«Los arquitectos y maestros de obra de A Coruña apretaron firme y ahora se construye como en las mejores ciudades de España»

marta valiña A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

Dos de los edificios de Linares Rivas levantados en los años veinte.
Dos de los edificios de Linares Rivas levantados en los años veinte. ANGEL MANSO

Un especial publicado en La Voz de Galicia en septiembre de 1927 destaca el desarrollo urbanístico que vive la ciudad, «después de un largo período de estancamiento».

21 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El archivo hemerográfico de La Voz de Galicia guarda auténticas joyas periodísticas que ayudan a comprender cómo era A Coruña en los años veinte. El 18 de septiembre de 1927, el periódico publicó un extenso especial en el que «se bosqueja algo de lo hecho bajo la acertada dirección de ilustres arquitectos y buenos constructores». Eran, aseguraba La Voz, años de bonanza para el desarrollo urbanístico de la ciudad. «Después de un largo período de estancamiento, la construcción en La Coruña recibió un impulso vigoroso. Se roturan calles, se levantan casas fastuosas, se acometen otras grandes reformas urbanas. Data de unos cinco años esta fecunda acentuación de trabajo, con tranquilidad y con estabilidad», detallaba.

«Se construye mucho, por todas partes. Singularmente en la zona de Ensanche, se escucha el golpe rítmico del picapedrero, el ruido de la sierra, el chirriar de las polcas, las voces de la humana colmena en los altos andamios», insistía poéticamente el reportaje, que resaltaba que «hay notables arquitectos y muy excelentes constructores; habiéndose incluso sumado a los de la localidad otros llegados de fuera, ante la frecuencia y la categoría de las obras».

«Los arquitectos v los maestros de obras apretaron firme y ahora se construye como en las mejores ciudades de España», resaltaba el especial de 1927, que hacía especial hincapié en glosar los logros de los denominados «maestros de obras», así como las empresas de la ciudad dedicadas a la venta de materiales para la construcción.

Imagen de los años veinte de un anuncio de los almacenes de materiales de construcción de José Amenedo Villademoros.
Imagen de los años veinte de un anuncio de los almacenes de materiales de construcción de José Amenedo Villademoros.

JOSÉ AMENEDO VILLADEMOROS

Entre estas últimas, glosa las virtudes de las empresas José Amenedo Villademoros, «con vastos almacenes y depósitos en la calle de la Estrella y del Socorro, y su establecimiento de San Andrés». En ellos, contaba, los clientes podían encontrar «una admirable exposición de artículos de saneamiento», y la representación y venta en exclusiva para toda Galicia «de la compañía general de asfaltos y portland Asland», que en aquellos tiempos representaba el 70 % del cemento que se consumía en España.

Anuncio publicado en La Voz en 1920 de los almacenes de madera de Ricardo Molezún, situados en lo que antaño se denominaba Camiño Nuevo, hoy Juan Flórez.
Anuncio publicado en La Voz en 1920 de los almacenes de madera de Ricardo Molezún, situados en lo que antaño se denominaba Camiño Nuevo, hoy Juan Flórez.

RICARDO MOLEZÚN

También detalla el reportaje el aserradero y los almacenes de madera de Ricardo Molezún, «en el que era antaño Camino Nuevo y que va convirtiéndose hoy en céntrica y flamante avenida de Juan Flórez». El empresario, continúa, se dedicaba a la importación y venta de «maderas magníficas procedentes de remotos países, que parecían más remotos antes que ahora, porque se sabía menos de geografía», dice el periodista de los años veinte. «Tienen en los enormes depósitos de Molezún un stock siempre renovado. Personal y maquinaria a tono con la importancia de esta próspera industria completan el justificado renombre de la misma», añade.

