Apolo, Marte, Casablanca, Las Garcitas, Lolita... ¿Tu edificio tiene nombre propio?

Caterina Devesa REDACCIÓN / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

En los 70 y 80 muchos inmuebles fueron bautizados. Algunos rinden homenaje a familiares de los promotores, otros hacen un guiño a la emigración, pero de muchos se desconoce el significado

07 mar 2022 . Actualizado a las 13:27 h.

Lolita, Laura o Nuria no son solo nombres de mujer, sino también de edificios, en este caso situados en la ronda de Outeiro. Porque si uno da una vuelta por la ciudad, eso sí, con la mirada alejada del móvil, observará cómo entre los más de 15.100 inmuebles que hay en A Coruña, todavía muchos mantienen en los letreros del portal el apelativo con el que se les denominó años atrás.

Algunos rinden homenaje a seres queridos de los promotores de la obra, como los ya citados, o directamente llevan el apellido de la empresa constructora, como el Germán, en la calle General San Martín 6; mientras que otros hacen referencia al color de la fachada, es el caso de torre Esmeralda, en la cuesta de A Palloza; o del edificio Casablanca, en Monasterio de Caaveiro número 1. «La fachada era de azulejos blancos», explica una vecina del inmueble construido en 1974, que apunta que en la actualidad, y tras una reforma, es gris. En otros casos, el apelativo responde a la ubicación de la construcción, como el edificio Parque Europa en el número 16 de Río de Monelos; o del Avenida, en la Avenida de Oza 86. Los hay también que hacen un guiño al dinero traído de la emigración, como el Guatemala, en la ronda de Outeiro 275. Sin embargo, la mayoría cuentan con apelativos cuyo origen es desconocido, al menos para la población. Caminando por la ronda de Outeiro, quizá la vía con más construcciones con nombre propio, está el edificio Polar, en el número 280; la torre del Pinar, en el 290; Las Garcitas, en el 239; el Marineda, en el 68; el Ruada, en el 62; y el Impala, en el 44 Asimismo, en As Lagoas está el Mediodía, en el Ventorrillo se alzan el Cuns, en la calle Alcalde Salorio Suárez 1, y el Marte, en Monasterio de Caaveiro 2. En Martinete está el Navimagno, y en Cuatro Caminos, en Ramón y Cajal 40, se ubica el Apolo 3. Al lado, en el 57, pero de la avenida Santiago Rey Fernández-Latorre, está el Apolo 2; al que le sigue, cómo no, el Apolo, en Benito Blanco Rajoy 1.

Origen desconocido

El origen de la costumbre de bautizar a los edificios, muy extendida en los años setenta y ochenta, no tiene para los arquitectos una causa concreta, pero sí antecedentes. «Antes se ponían los nombres en homenaje, como ocurre con Villa Molina, en Ciudad Jardín, por el alcalde Alfonso Molina. Otros llevaban el apellido de la familia propietaria, como Casa Cornide, en la Ciudad Vieja, o Casa Barrié, en Linares Rivas. En construcciones de los setenta se hace referencia a alguna característica del inmueble, como el edificio Trébol, en Juan Flórez, porque en el plano los inmuebles configuraban la forma de esa planta. También, por poner un ejemplo actual, está el proyecto conocido como As Percebeiras para construir dos torres en Labañou, porque la forma de los edificios recuerdan a unos percebes», explica Roberto Costas, presidente de la delegación coruñesa del Colegio de Arquitectos de Galicia. En algunos casos se mantiene la práctica, ya que en uno de los barrios más jóvenes de la ciudad, en Novo Mesoiro, algunos inmuebles tienen nombre, solo que no están marcados en el portal, pero sí figuran en el contrato de venta. Es el caso del inmueble ubicado en el número 7 de la avenida Novo Mesoiro, que fue bautizado como Vista Hermosa para ser diferenciado durante la construcción, momento en el que su número no estaba definido.

El Diente de Oro, la única construcción de La Marina sin galería de cristal

ANGEL MANSO

Para el arquitecto Alberto Unsain González de Suso, el motivo de darle nombre a las construcciones es una decisión que simplemente responde a una preferencia de los promotores de la obra: «La mayoría de los edificios de A Coruña que tienen nombre propio fueron construidos cuando ya se utilizaban los números de policía para identificarlos. Muchos fueron bautizados con el nombre de un ser querido de las empresas que los gestionaban, algo que personalmente me parece un poco hortera». Un punto en el que coincide el presidente del Colegio de Arquitectos coruñés, Roberto Costas.

Para Unsain es justificable denominar con un apelativo un inmueble cuando «este tenga una característica singular, como ocurre con el conocido como Diente de Oro, en la avenida de Montoto, que es el único sin galería en La Marina», dice Unsain en referencia al inmueble construido por Leoncio Bescansa en 1926. Un edificio «que por ser el único sin los ventanales de cristal y por tener un color marrón dorado en su fachada recibió ese distintivo y todavía se le llama así», añade Costas.

El profesional también apunta que en esos casos «en los que es la gente la que empieza a llamarlos de una forma tiene sentido, porque el pueblo nunca se equivoca». Igualmente, hace referencia a construcciones como la torre de los Maestros, en Juan Flórez, «que fue construida por una cooperativa de profesores, por lo que su denominación es lógica». Por otro lado, Roberto Costas recuerda que «muchos inmuebles siguen siendo llamados por el nombre del comercio que los ocupaba. Pasa con el edificio donde estaba el centro comercial El Pote, en Juan Flórez; o con el de la calle Real que albergaba hace años Maisonfor. También ocurre con el que era de la Citroën, en la avenida de Oza.