Esta es la huella de los filántropos que pervive en A Coruña

Elena Silveira
Elena Silveira A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Decenas de hombres y mujeres dejaron desde hace siglos su impronta solidaria en la ciudad. Los coruñeses siguen disfrutando de muchas de estas donaciones y legados

15 nov 2021 . Actualizado a las 14:22 h.

¿Qué sería de A Coruña sin sus grandes filántropos? La historia de la ciudad está salpicada de numerosas personalidades que, en su afán por mejorar la situación de los más desfavorecidos o simplemente beneficiar a los ciudadanos en general, realizaron donaciones que a día de hoy todavía se recuerdan o incluso perduran físicamente. Una de esas donaciones es el edificio de la plaza de Pontevedra propiedad de Manuel Piñeiro Pose que, en la actualidad, el Ayuntamiento de A Coruña trata de recuperar como patrimonio municipal. En su testamento, Piñeiro Pose hacía constar que sus beneficios debían revertir en el hospital municipal del siglo pasado. En realidad se trata del Hospital de Caridad que se fundó con el legado de Teresa Herrera y que desapareció en la pasada década de los años 60. Desde la muerte de Piñeiro Pose, su millonario patrimonio lo gestiona una fundación creada por sus albaceas.De Teresa Herrera a Eusebio da Guarda, al contemporáneo Amancio Ortega, estos son algunos de los benefactores que hicieron más próspera y justa la vida de los coruñeses.

SOLIDARIa y sin recursos

Teresa Margarita Herrera y Pedrosa (A Coruña, 1712-A Coruña, 1791) provenía de una familia humilde y la conocían, según consta en la web O diñeiro das mulleres, como Teresa dos demos, ya que, según las habladurías, recorría de rodillas la distancia que había entre su casa, en la parte alta de la calle de Cordonería y la iglesia de San Nicolás, a donde iba a rezar. El sustento lo lograba de las limosnas que obtenía de otros fieles y de sus escasos recursos, convirtiendo su hogar en un pequeño hospital. En 1789, Teresa Herrera donó sus bienes a la congregación de la Virgen de los Dolores para que hiciese realidad su sueño. Dos años más tarde, el 14 de junio de 1791, se colocaba la primera piedra del Hospital de Caridad, en la actual calle del Hospital. Su función era dar asilo a los niños no deseados, y legó todos sus bienes a esta causa. Hasta entonces (finales del siglo XVIII), la única institución con hospicio era el Hospital Real de Santiago a donde iban expósitos de toda Galicia. Empezó a dar asistencia en 1797, con tres médicos, siete enfermeros y un capellán. Disponía de unas instalaciones anexas para acoger a los niños expósitos, además de un departamento de maternidad llamado cuarto de partos secretos. Este hospital, y más concretamente su casa de expósitos, colaboró de manera crucial con la famosa Expedición Balmis, que en 1803 contribuyó con 18 de los 22 niños huérfanos que llevaron a América la vacuna de la viruela. El edificio fue derribado en 1960 y hoy sus terrenos los ocupa el Instituto de Secundaria Ramón Menéndez Pidal, más conocido como Instituto de Zalaeta. Parte de los antiguos muros del hospital acabaron en la casa de Cornide, cuando ya era propiedad de la familia Franco. El testamento de Manuel Piñeiro Pose hace referencia a un hospital municipal en su testamento. Se trata de este centro ya desaparecido. 

TODO POR LA ILUSTRACIÓN

Pedro Antonio Sánchez Vaamonde (Curtis, 1749-Santiago, 1806). Aunque no fue coruñés, la situación económica de este eclesiástico le permitió llevar a cabo una intensa actividad mecenística. En la ciudad de A Coruña también dejó varios ejemplos de esa filantropía y, la más notable, fue la creación de la biblioteca pública, que confió a los cuidados del Real Consulado del Mar. Dotó a esta biblioteca con abundantes fondos bibliográficos y buena parte de su herencia. Su objetivo, según cuentan las crónicas de la época, era «adelantar y perfeccionar la Ilustración en el reino de Galicia». En 1803 dio el paso definitivo al informar a Marcial Francisco del Adalid, prior del Real Consulado de Comercio, que lo acogió de buen grado. En 1806 ya estaba en marcha, aunque con el tiempo tuvo que enfrentarse a varias vicisitudes, entre ellas el regreso de la Inquisición y la prohibición de varios libros, o las disputas de sus herederos por el control de la biblioteca.

