Gosia Trebacz, con covid persistente desde hace 20 meses: «La única forma de llevarlo es pensar en que estás viva»

R. Domínguez A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

La artista coruñesa de origen polaco Gosia Trebacz se contagió de coronavirus el 8 de marzo del 2020 y continúa sufriendo covid persistente
La artista coruñesa de origen polaco Gosia Trebacz se contagió de coronavirus el 8 de marzo del 2020 y continúa sufriendo covid persistente EDUARDO PEREZ

«No volveré a ser la misma, pero quiero vivir dignamente y no ser un desecho lleno de dolores», dice la artista coruñesa, que se agarra a ser positiva «por supervivencia»

15 nov 2021 . Actualizado a las 14:23 h.

 Hace 20 meses que Gosia Trebacz, artista de A Coruña de origen polaco, no es la de siempre. Después de tanto tiempo, ya no piensa en «volver a ser la misma», como ella dice, sino en «ser otra persona, pero al menos vivir dignamente, no ser un desecho lleno de dolores». Porque ella, que «nunca, nunca antes había estado enferma», recalca, los padece constantemente. De articulaciones, musculares, de cabeza… Sufre de visión borrosa, de acúfenos, ha perdido un montón de kilos, cada vez tiene menos pelo y por primera vez en su vida tiene problemas para concentrarse en lo que antes eran simplezas para una mujer multitarea. Esas son solo algunas de las herencias que le ha dejado el covid-19.  

El virus la llevó al Chuac el 8 de marzo del 2020, solo cuatro días después de que se confirmase el primer caso en Galicia. Durante un año estuvo con opiáceos y soportando también la incomprensión de muchos ante una enfermedad que ahora, al fin, está reconocida por la OMS: el covid persistente. «Al principio me trataban como una loca», lamenta. Lo lee todo sobre el tema y sigue conservando la confianza en que «la investigación acabe encontrando al menos de dónde viene, si es por la inflamación, si es neurológico o es una cuestión inmunológica», señala sobre las aspiraciones para salir de un largo túnel en el que, confiesa, muchas veces se ha visto atrapada y sin salida.   

Tiene 50 años y la pandemia la ha dejado «con un cuerpo de 90», el mismo que dejó también de responder a los analgésicos. «Hace seis meses le grité a mi médico porque me quería morir, quería acabar con todo», cuenta de la desesperación enraizada en quien cada día se levanta sufriendo. El último «brote», como ella llama los ataques agudos, lo pasó en agosto y aún arrastra «la sensación constante de agotamiento y de faltarme el aire» y, entre otras heridas, una lesión en el brazo derecho que le impide coger un simple vaso de agua. «Tengo roturas de fibras a la mínima, con un saludo un poco efusivo, ya está, un desgarro», explica. Aún así y con todo, «sigo pelando y tirando para adelante», subraya Gosia. Ejercita la esperanza por pura supervivencia. «Mi positividad es para poder llevarlo, porque desde luego si empiezas a analizarlo te desesperas y es que no sales de la cama. Ya comprobé que cuando estaba negativa y estaba pensando en lo peor pues me encontraba cada vez más mal, así que la única forma de sobrellevarlo es pensar en positivo; es decir, pensar que estás viva y pensar en cosas buenas que tenemos, que son pocas o muchas… pero hay que pensar en eso».

e carácter imparable y siempre enredada en mil proyectos, ahora a Gosia Trebacz no le ha quedado más remedio que meter otra marcha. «Por la mañana hablo, pero muchas veces por la tarde ya no puedo ni articular palabra y cualquier tarea doméstica me obliga después a descansar un par de horas», cuenta de un día a día en el que, tras más de año y medio, ha vuelto a coger los pinceles. «Pinto, pero con un tiempo infinito, no me pongo fechas. No como antes, ahora según me deja el brazo»,  explica. 

Ella es de los enfermas que fue remitida a la unidad poscovid del Chuac e incluso pasó por rehabilitación, pero «ya me dijeron que la fisioterapia no me funcionaba». Así que procura controlar los males como puede y a fuerza de voluntad y espíritu centrar su atención fuera de su propio dolor. Ha creado toda una comunidad en torno a quienes no han dejado atrás el virus. «No pueden llamarse unidades poscovid, porque nosotros seguimos pasándolo», insiste. 

«Necesitamos urgentemente nutricionistas, rehabilitadores físicos y neurocognitivos, cardiólogos, neumólogos… y al médico de familia, que es la figura principal que capta al paciente y lo acompaña  en una enfermedad crónica en edades en las que no debería darse», reflexiona sobre las prioridades para un colectivo que no deja de crecer. «Somos muchos y cada vez seremos más _avisa_; por un lado es una desgracia, pero por otro a lo mejor así investigarán más».

Así, entre la esperanza y la voluntad de «no meter el dedo en la llaga continuamente y no encerrarme en mi dolor», intenta seguir adelante. Ella, que asegura verse «como los ancianitos de cristal» también sabe que «de espíritu me he fortalecido, hablando con la gente, intentando ayudar me ayudo a mí. A veces decaes, pero…»