TALLERES ESCUDERO

Los Talleres Escudero, fundados en 1870 por Baltasar Escudero y entonces dirigidos por sus hijos, José y Saturnino, estaban ubicados en el número 8 de la calle Socorro, y eran, decían entonces, «una de las más destacadas empresas de la Península en lo concerniente a trabajos en mármoles, granitos y mosaicos hidráulicos». De ellos eran numerosos panteones de mármol del cementerio de San Amaro, así como el monumento a los mártires de Carral, el obelisco de Linares Rivas, o «las escalinatas, pavimento y frisos del Banco Pastor, del Anglo Americano, del de La Coruña y de la Diputación provincial». Otra de las especialidades de esta empresa, proseguía el reportaje, era la fabricación de losetas para aceras, «de las que ha colocado, entre muchos más, las que hay en Santiago, Lugo, Sada y las de la avenida de Linares Rivas, Marina, Ciudad Jardín...»

Así se anunciaba en La Voz de Galicia, en 1926, la fábrica de Antonio Jaspe, especializada en la fabricación de persianas de madera, parqués y todo tipo de trabajos de carpintería.
Así se anunciaba en La Voz de Galicia, en 1926, la fábrica de Antonio Jaspe, especializada en la fabricación de persianas de madera, parqués y todo tipo de trabajos de carpintería.

FÁBRICA DE JASPE

Otra de las compañías que protagoniza el especial de 1927 es la fábrica de Jaspe, «la antigua fábrica coruñesa de aserrar maderas de don Antonio Jaspe, instalada en un vasto edificio al final de camino de la Estación». Entre sus especialidades, destaca la fabricación de persianas enrollables, «la última palabra para casas construidas confortablemente», la producción de parqué («de su perfección y sobriedad puede juzgar quien haya visto los colocados en el Banco Pastor y los que desde fecha reciente lucen en los locales del Palacio Municipal destinados a despacho de la alcaldía y a salón de sesiones»), o la elaboración de ventanas, puertas, miradores, galerías y balaustradas de madera. Además, la fábrica de Jaspe contaba entonces con una planta de fabricación de hielo, «que en grandes cantidades envía a otros establecimientos y, sobre todo, a los barcos de pesca y exportadores».

Imagen de un anuncio de Hijos de Emilio Cervigón Carreras publicado en La Voz de Galicia en 1922
Imagen de un anuncio de Hijos de Emilio Cervigón Carreras publicado en La Voz de Galicia en 1922

HIJOS DE EMILIO CERVIGÓN CARRERAS

También era muy conocida entonces la empresa denominada Hijos de Emilio Cervigón Carreras, ubicada «desde hace muchos años» en los «vastísimos bajos de los números 14 al 18 de la calle Socorro», y dedicada «a la importación de las mejores maderas exóticas y a la confección de molduras». La compañía también se ocupaba «en alta escala» de la fabricación de muebles, y se había encargado de amueblar, un año antes, la central y sucursales del Banco de La Coruña, gran parte de las oficinas del Anglo Sud Americano, «además de todas las obras de carpintería de la nueva cárcel y las recientemente llevadas a cabo para la ampliación del Sanatorio Marítimo de Santa María de Oza».

Hijos de Emilio Cervigón, tenía también un local en el número 47 de la calle Real, «donde continuamente se ofrece a la admiración del público de gusto educado, hermosos modelos de dormitorios, salas, comedores...».

Uno de los anuncios publicados en 1926, en La Voz de Galicia, de los almacenes Insua y Vizoso, que entonces promocionaba el cemento Rezola.
Uno de los anuncios publicados en 1926, en La Voz de Galicia, de los almacenes Insua y Vizoso, que entonces promocionaba el cemento Rezola.

CASA INSUA & VIZOSO

De la Casa Insua & Vizoso, en el número 1 de la avenida de Rubine (también con tienda en Ferrol) y propiedad de Manuel Vizoso y Manuel Insua, destaca especialmente su sección de saneamiento, además de su amplio muestrario de azulejos, ladrillos «de todas las procedencias», asfaltos, baldosas, tuberías, cales, yesos y todo lo necesario para la construcción.

Según constaba en ese amplísimo reportaje, en Casa Insua & Vizoso «por unas 370 pesetas se puede comprar una bañera de hierro esmaltado, o de acero alemán, lavabo con soportes niquelados, espejo, bidé de pedestal, toallero y alfombra de corcho, o sea, un cuarto de baño completo con los servicios de otro de lujo. Y aún si desea limitar más el coste se puede obtener por 250 pesetas una bañera de hierro esmaltado y un lavabo de loza formando un cuarto de aseo excelente».