LIBERAL, ADINERADA E IMPLICADA

Juana de Vega (A Coruña, 1805-1872) Su padre era de Mondoñedo y su madre de Monforte de Lemos. Él había hecho fortuna en Cuba como empresario e inculcó en su hija el activismo político, mientras que de su madre heredó su disposición a ayudar a los más desfavorecidos. Juana de Vega recibió una completa formación en letras y en humanidades. Tal y como se relata en la documentación recopilada por la Fundación Juana de Vega, la coruñesa vio por primera vez a su futuro marido, el navarro Francisco Espoz y Mina, en el año 1820. Desde el balcón de su casa en la Calle Real lo vio entrar a caballo acompañado por su séquito, para tomar posesión como capitán general de Galicia. «El general, de modesto origen campesino, había iniciado su carrera militar luchando como guerrillero contra la ocupación de España por el ejército de Napoleón. Sus acciones de armas le convirtieron en un héroe nacional», relata.

Juana de Vega y Espoz y Mina se casaron el 25 de diciembre de 1821. Dos años después se exilió a Inglaterra con la llegada del rey absolutista Fernando VII. Ambos estuvieron fuera de España diez años. Él falleció el 24 de diciembre de 1836 en Barcelona, donde era capitán general de Cataluña. El Gobierno concede a su viuda el título de Condesa de Espoz y Mina y, tras la muerte de su padre, hereda un cuantioso patrimonio. Ella regresa a su casa en A Coruña en abril del año 1837, que se convierte en punto de reunión de la sociedad liberal. En uno de sus salones tenía el cuerpo de su marido embalsamado. A finales de 1840, Juana de Vega aceptó el cargo de aya de la reina niña Isabel II y de su hermana, su alteza la Infanta Luisa Fernanda, y Camarera mayor de Palacio, hasta 1843, coincidiendo con la regencia del general liberal Espartero. Después, volvió a A Coruña, donde la condesa de Espoz y Mina retoma una intensa labor de mecenazgo. Ella fue protectora del violinista navarro Pablo Sarasate; impulsó los Juegos Florales de 1861 de A Coruña, que constituyen un punto de partida del Rexurdimento, el movimiento de recuperación del idioma gallego para la actividad literaria; entre 1853 y 1854, cuando el cólera asolaba la ciudad, movilizó a decenas de mujeres a través de la Asociación de Señoras que encabezaba y se hizo cargo de la dirección y el mantenimiento del hospital provisional que fue preciso habilitar, así como de acoger bajo su tutela el nuevo hospicio. Amiga de Concepción Arenal, la más importante activista y pensadora social del siglo XIX español, coincidió con ella en reclamar públicamente peticiones de indulto para los condenados a muerte y en protestar por la supresión de las Conferencias de San Vicente de Paúl, que ayudaban a los pobres y que al final el gobierno revoca. Juana de Vega también había intercedido en 1862 para pedir el indulto de dos protestantes condenados a pena de cárcel por motivos religiosos. Dedicó siete años de su vida a lograr la aprobación del proyecto para la construcción del hospital psiquiátrico de Conxo, aunque no llegó a materializarse hasta después de su muerte. También impulsó y presidió la delegación local de la Cruz Roja.

Falleció sin descendencia, por lo que con sus bienes se constituyó la fundación que a día de hoy sigue llevando su nombre, con sede en la casa grande de A Carballeira, en San Pedro de Nós (Oleiros), donde pasaba los veranos. Allí era donde había planeado ubicar una escuela de agricultura. Los restos de Juana de Vega y el corazón de su marido, cuyo cuerpo fue trasladado para enterrarlo en el claustro de la catedral de Pamplona tras fallecer su esposa, descansan en el cementerio coruñés de San Amaro, junto con sus padres.

