El corazón roto no es una metáfora romántica: «Todos los años vemos algún caso en el hospital de A Coruña»

R. Domínguez A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Imagen de archivo del servicio de Cardiología del Chuac
Imagen de archivo del servicio de Cardiología del Chuac CONCHA SALGADO

Los cardiólogos del Chuac no aprecian un incremento, pero sí la existencia de esta patología que parece un infarto. Duele, tiene los mismos síntomas y está relacionado con malas noticias y disgustos, incluido el desamor

16 feb 2022 . Actualizado a las 10:39 h.

En pleno San Valentín, lo de la famosa canción del Corazón partío va a resultar que es algo más que una pegadiza melodía sobre la imagen más gráfica del desamor. «Sí, sí. Todos los años vemos algún caso del síndrome del corazón roto», confirma el jefe de Cardiología del Chuac, José Manuel Vázquez Rodríguez. 

Se trata de un cuadro clínico descrito en 1990 en los dominios del sol naciente, «aunque seguramente ya pasaba antes», apunta el especialista de A Coruña, y que se manifiesta con los síntomas típicos de un infarto

«Es curioso, tienen dolor en el pecho, falta de aire, fatiga y en el electro, de hecho, se ve una elevación; nos las suelen traer rápidamente al hospital, pero en el momento en que las metemos en la sala de hemodinámica para hacerles un cateterismo urgente y ver si tienen la arteria ocluida, vemos que todo está bien», explica el doctor. Habla en femenino porque sí, afecta sobre todo a mujeres. «Antes no se podía saber porque no hacíamos una coronariografía rápidamente, pero en los últimos años del siglo XX fue cuando se vio que, efectivamente, sucedía».

Aunque muy parecido al clásico infarto, de ahí la confusión, este síndrome doloroso como puede a veces serlo el amor es, sin embargo, otro cuadro distinto y con ciertas peculiaridades. Entre ellas, el facultativo destaca en primer lugar que «casi todos los casos, más del 85 %, se dan en mujeres y en su mayoría posmenopáusicas». En segundo, que «casi siempre están en relación con situaciones de estrés», apunta. ¿Qué tipo de estrés? Entendido como algo más que una sensación, esa reacción del cuerpo cuando uno parece a punto de reventar puede tener distintos desencadenantes. El doctor menciona entre ellos desde una discusión fuerte, con la pareja o no y con o sin ruptura, pero también «recibir una noticia impactante, como la muerte de un familiar» o incluso vivir una situación imprevista y grave, desde sufrir un accidente a conocer un mal diagnóstico. «No conozco a nadie que le haya dado al tocarle la lotería, aunque hay gente que se desmaya con las buenas noticias; sí podría ser incluso por un imprevisto positivo, pero generalmente es por situaciones estresantes, disgustos, y claro, incluso por desamor». 

 

Jose Manuel Vázquez Rodriguez, jefe de Cardiología del Chuac (Complexo Hospitalario Universitario A Coruña)
Jose Manuel Vázquez Rodriguez, jefe de Cardiología del Chuac (Complexo Hospitalario Universitario A Coruña) CESAR QUIAN
 

Con forma de trampa

El tercer factor interesante tiene que ver con la forma, físicamente hablando, en que se manifiesta ese corazón roto. Más que romperse, se para. Aunque solo un pedazo y por un tiempo. «Una zona del ventrículo izquierdo no se mueve, como ocurre en los infartos, generalmente en la punta», explica. Y de aquí se derivan otros de los nombres con los que se conoce este melodioso síndrome del corazón roto: abombamiento apical, pero también síndrome de tako-tsubo por la similitud con la forma de la vasija nipona abombada y con el cuello estrecho que los pescadores utilizaban para atrapar pulpos. El animal, de ocho brazos y tres corazones, «entra y no puede salir», describe el doctor. A veces, curioso, el amor también atrapa. Otras, se convierte en una trampa. 

De baja mortalidad, en torno al 1 %, este cuadro médico de romántico nombre generalmente se comporta como una cardiopatía aguda, pero transitoria. «Lo normal es que en unos días recuperen y se corrija, cosa que en un infarto no sucede, ya que deja un daño permanente», advierte José Manuel Vázquez sobre las cicatrices que dejan el corazón marcado cuando una arteria se obstruye completamente y priva de riego al latido. 

Unidad de hemodinámica del servicio de Cardiología del Chuac
Unidad de hemodinámica del servicio de Cardiología del Chuac CESAR QUIAN

El mecanismo por el que se produce este síndrome del corazón roto «no está completamente claro», indica. Hay quien habla de una especie de espasmo, aunque todo apunta a que detrás está la liberación de hormonas que se produce ante determinadas situaciones. «La adrenalina se suele disparar por el estrés porque nos prepara para la lucha, o para la huida —explica—; produce taquicardia y vasoconstricción para que si te peleas con alguien no sangres tanto», continúa el especialista para describir el efecto sobre el corazón. Esas hormonas aumentan la frecuencia cardíaca, el consumo de oxígeno, se contraen las arterias pequeñas… «y el músculo cardíaco se queda como sin fuerza». 

Sobre lo traicionero que puede llegar a ser el corazón también se pronuncia el cardiólogo: «Ojo, el estrés puede llegar a provocar un infarto de verdad». Si la tensión arterial se dispara, es más fácil que se desprenda una placa de ateroma del interior de las arterias, se forme un coágulo y acabe obstruyendo las coronarias. De hecho, «la mayoría de las veces que pensamos que se trata de un infarto, realmente lo es; si alguien tiene los síntomas de un infarto, suele serlo», avisa. 

En el hospital, la sorpresa, en realidad, es encontrarse con un corazón roto. «Es un cuadro raro, de todos las sospechas que vemos, a lo mejor uno de cada cien», dice el responsable de un servicio que cada año atiende a unos 350 pacientes que entran por Urgencias con síntomas de estar sufriendo un ataque cardíaco.

La pandemia, al menos en el Chuac, no ha incidido en un incremento de latidos partidos. «Nosotros no lo hemos percibido, aunque en algunos países ya han hecho estudios y dicen que en estos años del covid habían aumentando hasta un 8 %; es posible, pero en un centro como el nuestro, en el que como mucho hay cinco casos de síndrome al año, un 8 % no supone ni uno más». 

Por si acaso, el consejo del especialista  es acudir cuanto antes si el pecho aprieta. «Hay que tener cuidado con el corazón en todos los sentidos», dice. La experiencia, pero también la ciencia, ya ha demostrado que las emociones influyen en la montaña rusa hormonal y, por tanto, en el sistema circulatorio y cardiovascular. La receta no es otra que «tratar de vivir tranquilos», considera Vázquez, que comprende no obstante la dificultad de mantener la calma, modular el estrés y evitar que se nos rompa el corazón en determinados momentos. «Todo esto tiene un componente individual de cómo se toma uno la vida, aunque claro, hay noticias que no se pueden tomar bien porque son auténticas desgracias —reflexiona— ; deberíamos de pensar que tenemos en nuestra mano intentar reaccionar lo mejor posible. No ganamos nada de otra forma»