En 1925, el almacén de materiales de construcción de Eugenio Charry, entonces situado en Riego de Agua, aunque más tarde se cambiaría a Sánchez Bregua, anunciaba el cemento Cosmo, del que era representante en exclusiva en Galicia.
En 1925, el almacén de materiales de construcción de Eugenio Charry, entonces situado en Riego de Agua, aunque más tarde se cambiaría a Sánchez Bregua, anunciaba el cemento Cosmo, del que era representante en exclusiva en Galicia.

EUGENIO CHARRY

El último de los almacenes que recomienda La Voz en 1927 era un vasto establecimiento ubicado en el número 7 de la calle Sánchez Bregua, propiedad del «joven e inteligente convecino» Eugenio Charry, que tras fallecer su padre se había hecho cargo del negocio, dedicado a los artículos sanitarios. «A base de las relaciones y experiencia adquirida en ese ramo, amplió decididamente sus actividades dedicando atención preferente a la venta de materiales de construcción», añade. Eugenio Charry era, además, representante en exclusiva del «famoso cemento Cosmos». En los seis primeros meses de 1927, decía, había vendido en las provincias de A Coruña y Lugo, 4.390 toneladas de ese material, entre otras obras para la pavimentación de la Marina, Juana de Vega, vías del Ensanche, o chalés de la Ciudad Jardín.

Los grandes maestros de obras 

Imagen del Banco Pastor, en los Cantones, a finales de los años veinte
Imagen del Banco Pastor, en los Cantones, a finales de los años veinte ALBERTO MARTI VILLARDEFRANCOS

VALENTÍN VALLHONRAT

Entre los maestros de obra, el especial de 1927 destaca en primer lugar a Valentín Vallhonrat Gómez (1884-1965), un famoso ingeniero de minas natural de Ciudad Real, que llevaba seis años en A Coruña dando forma al majestuoso edificio del Banco Pastor, «interpretando el atrevido proyecto de los jóvenes y notables arquitectos Tenreiro y Estellés». Se encargaba además de las obras «de la casa del señor Barrié, que será ultimada a principios del año próximo y embellecerá también con una nota de urbanismo majestuoso y elegante la admirable perspectiva de Linares Rivas», calle en la que también levantó otros edificios.

La empresa de Vallhonrat, especializada en obra pública, también se había encargado «del puente de la Marina en la capital de Cataluña, y la ampliación de la estación del Norte, cuyo presupuesto se calcula en cinco millones de pesetas».

IGNACIO FREIRE BOTANA

Otro de los constructores mencionados es Ignacio Freire Botana (1859-1938), «a quien más se debe el rápido progreso de la edificación en La Coruña», y que se encargó, entre otras obras, de levantar el Banco Anglo Sud Americano, proyectado por el arquitecto Eduardo Rodríguez Losada y construido en el Cantón Grande, tras derribar «tres casas viejas y de feo aspecto que eran la nota antiestética». En este edificio, explica, empleó cemento Asland, «por ser el que estima de mayor resistencia y economía, toda vez que admite con iguales seguridad que las otras marcas, más proporción de arena».

FRANCISCO SILVA NEIRA

Del maestro Francisco Silva Neira (1876-1947), «de los preferidos, de los más solicitados, un constructor inteligente, rápido y asequible», destaca viviendas en el Campo Volante (hoy Campo de Marte), la escuela municipal de la calle Orzán, «la casa del señor Tejero en la plaza de Lugo», o Banco de La Coruña, que acababa de levantarse en el Cantón Pequeño.

Vista área de la Ciudad Jardín tomada en el 2010.
Vista área de la Ciudad Jardín tomada en el 2010. JANET GONZALEZ VALDES

FÉLIX LÓPEZ RETUERTO

Otro de los grandes constructores de los años veinte fue Félix López Retuerto (1883-1940), «muy conocido y solicitado», del que enumera obras como la reforma del Hotel de Roma, en la calle Castelar, y más de 12 chalés en la Ciudad Jardín proyectados por el arquitecto Rodríguez Losada. En ese 1927, añade, López Retuerto estaba ejecutando, por encargo de la Compañía General de Teléfonos de España «las obras de canalización de una gran parte de la capital, hasta la Ciudad Alta, para el tendido de la nueva y amplia red que dará lugar en breve al perfeccionado funcionamiento del teléfono automático».