PISOS DE LUJO DONDE ANTES ESTABA EL ASILO

Adelaida Muro Barbeito (A Coruña, 1818-Madrid, 1892). Hija de una familia burguesa y con intereses inmobiliarios en la ciudad, Adelaida Muro Barbeito tuvo cuatro hermanos, de los que tan solo sobrevivieron ella y Juana. El padre, diputado en Cortes y de ideología liberal, fue multado por votar en 1823 a favor de la incapacidad del rey, por lo que también tuvo que exiliarse. Tal y como se recoge en los estudios de la Fundación Alexandre Bóveda, Adelaida se casó en la iglesia de San Nicolás en 1860 con el comerciante Juan de Arévalo y Gener. El matrimonio pasó gran parte de su vida residiendo en Madrid, especialmente en su última etapa, aunque nunca se desligaron de A Coruña. Ella fue dueña de un gran patrimonio, dado que poseía acciones del Banco de España, llegando a estar entre los cincuenta mayores propietarios en el momento de su muerte.

Tal y como Carlos M. Fernández y Jesús Ángel Sánchez escriben en el estudio La asistencia a la vejez y los asilos en Galicia, el Asilo Adelaida Muro de A Coruña, bautizado en honor de la más destacada entre las benefactoras damas coruñesas que se unieron para secundar la iniciativa de María Fuentes, viuda de Tojeiro. «Al primer núcleo de promotoras se unió la decisiva colaboración de otros ciudadanos, que posibilitaron la adquisición de unos terrenos ubicados en la zona de Monte Alto, en una península de la Torre hasta entonces despoblada, puesto que solo había acogido instalaciones militares como el cuartel de Artillería de San Amaro, un polvorín y algún depósito de agua». En su estudio, ambos autores confirman que en agosto de 1888 se colocó la primera piedra del edificio de estilo ecléctico, iniciándose en paralelo las obras de apertura de la calle que llevará también el nombre de Adelaida Muro, como reconocimiento a su donación de 2 millones de pesetas efectuada en su testamento de 1892. Gracias a este legado se amplió el primer proyecto realizado por Juan de Ciórraga (1836-1931), por entonces arquitecto municipal, quien además de figurar entre los promotores del asilo renunció a sus honorarios por el proyecto y dirección de las obras. En su distribución interior, el sótano se reservaba para almacenes, calderas y zonas de descanso y baño, incluyendo la cripta de la capilla en el centro. En la planta baja, el eje central era ocupado por el vestíbulo, con paso directo hacia la cruciforme capilla, mientras que los corredores laterales comunicaban con las zonas de recepción y visitas, así como las salas para ancianos y comedor que envolvían este núcleo; en cambio, las extensas alas de este nivel servían para alojar las enfermerías de hombres al este y mujeres al oeste. La planta primera se destinaba en su totalidad para habitaciones, ya fueran de tipo individual, dobles o colectivas, siempre con separación por sexos. La comunidad de Hermanitas se reservaba las plantas superiores del cuerpo central, donde estaban el comedor, oratorio y sus habitaciones.

