Laura Ferreiro: «Yo hacía cestas aburridas con lazo y celofán y ahora triunfo con mis nasas»

Loreto Silvoso
LORETO SILVOSO A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

CESAR QUIAN

La dueña del ultramarinos Ferreiro utiliza «peneiras» y paños gallegos en sus «Bravas»

26 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Tacón, punta, tacón. El ultramarinos Ferreiro, en la Gaiteira, suena a muiñeira. Panderetas por las paredes, paños de ocho puntas para empaquetar regalos y, en vez de cestas, nasas, cribos y peneiras. La energética tendera, Laura Ferreiro (A Coruña, 1970), saluda entre dos cacholas de cerdo.

—Una Navidad muy autóctona.

—Al principio pensé si sería una Laurada de las mías, pero enseguida agoté los paños con los que envolvemos los regalos.

—Es más ecológico.

—Me inspiré en el furoshiki, la tela tradicional japonesa que se utiliza para envolver objetos.

—Una técnica asiática en auge.

—Sí, descubrí lo que era porque lo veía siempre en las etiquetas de las fotos que me gustan. Busqué una tela que nos definiera a nosotros como gallegos y ya ve.

—¡Veo que está triunfando!

—Llevaba años haciendo cestas de Navidad cien por cien gallegas en el contenido, pero quería que el continente también fuese gallego y que, además, fuese algo que la gente pudiera conservar en su casa.

—¿Le han llovido los pedidos?

—Estoy muy contenta. Es mucho trabajo, pero la respuesta de los clientes es muy buena. Es que yo hacía cestas de Navidad aburridas como las de todo el mundo: cuadraditas, con mucho celofán y mucho lazo. Introduje las nasas, las peneiras, los cribos y los paños y, la verdad, no me esperaba tener tanto éxito.

—¿De dónde saca las nasas?

—Un día, comiendo en Combarro, conocí a una persona que fabrica nasas. Así que empezamos a diseñar un modelo para que tuviera un fondo, un asa y estuviera presentable para regalar.

—¿Con su agujero y todo?

—¡Que las tiras al mar y pescas!

—El colofón fue el nombre que les puso: «Bravas».

—Decidimos poner a cada cesta el nombre de una mujer gallega que nos inspirase: Isabel Zendal, Sofía Casanova, Concepción Arenal, Marcela y Elisa...

—A mí la que me gusta es la cesta Maripita.

—¡Por supuesto! ¡Es que nuestra heroína tenía que estar!

—¿Reinventarse o morir?

—No queda otra. Hay que intentar diferenciarse del resto. Todo es a base de ensayo-error, hasta que encuentras algo que le gusta a la gente y no perder nunca el ánimo.

—Pues deja el listón muy alto para el año que viene.

—Pero ya tengo otra sorpresa (artesana y muuuy nuestra) preparada para la próxima Navidad.

—Apuesto a que triunfará.

¡Vamos vecinos!: Un dibujo a lápiz, con Laura Ferreiro animando al vecindario desde su ventana, ocupa su foto de perfil en WhatsApp. Se lo hizo una niña del barrio y lo guarda con mucho cariño. Fue una forma de agradecer el apoyo de la tendera a todos sus vecinos en los peores momentos de la pandemia.

«Ni delicatessen ni gourmet. Odio esas palabras con toda mi alma. Soy una tienda de barrio»

La dueña del ultramarinos de la calle San Diego es una defensora del comercio de cercanía y del tú a tú con el vecindario.

—Menos Internet y más barrio.

—El barrio es vital. Soy una defensora del comercio local, que da luz a las calles y gracias al que los vecinos se conocen entre sí.

—¿Especializarse es la vía?

—Ni delicatessen, ni gourmet, odio esas dos palabras con toda mi alma. Soy una tienda de barrio. La palabra que más me gusta en el mundo para definir mi empresa es un ultramarinos.

—Pero también vende online y es muy activa en redes sociales.

—Sí, claro, porque el pequeño comercio tiene que evolucionar y actualizarse. Intento modernizarme y vivir la época que me ha tocado vivir.

—¿Qué poso le ha dejado el covid?

—Al haber sido esenciales, me quedo con el haber podido ayudar a los vecinos. Me he dado cuenta de lo sola que está mucha gente. Y nos hemos conocido más. A muchos los he presentado yo.

—Con lo sociable que es usted, no me extraña nada.

—Mire, hoy se jubila Miro, el peluquero de la esquina, que lleva toda la vida con nosotros. ¿Usted sabe qué pena tengo?

—Me lo puedo imaginar.

—Aquí quedamos solo dos negocios. Si cerramos alguno, esta calle queda muerta. La venta online es necesaria, pero nunca debe terminar con la presencial.

—¿Está notando la crisis de los suministros?

—Con los de aquí no, pero estuve sin un aceite por culpa del tapón y hubo problemas con los cartones de empaquetar conservas.

—Y los precios por las nubes.

—Ha subido todo. Ya no le digo la materia prima, pero el cartón, la luz, la gasolina... Eso se nota.