Carlos de Francisco Moure, psicólogo: «Los adolescentes han pasado dos años de su vida en unas condiciones excepcionales»
A CORUÑA CIUDAD

«Una identidad y una forma de relacionarse sanas son un buen predictor para una buena gestión emocional»
24 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Carlos de Francisco Moure es el psicólogo al que los profesores del Sofía Casanova han confiado el taller de emociones del instituto. Este terapeuta forma parte de la Unidad de Investigación en Intervención y Cuidado Familiar de la Universidade de A Coruña y acumula una larga trayectoria en este ámbito. Consulta en los centros Candieira en Ferrol y Alén de A Coruña, además de trabajar en el Centro de protección a la infancia y sus familias de la urbe herculina.
—¿Cómo plantea el proyecto a los alumnos del Sofía Casanova?
—Nace como una propuesta que me hace la dirección del centro. Hay una sensibilidad por parte del profesorado que percibe la necesidad de ofrecerle al alumnado la posibilidad de hacer un trabajo que les ayude en su gestión emocional. Es un proyecto experimental del que intentaremos aprender del alumnado para luego analizar si podemos realizar un proyecto más estable y continuado. Está resultando una experiencia muy positiva comprobar la sensibilidad que el profesorado tiene con su alumnado.
—¿Qué necesidades detecta?
—El proyecto no nace de un estudio acerca de sus necesidades, sino desde el objetivo de que los menores puedan explorar su identidad en un contexto seguro y su forma de relacionarse entre iguales. Una identidad y una forma de relacionarse sanas son un buen predictor para una buena gestión emocional.
—¿Qué peso tiene la pandemia?
—Las demandas respecto a los cuadros de ansiedad o depresión se han incrementado. Hay que pensar que los adolescentes han pasado dos años importantes de su vida en condiciones excepcionales. La incertidumbre, la sobresaturación de información respecto a la pandemia y las relaciones sociales condicionadas por las medidas sanitarias han condicionado esta etapa de sus vidas. También es cierto, que el ser humano tiene la capacidad de sobreponerse a situaciones complejas.
—¿Qué objetivos se marca?
—Por un lado, la idea es que puedan desarrollar habilidades para identificar y expresar las emociones; por otro, que puedan reconocer sus cualidades personales y los apoyos externos para lograr una vida sana. El proyecto consta de dos fases: en la primera les presentamos, por separado a las chicas y los chicos, en qué consiste el obradoiro de bienestar emocional y cómo lo vamos a realizar. Después les explicamos el proyecto a las familias y charlamos con algunas sobre las posibilidades para acompañar a sus hijos en este momento de su ciclo vital. La adolescencia es algo que vive la familia, no es un proceso exclusivo de los menores. La segunda fase sería la formación y el trabajo grupal, que está planteado en seis sesiones donde, a través de diferentes actividades, que girarán en torno a reconocer lo que sienten y lo que pueden sentir otras personas; experimentar sobre cómo resolver conflictos interpersonales de manera constructiva y experimentar sobre la toma de decisiones y comportamientos responsables a la hora de relacionarse entre ellos.
—¿Se plantea la meta de que el taller se convirtiese en una parte más de la formación?
—Esta es una actividad experiencial, más que una acción formativa clásica. Tenemos mucho interés en que puedan conocer lo que es el poder del grupo, como un lugar donde todas las personas hacen sus aportaciones para construir algo y que la buena voluntad de participar y compartir espacio con otras personas ya es suficiente para que el participar tenga un efecto positivo.