«Inaugurado en 1903, cuando se trasladaron los ancianos de la casa que ocupaban provisionalmente en el Parrote, por aquellos primeros años del siglo XX comenzó la urbanización de la zona de Monte Alto con viviendas obreras, de manera que la calle de Adelaida Muro y sus paralelas se convirtieron en ejes para el progresivo avance de la edificación a lo largo de la península de la Torre. Con el tiempo, al asilo se le fueron añadiendo otras construcciones accesorias para garaje, lavandería, secadero, retretes, todas ellas repartidas en los amplios terrenos de parque y huerta que se extendían por su parte posterior, circundados por un alto muro de cerramiento. Sin embargo, ni los valores arquitectónicos de este asilo, ni otras circunstancias sociales y sobre todo históricas, que incluían la sepultura de los restos de sus principales benefactores en una cripta tras el altar de la capilla (Adelaida Muro, su marido Juan de Arévalo y su hermana Elvira), sirvieron para preservar de la desaparición este singular inmueble», explican los autores. El viejo asilo había sido incluido en el precatálogo municipal de edificios y conjuntos a conservar aprobado en 1980, y en el posterior plan general de 1985, con nivel de protección estructural. «Sin embargo, el plan de 1997 modificó su valoración para descatalogarlo y recalificar su solar, que pasó de dotación asistencial a suelo de uso residencial», donde se construyó una urbanización de lujo en el 2001.

EL GRAN PRÓCER DE LA CIUDAD

Eusebio da Guarda (A Coruña, 1827-A Coruña, 1897) Eusebio Lázaro da Guarda González fue un renombrado benefactor de A Coruña. Hijo de un zapatero portugués que prosperó como comerciante. A los 18 años ya tenía el título de piloto naval, pero deja la profesión para dedicarse a los negocios, entrando a trabajar como administrativo en la empresa del acaudalado cubano Juan Menéndez Fuertes. Tras escalar puestos, y a la muerte de su jefe, se casa en 1854 con su viuda, Modesta Goicouría Cabrera (once años mayor que Da Guarda), pasando a gestionar los negocios de su esposa mientras inicia los suyos propios. Ambos amasaron una de las mayores fortunas de la alta burguesía coruñesa de la época, destinando buena parte a la filantropía.

De hecho, él es el artífice del instituto de secundaria (1890) y la escuela (1900) que lleva su nombre en la plaza de Pontevedra. Según recoge en un artículo en La Voz el periodista e historiador Carlos Fernández, la construcción del instituto «le costó a Da Guarda un millón de pesetas». Hoy en día, el Instituto Eusebio da Guarda guarda auténticas reliquias del pasado y el edificio sigue desprendiendo la magnificiencia con la que se creó hace más de un siglo. Por sus aulas pasaron miles y miles de coruñeses. También artistas, científicos y genios de las letras, como Pablo Picasso, María Wonenburger, Roberto Nóvoa Santos o Gonzalo Torrente Ballester.

En su testamento, Eusebio da Guarda también destina una gran cantidad de dinero para construir en la plaza de Lugo un nuevo mercado de hierro forjado, mosaicos y mármol, al estilo de los que había en Madrid, París o Barcelona. El edificio se inauguró en 1910, pero fue derruido en 1958 para construir otro más grande, algo que volvió a ocurrir en el 2006. También costeó la construcción de la fuente del Deseo en la plaza de Azcárraga, y reedificó la antigua capilla de San Andrés, bendecida en 1890 y nombrada iglesia Castrense en 1938 y donde el matrimonio está enterrado.

Además, fue el promotor y creador del Balneario Municipal de Riazor y una parte de los beneficios de esta entidad se destinaban al sostenimiento del asilo para paliar la mendicidad. Sus herederos también donaron hace un par de años al Archivo Municipal una carta firmada por Pardo Bazán, en la que la escritora agradece al «insigne patricio» su generosidad y agradece la iniciativa de levantar el instituto en la plaza de Pontevedra. La carta, aunque no está fechada, podría ser del año 1884, ya que en 1883 todavía no se había comenzado a construir el edificio.

EL POLÍTICO Y MÉDICO ALTRUISTA

Ramón Pérez Costales (Oviedo, 1832-A Coruña, 1911). Estudió la carrera de Medicina en Santiago y, tras finalizarla en 1855, comenzó a ejercer la profesión en Talavera de la Reina. Opositó a una plaza de médico militar y su destino fue A Coruña. Sin embargo, su ideología no coincidía con la del ejército y se involucró en varios movimientos contra la reina Isabel II. Durante un tiempo tuvo que irse a Portugal y, tras la revolución de 1868 pudo regresar a A Coruña, más convencido de sus ideas republicanas-federalistas. Fue elegido diputado por A Coruña en 1872 y, en 1873, ministro de Fomento, proponiendo un Estatuto de Galicia. Pero la I República cayó con la restauración borbónica. Decidió, entonces, regresar a la ciudad coruñesa para ejercer la medicina privada. Al mismo tiempo, promovió la Real Academia Galega y fue cofundador de la asociación Folklore.

