La heroína está detrás del aumento de la inseguridad y la mendicidad

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

MARCOS MÍGUEZ

La Policía y las asociaciones alertan del preocupante incremento del consumo

26 abr 2022 . Actualizado a las 16:56 h.

Es increíble, pero la heroína ha vuelto. No es que se haya ido, que siempre estuvo, pero ahora se consume mucho más que antes. Aunque menos que en los ochenta. Y eso se siente. En las calles, en las terrazas, en los barrios... Cada vez se ve a más personas pidiendo, ejerciendo la mendicidad y, peor que eso, aumentó el índice de criminalidad.

Los delitos se han disparado un 36 % en relación al año anterior, lo que sitúa a A Coruña como la ciudad gallega donde más aumenta la delincuencia. El incremento de los robos con violencia es lo más preocupante y lo que más está relacionado con el consumo de heroína. En el balance del Ministerio de Interior, en el 2021 se contabilizaron 284 delitos de este tipo frente a los 186 del año anterior. El doble. También se duplicaron los hurtos, pasando de 2.670 a 4.144. Los robos con fuerza en domicilios, establecimientos y otras instalaciones aumentaron un 12,97 %.

La relación entre la heroína y el incremento de la delincuencia «es incuestionable», dicen desde el grupo contra la delincuencia organizada de la Policía Nacional.

El oficial de la Policía Nacional David Villaverde explica que «el 50 % de lo que entra en Galicia se va a Portugal, el 40 % a Madrid y el 10 % se queda en Galicia. El problema es que cuanto más entra, más grande es ese 10 %», razona antes de añadir: «Ahora es diferente, las nuevas generaciones tienen otra forma de entender este consumo, nada estigmatizado siempre que no se pinche, la fuman. Eso hace muy difícil que se den sobredosis, pero sí los desgasta hasta consumirlos, y luego, ya sea por una subida de azúcar u otra dolencia, mueren. No puede decirse que la causa clínica del fallecimiento sea una sobredosis, ni tan siquiera la heroína, aunque se sabe que fue el desencadenante. Lo que no es normal es la cantidad de heroína que se mueve, ya sea en kilos o en dosis».

Desde la Guardia Civil se confirma que la heroína, una de las drogas más devastadoras por su efecto en la salud física y mental de quienes la consumen, «vuelve a las calles». Como si no hubiese memoria de los dramas que causó en los ochenta, «una nueva generación de jóvenes, mucho más preparados e informados que los de entonces, han comenzado a consumirla de manera muy preocupante».

Por su parte, la psicóloga clínica en la Asociación Ciudadana de Lucha contra la Droga en A Coruña (Aclad) Maite Lage, decía recientemente que «los pacientes nos confirman en consulta que, tras la pandemia, hay muchísimo más consumo de heroína en la calle. Nosotros también lo hemos notado en el incremento de usuarios del programa de intercambio de jeringuillas del servicio de enfermería, con el que se pretende evitar que los consumidores vía intravenosa las compartan, y así prevenir infecciones».

La heroína que se consume en A Coruña, en su mayoría, procede de los asentamientos chabolistas de Ferrol. Y de algunos traficantes con contactos con mafias turcas asentadas en España. También se sabe de la existencia de grupos nigerianos que se hicieron un hueco en el trapicheo. Como pandillas de magrebíes. Estos, suelen trabajar en narcopisos okupados.

De un kilo que llega desde Afganistán, principal productor, sacan 3. E incluso más. La pureza, por tanto, es pobre. Se han llegado a incautar papelinas o micras, cuyo precio no supera los 5 euros, con solo un 3 % de pureza.

En algunos barrios la presencia de heroína produce pánico. En Os Mallos, como en el Agra, en Os Castros, Monelos o Castrillón, los vecinos observaron la proliferación de casas o viviendas okupadas que sirven como negocios de venta de droga.

Los traficantes perfeccionaron el sistema de trapicheo para evitar el arresto

Cuando la policía prepara una redada contra un clan lo hace a conciencia y tras muchas horas de trabajo de campo. Porque los agentes saben que los traficantes se van a deshacer de la droga en cuestión de segundos. Además, nunca tienen mucha en casa. La tienen oculta en otro lugar y uno de los miembros de la banda se encarga de ir regularmente a suministrar el  punto de venta. Por eso en la mayoría de las operaciones policiales se encuentra poca mercancía.

Pero alguna se incauta y es gracias a la rapidez con la que los funcionarios actúan y a la vigilancia previa que se realiza al suministrador, así como a los clientes. Tras esa labor previa, el día que deciden actuar lo hacen a toda velocidad. Los agentes saben que siempre hay alguien vigilando. Una persona encargada de avisar a los de dentro en cuanto ve cualquier movimiento extraño. Los traficantes tienen la droga muy cerca de una caldera o del retrete. Si les cae la policía, antes de que los funcionarios pongan un pie dentro, la mayor parte de la mercancía ya está quemada o se fue por el desagüe.

La venta

Otra de las cosas que llevan a rajatabla los camellos es la de obligar a los clientes a drogarse dentro. Nunca los dejan irse con la droga encima. Lo hacen para evitar que la policía los espere en un lugar próximo al punto de venta, los cachee y le saquen al toxicómano quién se la vendió. Una prueba que, ante el juez, sirve para que se le impute al clan de trafico de drogas. Por eso todas las chabolas o casas de los delincuentes cuentan con un habitáculo destinado a drogarse. La organización es primitiva y barata, pero efectiva.