Damián Ucieda: «El oleoducto representa de algún modo la historia reciente de la ciudad»

FErnando Molezún A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

cedida

El fotógrafo ha presentado en Arco un libro sobre el corredor que va del puerto a la refinería

07 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Tiene A Coruña una peculiaridad industrial, y es que está atravesada de lado a lado por una serpiente que recorre los más de seis kilómetros que separan el puerto petrolero de la refinería y que, aunque va bajo tierra, deja una huella —fácilmente detectable aunque a menudo obviada por los coruñeses— en el paisaje y las costumbres de nuestra ciudad. Esa brecha verde que marca el recorrido del oleoducto es la protagonista de Camiño Negro, un libro de fotografía —y mucho más— coeditado por la Fundación María José Jove y la editorial Turner bajo la dirección editorial de Mela Davila. Su autor, Damián Ucieda (A Coruña, 1980) acaba de presentarlo en Arco, la Feria de Arte Contemporáneo de Madrid.

—¿Cómo podemos definir Camiño Negro?

—Es un proyecto fotográfico dividido en dos partes. Por un lado está el recorrido del oleoducto, aunque este permanece invisible, soterrado. Recorro los seis kilómetros y medio de tuberías que cruzan la ciudad desde el puerto a la refinería. Y la segunda parte es la relación entre la industria y la población que la rodea, cómo interactúa Meicende con la refinería. Esa es la base fotográfica de este proyecto.

—Antes de que publicase el libro ya había expuesto las fotografías.

—Tiene esas dos vertientes, la expositiva y la editorial. Pero no fue anterior una a la otra. El proyecto lo empecé en el año 2017 y estuve dos años fotografiando el oleoducto. Y, a medida que iba teniendo material, me daba cuenta de que la temática era tan importante que las imágenes merecían ir acompañadas de otro tipo de material. Así que puede decirse que, desde un inicio, el proyecto era más editorial que expositivo, o al menos así lo veía yo. Pero simplemente surgió la posibilidad de exponer las fotografías en la Normal de la Universidade da Coruña.

—¿Cuál es la diferencia de verlo expuesto a verlo en libro?

—El proyecto editorial es mucho más coral. El punto de partida son mis imágenes, pero se completan con una serie de textos que analizan las implicaciones de estas imágenes desde planteamientos diferentes, y que están firmados por Juan de Nieves, Leticia Gutiérrez Becker, Iago Carro y Emilio Santiago Muiño. Uno realiza un análisis desde la perspectiva de la historia del arte, otro desde la biología y el medio ambiente, otro desde el urbanismo y los usos informales del espacio y el último, el de Emilio Santiago Muiño, que aborda el tema del futuro de las energías y la crisis ecosocial actual. Y, además, esto viene completado por una cronología de los sesenta años de historia del petroleo en la ciudad. Es algo muy visual, compuesto por imágenes de archivo o recortes de prensa. Hay mucho de La Voz de Galicia, ahí.

—Cuénteme cómo se metió en este proyecto.

—Me había puesto en contacto con la refinería para poder fotografiarla por dentro, pero por motivos de seguridad no pudo salir adelante este proyecto. Así que empecé a hacerlo desde el otro lado de la valla. Ahí me reencontré con Meicende, que ya lo había fotografiado en mi época de estudiante. Me llamó mucho la atención y empecé a ver claro el proyecto.

—¿Qué se encontró?

—Me encontré con las tensiones que genera la convivencia entre industria y todo lo que la rodea, desde la arquitectura a los huertos. En esos seis kilómetros y medio que forman ese corredor verde hay un paisaje muy variado, porque atraviesas zonas casi rurales, con mucho huerto, hasta zonas residenciales como el Barrio de las Flores o zonas industriales como el polígono de Agrela. Es muy interesante ver todas estas sinergias que surgen alrededor del oleoducto y los distintos usos informales que se le dan a estos espacios, que es de lo que escribe en su texto Iago Carro: desde atajos que utiliza la gente a zona de pasto para ovejas. Hay mil historias ahí, es un territorio muy extenso en el que pasan muchas cosas. Al atravesarlo te das cuenta de cómo es esta ciudad, de la cultura que tenemos. El oleoducto representa de alguna manera la historia reciente de A Coruña, de sus últimos sesenta años, llegando incluso a condicionar nuestro urbanismo.

«El discurso de estas fotos sobre la era industrial del siglo XX se entiende en todo el mundo»

Camiño Negro se ha presentado en Madrid, en Arco, a pesar de que refleja de la idiosincrasia propia de nuestra ciudad.

—¿Cree que se entendió el proyecto en Madrid?

—Es cierto que hay características que a lo mejor solo son comprensibles desde un ámbito local, si has crecido aquí. Pero en general es algo que trasciende más allá de los territorios. Al fin y al cabo industria hay aquí, en Madrid, en Tarragona o en Glasgow. Ese discurso sobre la era industrial del siglo pasado es entendible en todos lados. De hecho, las fotos las he enseñado en Escocia, y no te digo que se hayan sentido reconocidos, pero sí que las entendieron perfectamente.

—¿Qué tal la edición de Arco de este año?

—Estuvo muy bien. Vi los stands de las galerías muy trabajados, muy cuidados. Y había mucha actividad. Sobre todo comparado con el año pasado, que fue una celebración a medias por culpa del covid. Lo vi como antes de la pandemia, fue como volver al 2019. En general me llevé muy buenas sensaciones, sobre todo por el gran trabajo de las galerías a la hora de crear sus puestos y seleccionar a sus artistas.

—Usted se formó como ilustrador pero terminó dedicándose a la fotografía.

—Sí, fue en la Escuela Massana de Barcelona, pero lo que quería estudiar realmente era cine. Me metí en ilustración porque era quizá lo más próximo que había desde el punto de vista de la narrativa en la escuela, que era donde yo quería estudiar. Pero tenía bastantes carencias como dibujante, así que empecé a utilizar la foto en ese ciclo y me fui enamorando de este formato, de manera que terminé marchándome a Escocia a hacer una licenciatura en Fotografía.