El médico de ideas republicanas fue todo un héroe popular. No solo por su compromiso político sino también como benefactor de los más necesitados y como mecenas. De hecho, entre otros, tuvo como protegido a un Pablo Picasso adolescente, que llegó a hacerle un retrato. Promovió la creación de la Cocina Económica, fundó con su pensión de exministro una escuela gratuita y un instituto de vacunación para la viruela, que era endémica en Galicia desde 1846. El historiador José Alfeirán, incide en que la sensibilidad republicana y liberal de Pérez Costales con las clases desfavorecidas tenía su demostración más clara cuando el médico recibía gratuitamente en su clínica a enfermos sin posibilidades económicas. «Lo cierto es que esa ideología estaba bastante extendida entre el sector sanitario de A Coruña. Y hay más ejemplos de esta conducta solidaria como es el caso de médico Rodríguez, el doctor Hervada...». Como curiosidad, Alfeirán recuerda que Pérez Costales había pedido una subvención al Ayuntamiento de A Coruña para, precisamente, poder seguir atendiendo a gente sin recursos en su clínica, situada muy cerca a donde estaba la casa de los Picasso durante su estadía en A Coruña.

Ramón Pérez Costales también fue un brillante orador y se relacionó con la élite cultural de la época. De hecho, Emilia Pardo Bazán se inspiró en su figura para crear el personaje del doctor Moragas de la novela La piedra angular. Esto dio lugar a otra anécdota en el 2014, cuando el Ayuntamiento cambió en la zona de Cuatro Caminos la calle doctor Moragas, el nombre de ficción, por el de Ramón Pérez Costales, el médico, filántropo, político republicano y federalista, escritor e incluso héroe popular que vivió en la ciudad.

EL CREADOR DE LAS ESCUELAS DEL CALDO

Camilo Rodríguez-Losada y Ozores. Las Escuelas Populares Gratuitas fueron fundadas en el año de 1887 a iniciativa de Camilo Rodríguez-Losada y Ozores, coronel de artillería, y sus estatutos fueron puestos bajo la advocación del Sagrado Corazón de Jesús. Por orden del Ministerio de Educación Nacional de 1 de junio de 1912, fue declarada institución benéfico docente de carácter particular, con el objetivo principal del cuidado de niños y niñas desde cuatro meses hasta tres años, velando por su desarrollo, salud y formación, dedicándose principalmente a todos aquellos menos favorecidos por la fortuna. Tal y como consta en la documentación pública de la Fundación de las Escuelas Populares Gratuitas, en sus inicios allá por 1887, las escuelas estaban destinadas a la formación de los niños y niñas de las familias con más escasez de medios. Según recordaba José Luis Piñeyro y Salvidegoitia, conde de Canillas, presidente de la Fundación, en una entrevista realizada en La Voz por el periodista Fernando Molezún, la institución se conocía como las Escuelas del Caldo. «Hubo épocas en que la Cocina Económica nos suministraba comida, hasta que construimos nuestra propia cocina. Y el caldo era algo barato, nutritivo y muy socorrido», indicaba Piñeyro. También el historiador José Alfeirán rememora que, en sus comienzos, se abrió una modesta aula con 5 alumnos, pero a los dos meses de su apertura ya tenían 62 matriculados. Se instalaron en un edificio de la calle Herrerías, que antes había sido cuartel de la Guardia Civil, propiedad de Ángela de Andrés García, viuda de Freire de Andrade, que lo prestó gratuitamente. En el año 1897 lo comprarían a sus herederos y hoy sigue siendo utilizado como escuela infantil

