José Vicente Martínez Rico: «Mi Casita no sale por falta de suelo, pero no renunciamos al proyecto»

Elena Silveira
Elena Silveira A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

CESAR QUIAN

El presidente y cofundador de la Asociación Hogar Sor Eusebia es el ejemplo vivo de la histórica solidaridad coruñesa

23 oct 2022 . Actualizado a las 17:30 h.

José Vicente Martínez Rico (Miño, 1940) es una persona tan afable que no le importa interrumpir su trabajo al frente del grupo de empresas Maderó para hablar de uno de los proyectos que más emoción y satisfacción le suscitan: la Asociación Hogar Sor Eusebia. Él, junto con Carmen Rodríguez-Losada Trulock, fallecida en el año 2007, fundaron en 1985 esta entidad solidaria y sin ánimo de lucro que, según palabras de Martínez Rico, se hace cargo de aquellas personas «que están fuera de la vida, que ni sus propias familias quieren». Recuerda que esa inquietud que ya tenía de joven por ayudar a los demás se ha visto cumplida. Pero no completada...

_La idea de crear una entidad como Sor Eusebia no se fragua de la noche a la mañana. ¿Cómo surgió?

_Hace más de 30 años era representante comercial y, económicamente, mi familia y yo vivíamos de una forma desahogada. Entonces residíamos en la calle Betanzos, junto a la plaza de Lugo, y cuando llegaba a casa casi siempre me encontraba con gente durmiendo en el portal. Algo que, desgraciadamente, a día de hoy sigue siendo habitual en toda la ciudad. En un momento dado me planteé qué podría hacer yo por esa gente, así que quise informarme y fui a hablar con el presidente de la Obra de Nuestra Señora. Después de dos o tres horas de charla, salí más confundido, la verdad.

_¿Por qué motivo?

_Porque mi idea era la de buscar una casita a la que pudiera llevar a la gente que lo necesitara. Ello implicaría contratar a una señora que hiciera de comer y, así, pudieran comer por lo menos un caldito caliente todos los días. Hacer eso yo solo parecía misión imposible, porque también trabajaba mucho. Sin embargo, el presidente de la Obra de Nuestra Señora me llamó al poco tiempo para contarme que una mujer tenía la misma inquietud que yo.

_Ella era Carmen Rodríguez-Losada Trulock.

_Efectivamente. Ella me convenció para que nos asociásemos en ese proyecto, buscásemos apoyos y un equipo de colaboradores. Enseguida alquilamos una casita que había al lado de la torre de Hércules y que arreglamos por dentro. Por la noche, ella y yo invitábamos a los necesitados a tener cobijo y comida. 

_¿Cómo los convencían? Muchos rechazan este tipo de ayuda. Prefieren seguir en la calle.

_Sí, es verdad. No todos quieren ir a una institución y someterse a unas reglas de convivencia. Pero la gran mayoría sí. Así que, por desgracia, no fue difícil llevar a gente. Llegaban muchos delincuentes, ya que la cárcel estaba cerca, y se formaban unos altercados que no veas. A Sor Eusebia llegaba y llega gente a la que nadie quiere, ni sus propios familiares. Son personas que están fuera de la vida, pero precisamente es a los más miserables a los que más hay que ayudar.

_Ustedes no eran médicos, psicólogos, asistentes sociales... ¿cómo se trata a personas que no tienen nada?

_Con mucho cariño y de forma que les reporte satisfacción. Uno de los lemas de Sor Eusebia es Ayúdate ayudando. He estado con mucha gente de la calle y no suelen confiar en nadie. Pero para ellos, al mismo tiempo, les supone una satisfacción que alguien se preocupe por su bienestar. Los vemos en las calles porque ser espectadores de la ciudad escapan de su realidad. Y, por eso, precisamente, quería que la casa estuviera en A Coruña.

_¿Ese sentimiento de servicio a los demás lo sigue teniendo tan vivo como el primer día?

