En un limbo posnavideño

Antía Díaz Leal
Antía Díaz Leal CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA CIUDAD

CESAR QUIAN

Los arcos navideños esperan estos días a ser retirados, apagados y tristes. Mientras, algunas cafeterías y escaparates aún lucen decoración festiva

12 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Al bajar por la calle Ferrol este lunes, al fondo relucía el luminoso del casino, la única luz que rompía contra el cielo que empezaba a oscurecer. Los arcos navideños esperan estos días a ser retirados, apagados y tristes. Mientras, algunas cafeterías y escaparates aún lucen decoración festiva, como esas casas en las que los niños se resisten a retirar el árbol y el belén, o en las que la pereza de la vuelta a la rutina puede a las buenas intenciones de mantener la casa recogida. O tal vez contagiados por el espíritu festivo-luminoso de los vigueses, que van a mantener el tinglado encendido hasta el domingo.

Es como si la ciudad no supiera si ha pasado la Navidad, como si los restos de turrón reblandecido en la alacena contasen como fiesta, como si las tiendas llenas por las rebajas fuesen un sustituto de las reuniones con los colegas de la última semana del año.

En los cristales de una panadería aún están pegada una galleta de jengibre y un árbol de navidad se cuela entre las mesas de la cafetería. La escuela infantil aún no ha quitado la guirnalda luminosa, y así el barrio parece estancado en un limbo en el que las tardes son ya más largas pero se echan de menos las luces, en el que las terrazas han dejado de estar abarrotadas para volver al estado anterior de las cosas, fuera cual fuera antes de que llegase diciembre y todos pensásemos que estas fiestas iban a ser otra cosa. Han desaparecido las montañas de cajas de los contenedores y los restos de cigalas que aparecieron en la acera la mañana de Navidad (menos mal). Pero flota en el aire algo inquietante... como si se hubiera quedado a vivir aquí Bill Murray, en un extraño cruce entre Atrapado en el tiempo y Los fantasmas atacan al jefe.