En 1891 se crearon unas escuelas nocturnas para obreros, por las que pasaron 6.750 personas. También indican que desde 1973, año de inicio de la escuela infantil, hasta la actualidad, han pasado por estas aulas 2.880 niños y niñas. Los años con más matriculaciones fueron entre 1915 y 1917, con 406 alumnos, y en torno a los 400 hasta el año 1923. En todo caso, en los años 60 del pasado siglo, las Escuelas Populares Gratuitas fueron disminuyendo paulatinamente su número de niños en las aulas, como consecuencia de la creciente dedicación del Estado a la enseñanza. Y el Patronato considera que lo más necesario para la población coruñesa era una guardería infantil, una labor que ejerce desde 1973 hasta la actualidad.

EL ÚLTIMO DUEÑO DEL PAZO DE MARIÑÁN

Gerardo Roberto Bermúdez de Castro y Suárez de Deza, señor de Láncara (A Coruña, 1848-Madrid, 1936). Descendiente de un linaje que se remonta al siglo XV, el último señor de Láncara vivió como un auténtico dandi, disfrutando de los lujos y caprichos que le proporcionaba su situación económica más que holgada. Pasó la mayor parte de su vida en Madrid, donde frecuentaba los ambientes de la aristocracia madrileña y donde era conocido como Gerardo Láncara, sustituyendo su apellido por el título nobiliario. Por este motivo, el pazo de Mariñán también se denominó pazo de Láncara durante varios años, nombre que aún le da el vecindario de edad más avanzada. Al morir en 1936 soltero y sin hijos, aunque tenía hermanos, legó el pazo a la Diputación de A Coruña para fines sociales. El pazo y sus jardines son conjunto histórico-artístico y monumental por Real Decreto del 5 de octubre de 1972. Entre 1972 y 1975 la Diputación coruñesa promovió las obras de reconstrucción y ampliación con una nueva ala residencial. En la actualidad tiene tres usos: actos institucionales, centro de cursos y museo del propio Pazo, reuniendo buena parte de la colección artística de la Diputación.

LA QUERENCIA DE DOS HERMANOS

Ricardo Labaca (A Coruña, 1842-1915) y Ángela Labaca (A Coruña, 1834-1929). Los dos hermanos coruñeses se convirtieron en dos filántropos de la ciudad al fundar las Escuelas Labaca. En un primer momento, el centro escolar iba a construirse en Payo Gómez, cerca de la plaza de Pontevedra, pero tras una permuta de terrenos, finalmente se levantó en una zona de extrarradio, junto a la huerta de Garás, lo que actualmente es la calle Juan Flórez, dando servicio al barrio de pescadores de Santa Lucía, donde la población tenía escasos recursos económicos. El edificio fue diseñado por el arquitecto Leoncio Bescansa con un estilo neogótico y abierta en 1915. Fallecido su hermano, Ángela prosigue su labor filantrópica y en 1916 constituye la Fundación benéfico-docente de las Escuelas del Ave María, que en la actualidad lleva el nombre de Fundación Labaca. Ángela también fundó en 1926 el Sanatorio Labaca en el paraje de Montserrat, destinado a la maternidad de las mujeres coruñesas de clase humilde. Durante 20 años fue hospital municipal y en 1986 se destinó a Centro Oncológico Regional de Galicia. La intención de la Consellería de Sanidade es que los servicios que ahora se prestan en el edificio del antiguo Hospital Labaca, financiados en gran parte por la administración autonómica, pasen a integrarse en el futuro complejo hospitalario coruñés. El Novo Chuac incorporaría no solo las prestaciones de las áreas de Radioterapia y Medicina Nuclear, cuyo importante equipamiento tecnológico ya costea en prácticamente en su totalidad el Sergas, sino también a su personal. En la actualidad, una plantilla formada por 190 trabajadores de diferentes categorías profesionales del área sanitaria, pero también administrativa y de servicios.

