Cuenta atrás para resolver el enigma de la sinagoga de A Coruña

m. carneiro A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

El edificio de la Ciudad Vieja que podría albergar el templo hebreo será un bien público este año, tendrá protección estructural y se excavará para descifrar las características del aljibe que prefigura la mikve o espacio ritual de purificación

15 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

A Coruña podría cerrar este año el círculo nunca trazado de su pasado hebreo. Existe una biblia elaborada en algún lugar de la Ciudad Vieja en 1476, uno de los manuscritos iluminados más exquisitos del mundo, salvado de la quema en los días previos a la expulsión. Existen tres lápidas funerarias encontradas en A Palloza aún más antiguas, de entre los siglos X y XII. Y existen documentos históricos que aluden a la pequeña pero importante judería coruñesa, organizada en torno a la calle Sinagoga. Falta la arquitectura, la piedra de toque del legado recibido de una minoría religiosa próspera en capitales, sin la que es imposible entender la ciudad medieval y cosmopolita que encontraban los peregrinos del Camino Inglés al pisar tierra firme.

La ausencia de ese lugar construido puede repararse a lo grande en los próximos meses. El gobierno local ha consignado en los presupuestos del 2022 una partida de 420.000 euros para comprar la casona del número 4 de la calle Sinagoga donde aparecieron los restos que llevaron a los arqueólogos a sospechar que el edificio, en pie desde el siglo XV y de por sí valioso, podía contener algo excepcional. Tanto como un baño judío, el segundo de España. La hipótesis de que el aljibe que encontraron (cubierto por una bóveda de cañón de sillería y accesible a través de unas escaleras) sea realmente una mikve, un espacio de purificación prescrito por el judaísmo, apunta a la existencia misma de la sinagoga que da nombre a la calle. «Una mikve está asociada a un lugar de rezo. Si al excavar y vaciar el aljibe podemos confirmar que lo es, estará claro que allí era la sinagoga. Pero hay más indicios que nos llevan a pensar que es así», explica el arqueólogo municipal Marco Rivas Nódar.

Detalle del plano de A Coruña en 1726 trazado por el ingeniero militar Francisco Montaigú en el que se aprecia la plaza de la calle Sinagoga con su configuración actual
Detalle del plano de A Coruña en 1726 trazado por el ingeniero militar Francisco Montaigú en el que se aprecia la plaza de la calle Sinagoga con su configuración actual

La misteriosa casa del número 4 ocupa una de las esquinas de una plazuela perfectamente representada en un plano de 1726 dibujado por el ingeniero militar Francisco Montaigú y que, con toda probabilidad, proviene de la Edad Media. En esa época, señala Rivas, solo a un edificio público o sagrado se le permitía ocupar la esquina de una plaza. Y en este caso, a pesar de la complejidad de la arquitectura y su evolución a lo largo de los siglos, de difícil interpretación, se han encontrado elementos como un enorme portalón y un callejón lateral que llevan a pensar en usos privados. 

El agua pura del judaísmo

La existencia del aljibe consta en un documento de 1842 firmado por un juez en el que se describen las partes del edificio, y aparece también en un escrito del historiador Fidel Fita, que recoge la descripción que le ofrece Emilia Pardo Bazán de la cisterna: «Abierta en la peña viva y en ella un manantial de agua clara», condición prescrita por el judaísmo —que el agua no esté canalizada ni embalsada— para sus baños de purificación.

El gobierno local prevé llevar a pleno antes del verano la modificación del catálogo de edificios protegidos en la zona pepri para incluir la casa de Sinagoga 4, que tendrá uso dotacional. El expediente está en marcha y cuenta con los informes favorables de Patrimonio y Medio Ambiente. Una vez comprado a sus propietarios, volverán los arqueólogos para zanjar un debate que dura siglos o, al contrario, seguir alimentando la leyenda.

El edificio pasará antes del verano al catálogo Pepri con protección estructural

La ansiada entrada de los arqueólogos en la casa que un día fue de los Vilouzás, la familia a la que representa el escudo de la fachada principal, tendrá que esperar a que concluya el procedimiento administrativo abierto para adquirir el edificio, incluirlo en el catálogo de inmuebles protegidos y cambiar su uso en el planeamiento. Una vez que pase a manos públicas, la singular casa de Sinagoga 4 dejará de tener uso privado residencial —fue la iniciativa de los todavía propietarios de construir apartamentos lo que motivó el sondeo arqueológico preceptivo y el descubrimiento del aljibe— para pasar a uso dotacional administrativo cultural. El gobierno local planea crear un centro de interpretación y divulgación de la judería coruñesa y, por extensión, de la ciudad medieval.

En el primer semestre el edificio quedará catalogado con protección estructural. Se preservan las fachadas y los muros, las vigas y el resto de elementos que sostienen la obra y que, junto con la cisterna, son los que más información aportarán a los arqueólogos. «Encontramos un muro con un grosor muy superior al que tendría cualquier vivienda», explica Marco Rivas. Con la compra de la casa queda preservado además el ámbito en que surgió —uno de los escasos espacios anteriores al siglo XIX que conserva la Ciudad Vieja, según subrayó en su informe el catedrático de Historia del Arte Alfredo Vigo Trasancos—, pero también el patrimonio oral que se forjó al calor de su misterio.