental que encuentre un trabajo y «se integren na sociedade».

Entre esos refugiados que ya están en A Coruña estaba Ana, que se escapó de Odesa con su hijo de dos años. Con la voz entrecortada agradeció toda la ayuda recibida y pidió que no se prejuzgue a quien llega escapando de la guerra porque «cada uno llega con sus propios traumas y problemas». Ya al ritmo de las notas del himno de Ucrania, una melodía que empieza a resultar familiar, María Pita se convirtió en un campo de girasoles lleno de esperanza.