Frente a este sanatorio, además, se fundó en 1929 la Capilla Labaca, también diseñada por Leoncio Bescansa. En la Agrupación Cultural Alexandre Bóveda recuerdan que, a día de hoy, ninguna calle de la ciudad rinde homenaje a esta mujer.

Militar, político y periodista

Juan Fernández Latorre (A Coruña, 1849-Madrid, 1912). Fernández Latorre ingresó a edad temprana en el Ejército, donde llegó a sargento de artillería. También inició muy tempranamente sus actividades periodisticas y uno de sus artículos le supuso un duro arresto, llegando a ser condenado a pena de muerte por otras actividades, aunque le fue conmutada por cadena perpetua. Huyó a Francia, de donde regresó con ocasión de la amnistía de 1870. Tras renunciar a su carrera militar, se centró en una faceta política en ascenso, llegando a ser varias veces diputado republicano en las Cortes de Madrid y llegando a ser gobernador civil de Madrid.

Juan Fernández Latorre, Antonio Prieto Puga y José Manuel Martínez Pérez, mediante escritura privada, fundaron La Voz de Galicia, saliendo el primer número el 4 de enero de 1882. En 1885, se disolvió la sociedad fundacional y Fernández Latorre se convirtió en propietario único del diario. En ese mismo año funda la Biblioteca Gallega con el objeto de difundir la obra de los autores de la tierra. A través del periódico, Fernández Latorre sostuvo enérgicas campañas en defensa de los intereses de Galicia. Así, compaginando su posición política y periodística, logró promover las carreteras de Cedeira a Ferrol y Santa María, la de Cuíña a As Pontes, la de Espiñaredo; las obras de los puertos de Cariño, Bares, O Barqueiro; el grupo escolar de Ortigueira. Y, en A Coruña, grandes mejoras, como el adoquinado de varias calles, la carretera de circunvalación, la reforma interior de la Torre de Hércules, y las reformas de los dos puentes, el de O Burgo y el del Pasaje.También fue decisiva su intervención para la llegada del tren a Galicia y para construir en 1910 el Hospital Marítimo de Oza, destinado inicialmente para atender a niños enfermos de tuberculosis. Durante años acogió las colonias de niños y niñas, muchos de ellos sin recursos para poder recibir asistencia médica. Actualmente este edificio y otros anexos acogen la Facultade de Ciencias da Saúde de la Universidade da Coruña, y el renovado Hospital de Oza. En el llamado pabellón Juan Fernández Latorre se conserva un quirófano de la época y una valiosa colección de instrumental y equipamiento médico de principios del siglo XX.

Doña Angelita

Ángela Blanco Pérez (Friol, Lugo 1888-A Coruña, 1975). Fue una benefactora coruñesa conocida popularmente como doña Ángela. Llegó a la ciudad coruñesa en 1918, pasando a prestar servicios en La Granja Agrícola, donde tenía su domicilio el nobiliario Soto, que había sido destinado allí como ingeniero. Cuando Soto enviudó, se casó en segundas nupcias con doña Ángela, que entregó su vida en favor de los más desfavorecidos. Ayudó económicamente a dos hermanas en precaria situación, ya que ambas vivían de los ingresos procedentes de un modesto colegio privado, situado en Os Castros, el cual venía atravesando graves problemas económicos. Ángela acabó por hacerse cargo de la administración de dicho colegio y lo convirtió en poco tiempo en una conocida y familiar institución benéfica: El Ángel de la Guarda. Tenía por finalidad atender a los niños y niñas del barrio, que acudían a esta institución no solamente a recibir enseñanza, sino también a la procura del sustento diario, «porque sus hogares se hallaban en su mayoría en la miseria debido a la constante falta de trabajo y también a la emigración», según se relata en la web O diñeiro das mulleres. Entre 1960 y 1970, Ángela Blanco concibió la idea de levantar una gran instalación educativa, de modo que el 2 de diciembre de 1969 se inauguró el nuevo Grupo Escolar Ángel de la Guarda, un gran centro educativo con capacidad para la enseñanza de 480 alumnos. Hoy continúa su actividad como escuela pública en el lugar de Monte das Moas.