El monumento a Concepción Arenal, en los jardines de Méndez Núñez, diseñado por González Villar, fue levantado por el maestro de obras José María Longueira.
El monumento a Concepción Arenal, en los jardines de Méndez Núñez, diseñado por González Villar, fue levantado por el maestro de obras José María Longueira. CESAR QUIAN

JOSÉ MARÍA LONGUEIRA

Continúa el reportaje loando los trabajos «concienzudos y bien rematados» de José María Longueira Castro (1874-1949), natural de Boimorto, pero establecido en A Coruña desde muy joven. Especializado en carpintería y exalumno aventajado de la Escuela de Artes y Oficios, recorrió Francia y Bélgica para aprender nuevas técnicas, y se encargó de las obras de «dos espléndidas fincas de don Raimundo Molina en Puerta Real y en la plazuela de los Ángeles», a las órdenes del arquitecto González Villar. En 1927, continúa el texto, estaba concluyendo «la hermosa casa, de cinco pisos y 18 viviendas, para don Nicolás González en el número 4 de la calle Betanzos». Con González Villar también llevó a cabo «el sobrio y artístico monumento a Concepción Arenal que es ornato de nuestros jardines públicos».

MARTÍN FERREIRO ÁLVAREZ

Martín Ferreiro Álvarez (1892-1949), «tan estimado por los propietarios como por los arquitectos, y también por los obreros que trabajan a sus órdenes», llegó A Coruña desde su Pontevedra natal cuando apenas tenía 12 años. En la ciudad se encargó, cuenta la crónica de 1927, de la edificación «de la magnífica barriada de casas baratas emplazada en el Campo Volante [en la actualidad Campo de Marte]. Hizo cuanto de su parte estuvo para que las obras no se interrumpieran cuando solo había para impulsarlas la garantía del propio peculio». Construyó allí 24 viviendas y en el año del reportaje estaba levantando 12 más. Se encargó también de los edificios para la Comandancia de Ingenieros, varios chalés en A Pasaxe, diseñados por los arquitectos Mariño y Bescansa y en aquellos momentos se encontraba inmerso en varias obras en la calle de la Torre.

Falleció en el campo de concentración de Mauthausen-Gusen el 23 de noviembre de 1941.

El edificio de La Terraza, en Méndez Núñez, es una de las obras que llevaron a cabo Martínez Iturralde y Mendía.
El edificio de La Terraza, en Méndez Núñez, es una de las obras que llevaron a cabo Martínez Iturralde y Mendía. PACO RODRÍGUEZ

construcciones Martínez Iturralde y Mendía

Martínez Iturralde y Mendía fueron autores, entre otras obras en el norte de España, «del bellísimo palacete de La Terraza», y llevaron a cabo, «con arreglo a los planos del arquitecto Pedro Mariño, el edificio que ocupa el teatro Linares Rivas».

El edificio de las Adoratrices (en la imagen, en el 2003) fue levantado por el maestro Balbino Iturriaga.
El edificio de las Adoratrices (en la imagen, en el 2003) fue levantado por el maestro Balbino Iturriaga. EDUARDO pérez

BALBINO ITURRIAGA aristegui

El amplio especial de La Voz de Galicia resalta también los trabajos de Balbino Iturriaga Aristegui (1856-1937), originario de Talavera de la Reina, pero instalado desde muy joven en A Coruña. «Estaba de Dios que La Coruña había de venir, no de paso», dice el periodista de un hombre «menudo, ágil, casi joven pese a su barbita blanca, expedito, competente, tan relacionado que puede decirse que es amigo de todo el mundo». Se dio a conocer, continúa, con la obra de la amplia residencia de los Jesuitas en Juana de Vega, un edificio ya desaparecido. «Después llevó a cabo las obras de la iglesia parroquial de Santa Lucía, las de la Papelera Española, las de La Estrella de Galicia, las de la monumental residencia-colegio de Nuestra Señora del Corgo, y la muy importante de las Adoratrices en la Ciudad Jardín», añade. También se encargó del edificio de Torres y Sáez, «la novísima y suntuosa casa frontera al puerto».

