«Espantan a los caballos y matan a las gallinas»

Jesús Flores Lojo
Jesus Flores REDACCIÓN / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Imagen de un vehículo a principios del siglo XX
Imagen de un vehículo a principios del siglo XX

Las medidas anticontaminación impedirán en unos meses el acceso a los centros de las ciudades de los vehículos con más de 15 años. Conflicto a la vista, aunque nada nuevo. «En contra de los automóviles», bajo este titular La Voz ya se hacía así eco en 1920 del malestar creciente por la presencia en las urbes de aquellos «ruidosos» artilugios y trataba de poner paz entre quienes los defendían y quienes abogaban por su prohibición.

02 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Aunque la polémica sobre las soluciones a la movilidad en las ciudades pueda parecernos un discurso de nuestros días, lo cierto es que lo único reciente en ella es su tono relativamente moderado. Y si no, echemos la vista atrás: medidas mucho más categóricas eran, desde luego, las del dueño de un pollino que la emprendió a golpes contra el conductor de un automóvil que había pasado a su lado asustando al animal y dando con los huesos del paisano en el suelo. Así lo relataba La Voz en junio de 1920: «Con un garrote el hombre rompió varios cristales y provocó el natural sobresalto a algunos viajeros que todavía se encontraban dentro del coche». Fin del debate.

La aparición de los vehículos a motor en las ciudades gallegas, a comienzos del siglo XX, provocó en La Voz la aparición de un nuevo relato periodístico, en el que las hazañas de los primeros chauffeurs se entremezclaban con toda clase de accidentes, atropellos y con las molestias que originaban la novedosa presencia de aquellos «ruidosos y peligrosos» artilugios. Entonces la única contaminación que preocupaba era la acústica. «Hay que dictar reglas sobre el uso de las sirenas de silbato y de armonía, bocinas de mazo y cuantas otras les dé la gana a los dueños de los coches», avisaba en junio de 1909 nuestro diario, haciéndose cómplice de un malestar creciente en el que también tenía mucho que ver, según podemos observar en las páginas del archivo, «la disparatada velocidad» con la que manejaban sus locos cacharros algunos conductores que «espantan a los caballos y matan a perros y gallinas a su paso».

Así las cosas, nuestro viajero del pollino no era el único en abordar el asunto de forma poco pacífica. En 1915, La Voz relataba la agresión sufrida por el entonces joven Pedro Barrié, cuando conducía su automóvil saliendo de A Coruña en dirección a Almeiras. «Estuvo a punto de ser herido por un croio que le disparó una moza, y que le pasó a pocos centímetros de la cabeza. La piedra pesaba más de 15 kilos», aclaraba la crónica. El periódico recordaba que por esos mismos días, en Bélgica los campesinos acostumbraban a recibir de igual modo a los automóviles que corrían por las calles. «¿Un nuevo reto viral?», se preguntarían hoy las publicaciones de Facebook.

La novedad que suponían los coches en el paisaje urbano tenía otras consecuencias. En la década de los años veinte, el periódico abordaba una de ellas bajo este encabezamiento: «Los automóviles y los niños», denunciando que «los muchachos se dedican a jugar con los automovilistas, ya haciendo sonar la bocina de los que se encuentran parados, ya marcando letreros poco decorosos en el barro que presenta el vehículo, ora subiéndose a la trasera de estos, ora poniéndose delante a desafiar el peligro».

La Voz sostenía que «unos y otros» debían cumplir las normas. Pocos días más tarde lanzaba este titular, que se hacía eco de un clamor ciudadano: «En contra de los automóviles».

La crónica comenzaba así: «Los coches están siendo objeto de protesta. Después de la primera y no desfavorable impresión con que han sido recibidos, reacciona el público en vista de los numerosos accidentes que en ellos ocurren con perjuicio de viajeros y transeúntes». Antes de apoyar su prohibición, como pedía un sector de la opinión pública, el periódico suscribía estas ideas de consenso «para que el público, como sucede con todas las innovaciones, no pierda confianza en este medio de locomoción»:

1. «Que no puedan manejarlos sino aquellas personas que hayan demostrado aptitud y conocimientos especiales».

2. «Que marchen al paso en el interior de las poblaciones».

3. «Que en las carreteras y caminos la velocidad se limite a 20 km /h, imponiendo multas severas a los contraventores».

4. (La que más enfado provocó a tenor de la respuesta de algunos lectores en días posteriores). «Que la persona que haya pagado tres multas quede incurso en la prohibición de usar automóvil».

Vamos, que lo de los coches y los malos humos de todo tipo viene de lejos.