Manuel Piñeiro Pose, la severidad de un emigrante precoz

m. carneiro A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

La Casa Escariz, en la confluencia de la plaza de Pontevedra con las calles Teresa Herrera y Paio Gómez, terminó de construirse en 1930 y está en poder de una fundación que administra los alquileres del edificio, donado por Piñeiro Pose al hospital municipal
La Casa Escariz, en la confluencia de la plaza de Pontevedra con las calles Teresa Herrera y Paio Gómez, terminó de construirse en 1930 y está en poder de una fundación que administra los alquileres del edificio, donado por Piñeiro Pose al hospital municipal MARCOS MÍGUEZ

El piadoso dueño de la Casa Escariz murió solo y legó su fortuna a los pobres

12 mar 2022 . Actualizado a las 18:52 h.

Poco más se sabe del hombre que saltó a los periódicos esta semana que las tribulaciones que traza su testamento. La severidad forja a Manuel Piñeiro Pose (A Coruña, 1878-1940) desde muy temprano. Con 15 años emigra a Cuba, de donde no retornará hasta cumplidos los 50. Solo y «sin auxilio de nadie», según recapitula ante el notario en 1938, va labrando un capital que le permite girar periódicamente «cantidades importantes» a sus «idolatrados padres» y a sus 10 hermanos. Piñeiro entrega 35 años de su vida al trabajo con austeridad y sacrificio. Soltero, muy piadoso y afectado de «una exagerada previsión», adquiere tres edificios y dos solares en La Habana, y a finales de los años 20 regresa a Galicia. Ya está distanciado de su hermano Francisco «por la poco digna conducta que observó con nuestros bondadosos padres» y «su hábito de dilapidar lo suyo y lo de nuestra familia». Dispone que «ni en vida ni en la hora de la muerte se acerquen a mí ni mi hermano ni ningún miembro de su familia», pero con todo les deja en usufructo las propiedades de La Habana.

En algún momento de 1930, Manuel Piñeiro adquiere la parcela que cierra la calle Teresa Herrera en su encuentro con la plaza de Pontevedra. A Coruña está construyendo su espacio burgués, el Ensanche, y el solar donde va a levantar el patrimonio hoy en disputa ofrece una situación excepcional con el Instituto da Guarda y la Casa Salorio dando la réplica al otro lado de la plaza. Antes había comprado el formidable edificio de Paio Gómez 15 promovido por el maestro de obras Antonio Escariz y proyectado por Eduardo Rodríguez-Losada. El arquitecto solo tenía que adaptar el proyecto a la nueva parcela y componer una fachada que diese unidad al conjunto.

Los pobres y la guerra

Allí vivirá los últimos diez años de su vida, a partir de 1933, con su mujer, Dolores Fernández y González, con quien promoverá obras de caridad y beneficencia, además de donaciones importantes al ejército de Franco y a los combatientes y heridos de la Guerra Civil después del golpe de 1936. Cuando en 1938 muere su mujer, solo cinco años después de casarse, Manuel Piñeiro decide otorgar testamento y legar las viviendas y los bajos de la plaza de Pontevedra al hospital municipal, que daba asistencia a los pobres de la ciudad. Solo manda reservar 140.000 pesetas de la época para cuidados de su alma, misas y mantenimiento de su sepultura. El 5 de agosto de 1940 el indiano muere en su piso de Teresa Herrera 16. Tiene 62 años. Ochenta y uno después, el Ayuntamiento da un golpe de timón y reclama a los albaceas, tres religiosos, la Casa Escariz.