JUAN CUBEIRO

Juan Cubeiro, natural de Cambre y al que define como un «competentísimo intérprete de deseos y planos», fue aprendiz de Balbino Iturriaga, con el que trabajó durante ocho años en obras como la iglesia de los Jesuitas. También se encargó del «vistoso y confortable chalé del ingeniero director de la Granja Agrícola, emplazado en terrenos de aquel establecimiento oficial» y «del espléndido edificio de la calle de Compostela, propiedad del señor Viturro», además de varios chalés en la Ciudad Jardín.

La famosa casa Escariz, en la plaza de Pontevedra, fue promovida y construida por Antonio Escariz Guimarey y años más tarde perteneció al filántropo Manuel Piñeiro Pose.
La famosa casa Escariz, en la plaza de Pontevedra, fue promovida y construida por Antonio Escariz Guimarey y años más tarde perteneció al filántropo Manuel Piñeiro Pose. ANGEL MANSO

ANTONIO ESCARIZ GUIMAREY

También figura en la lista de grandes maestros de obras Antonio Escariz Guimarey (1862-1947), natural de Cuntis, y constructor y propietario de la casa que todavía hoy lleva su nombre en la plaza de Pontevedra. Un edificio que años más tarde compraría el filántropo Manuel Piñeiro Pose y cuya propiedad reclama hoy el Ayuntamiento de A Coruña. Precisamente, en 1927 Antonio Escariz se encontraba levantando el primero de los inmuebles que darían fama a esa esquina de la plaza de Pontevedra, concretamente el de Payo Gómez. «Es una elegante y suntuosa construcción de seis pisos con once viviendas además de piso bajo y con amplios sótanos, de cuyo excelente proyecto es también autor el señor Losada», explicaban.

«Este acreditado maestro de obras, fue el ejecutor, con arreglo a bellos planos del arquitecto Losada Rebellón, de una de las casas modernas más decorativas de La Coruña: la del señor Cortés y Méndez Bálgoma, frente a la que fue plaza de Galicia», añadía el reportaje.

Comenzó su carrera en la calle San Agustín y en Puerta de Aires, «con el veterano señor Ciórraga», y en su currículo figuran edificios en Santa Lucía, la calle Feijoo, «y el lindo y coquetón chalé de don Alonso Escudero en la calle Ferrol, proyecto de Losada y Lagarde».

El sanatorio antituberculoso de Oza-Cesuras, hoy en ruinas, fue levantado por el maestro Manuel Reimúndez, «bajo los planos del arquitecto González del Villar».
El sanatorio antituberculoso de Oza-Cesuras, hoy en ruinas, fue levantado por el maestro Manuel Reimúndez, «bajo los planos del arquitecto González del Villar». CÉSAR DELGADO

MANUEL REIMÚNDEZ gonzález

Finaliza el amplísimo especial con un perfil del maestro Manuel Reimúndez (1864-1949), que había sido concejal en A Coruña y continuaba siendo «buen constructor, enemigo de ostentaciones, sencillo y discreto». Comenzó de chaval como carpintero, explica, «y era ya un estimable ebanista cuando abrió el primer taller al público» con apenas 19 años. «Y hoy que se trabaja mucho y variaron los sistemas, evolucionó con ellos y sigue figurando entre tos mejores, pese a su modestia inveterada», asegura el texto.

En 1927 continuaba con las obras de la Grande Obra de Atocha: «Magno es este proyecto, a la vez de templo, de colegio, de residencia, concebido por el entusiasta sacerdote señor Pardal y costeado por la caridad de los fieles. Con los mejores auspicios inició la obra el señor Reimúndez y habrá de darle cima. Dios mediante. Mucho es lo que falta por hacer, dada la grandeza de la obra, pero todo se andará».

Reimúndez también se había encargado de las obras del Sanatorio Antituberculoso de Cesuras, hoy en ruinas, «bajo planos del arquitecto González del Villar y por encargo de la junta provincial que tan celosamente actúa».