_Sí, claro. Pero en cierto modo, después de tantos años, me siento algo defraudado porque es como luchar contra los elementos. Y, además, el plan que yo quería realizar sigue incompleto.

_¿Qué es lo que falta?

_El proyecto Mi Casita. Ofrece algo nuevo y pionero, como es la posibilidad de crear habitáculos independientes en los que ofrecer alojamiento personal a los sintecho, sin que tengan que compartir espacio con sus iguales.

_¿Cuál es el problema? ¿La falta de financiación?

_No, de hecho, el proyecto podríamos autofinanciarlo. El problema es la falta de suelo disponible. Harían falta unos 1.500 o 2.000 metros cuadrados y, aunque tuvimos el apoyo de la Escuela de Arquitectura de la UDC, no es posible ejecutarlo por esa falta de terreno. Con el covid todo quedó en suspenso, pero volveremos a replantear el proyecto al Ayuntamiento de A Coruña. Así que no renunciamos a ponerlo en marcha.

_Es usted una locomotora. Con su edad y sigue trabajando como un chaval.

_[Se ríe]. Sí, sigo en activo en la empresa. Y ahora, en el Hogar, hay un equipazo con Maica al frente como directora. Y como confío en ellos, ya no voy tanto como quisiera. Siempre he estado acostumbrado a trabajar, desde pequeño. De hecho, cuando llegaba de la escuela de Miño a casa, mi madre me decía: «Pepiño, colle a basoira e ponte a barrer». Pero bueno, tampoco quiero que vuelvan aquellos tiempos. Pero es verdad que trabajar me da vitalidad, es una forma de no atrofiarme [comenta con humor].

_Pero no trabajará al mismo ritmo que antes...

_No, claro. Pero no puedo dejar de hacerlo. Ahora que estamos viviendo en Miño de nuevo, mis amigos jubilados me critican porque no voy con ellos a tomar los vinos. Pero yo me veo muy bien físicamente y me ilusiona venir a trabajar y marcarme metas. 

_¿Qué necesita el Hogar Sor Eusebia?

_Uff... [suspira]. Si abro el abanico pasaría de los 180 grados... Prefiero no improvisar porque son muchísimas cosas, entre ellas sacar adelante el proyecto Mi Casita. A Coruña sería puntera teniendo una iniciativa como esta.

_¿A Coruña es una ciudad solidaria?

_Muchísimo. Muchísimo. [Para de hablar porque se emociona]. Sí, me emociono totalmente [confiesa]. La verdad es que somos un ejemplo en este aspecto. Los coruñeses siempre responden muy bien y se podrían hacer tantas cosas.... pero entiendo que la política es complicada. Yo me conformo con que me permitan hacer lo que me sale del alma, sin intención de inmiscuirme en lo que es competencia del Estado o de la Xunta. Pero sí quiero que me permitan desarrollar lo que me parece justo.

_Por cierto, mucha gente desconoce por qué la entidad lleva el nombre de Sor Eusebia.

_Bueno, yo visitaba mucho con mi familia la casa de don Heliodoro de Vicente (otro de los cofundadores de la asociación). Él era un inventor jubilado que hizo gasolina del tojo. Era un hombre tan ameno que casi todos los domingos íbamos a visitarlos. Siempre nos hablaban de Sor Eusebia y de la labor que hacía. Y como también ayudó a mi familia, le cogí devoción. Así que cuando Carmen Rodríguez-Losada y yo estuvimos pensando un nombre para esa casita destinada a la gente que dormía en la calle fue la propuesta ganadora. Carmen quería un nombre gallego, pero yo le dije que debía ser Sor Eusebia. Y ella decía que con tal de poder trabajar juntos en el proyecto, aceptaba cualquier cosa y dio su visto bueno [recuerda con cariño]. Carmen, que en su día había sido religiosa, fue un torbellino básico y fundamental para que el Hogar de Sor Eusebia saliese adelante. Fue básica desde el inicio.