Quinito López Mourelle: «Si no hay sentido del humor, la vida no tiene sentido»

Tamara Rivas Núñez
tamara rivas A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

CESAR QUIAN

El músico y escritor firmó ejemplares de su libro «pepitoria»

24 dic 2021 . Actualizado a las 00:38 h.

Lleva publicadas siete novelas y un poemario a los que hay que sumar siete discos en su faceta de compositor y pianista. Unos números que seguirán creciendo, porque Quinito López Mourelle es de los que ve «triste que lo que uno hace se quede en un cajón». Hoy estará en la librería Arenas a partir de las 19.30 horas para firmar ejemplares tanto de pepitoria, su último libro, como de los anteriores.

—¿Qué tiene pepitoria que tanto gusta?

—Mucho sentido del humor, a veces llevado al extremo e incluso poniendo al límite mi propia creatividad. Es un libro muy entretenido, donde el lector encontrará una historia familiar, muy costumbrista y también con tintes de realismo mágico y de crítica.

—Choca ver el título en minúscula.

—Es a propósito. Va un poco en el tono de la novela. La mayúscula en este caso, para algo que pretende ser una historia humilde, me parecía fuera de lugar.

—Y con el humor como arma.

—Me puse a escribirlo en el confinamiento y fue algo que me sirvió de bálsamo, de vía de escape. Cada vez que escribía, me refugiaba en el sentido del humor y en pasármelo bien, y creo que he sido capaz de transmitirlo a la novela.

—¿Cree que la sociedad está perdiendo el sentido del humor?

—No quiero que se entienda que el sentido del humor es ligereza, pero si no hay sentido del humor, la vida no tiene sentido. Hay que utilizarlo como vía de comunicación y acercamiento a las personas. A veces se pierde por culpa de las redes sociales, en la que parece que todos nos hemos convertido en enemigos de todo. Y eso es algo que detesto.

—¿Qué tienen de real doña Idónea, Testigo y papá Mauricio, los protagonistas del libro?

—Son de carne y hueso. Sus virtudes y defectos están llevados a la exageración para, precisamente, buscar el aspecto cómico, pero tienen mucho de la historia de este país, de nuestro presente, son muy cercanos, muy humanos, muy caseros… En el fondo son grandes perdedores. Es el tipo de personaje que más me atrae.

—Se marca como objetivo que el lector se ría con la novela o se mofe del autor. ¿Mejor los primero?

Todo. Muchas veces me arriesgo mucho con chistes muy malos, pero si no es demasiado malo, a veces se queda a medio camino o no se entiende. Tiene que ser tan, tan malo como para ser capaz de despertar una sonrisa. En esta novela me he servido del chiste malo como elemento narrativo, no solo como anécdota. Me da pie a que las historias evolucionen.

—Literatura, música... no para.

—Es lo que sé hacer, bien o mal, pero es lo que sé y quiero seguir haciéndolo. Tengo otras novelas sin publicar y mi ambición es que no se queden en un cajón. En primavera publicaré otra que escribí antes que pepitoria, pero la situación es la que es y vi que era el momento de esta.

—Para la firma en Arenas, mascarilla obligatoria. ¿Hay margen para el humor con el covid?

—En esto no. Me tomo muy en serio todo lo que tiene que ver con el covid, con el máximo respeto a todo lo que nos impongan.