De herencia, una finca en Ávila

Vicenta Paz y González. El testamento de esta mujer, firmado en el año 1904, deja al Ayuntamiento de A Coruña una finca de 347 hectáreas, la Alquería de Torralba, situada en la comarca de la Moraña, en la provincia de Ávila. Los beneficios que se obtengan de ella deben dedicarse a actividades solidarias de las que se benefician las parroquias de Iñás (Oleiros) y Almeiras (Culleredo). Aun cuando esta señora no deja, directamente, nada a la ciudad, sí encomienda a quien fuera el alcalde de la ciudad de A Coruña la presidencia de una fundación llamada Paz y González para atender a personas carentes de recursos económicos en otros ámbitos territoriales, así como financiar tres misas con ocho curas en recuerdo de los padres y hermanos de Vicenta. El ayuntamiento se hace cargo de esta fundación a partir de 1912. Tiene una especial intervención en su gestión en los años 50 del siglo XX, el entonces alcalde, Alfonso Molina Brandao.

La mayor parte de ese terreno se dedicó tradicionalmente al cultivo de cereales, aunque también incluye una parte de monte improductivo que fue utilizado durante una década como coto de caza. Por las tierras dejadas en herencia por Vicenta Paz y González cruza el río Zapardiel, que tiene su cauce seco durante buena parte del año. Su curso es cercano al poblado de la Alquería de Torralba, un conjunto de pequeñas edificaciones que también son propiedad de la fundación. Entre ellas destaca una casa que, según su antiguo inquilino, fue construida en el siglo XIII. El poblado se completa con una pequeña capilla, un establo, un molino, varios cobertizos y una torre medieval de ladrillo de la que no quedan más que ruinas.

Más de 100 años de actividad

Antonio Rubinos Ramos (A Coruña 1899-1983). El padre Rubinos nació en el seno de una familia profundamente cristiana (fueron 11 hermanos) y muy joven entró en la Compañía de Jesús. A los 15 años, ingresó en el Noviciado de la Compañía de Jesús en Carrión de los Condes (Palencia) . Allí hizo su Juniorado y su Magisterio. Después de dos años en Bélgica y ya sacerdote, volvió de Perfecto. Cursó Filosofía y Teología en Oña y Comillas. Más tarde fue destinado a Cuba y Santo Domingo donde fundó la Apostólica. Regresó a España y en el año 1946 llegó a A Coruña, donde vivió sus últimos 36 años. A su llegada a La Coruña se hizo cargo de la congregación de Caballeros de San Ignacio donde promovió diversas actividades y escribió varios libros religiosos.

La Real Institución Benéfico Social Padre Rubinos es una asociación sin ánimo de lucro que, en realidad, nació como Patronato de la Caridad el 19 de abril de 1918 con el fin concreto de «extinguir la mendicidad» en la ciudad coruñesa», aunque tiene sus antecedentes en una Institución creada por el Alcalde Manuel Casas Fernández en 1913, el Asilo Nocturno de Borrachos. El padre Rubinos asumió como objetivo vital atender esta institución y que, a día de hoy, es el complejo formado por El Refugio del Patronato de la Caridad, la guardería infantil y la residencia de ancianos que lleva el nombre del religioso. Consiguió hacer un nuevo edificio para el Refugio, donde se atendían a numerosos mendigos y vagabundos y se ayudaba y atendía a muchas familias. Colaboraron con él Las Hermanas de la Caridad, Religiosas de San Vicente de Paul, voluntarios desinteresados que forman el Patronato, así como doctores que prestan asistencia médica de forma altruista.

Como reconocimiento a los 100 años de actividad, el Estado le otorgó la Orden Civil de la Solidaridad Social. Además, en el 2018 recibió el título de Real Institución, un reconocimiento que otorga la Casa Real y que le dio el título de Institución Real. La sede actual del albergue pudo construirse en el 2014 gracias a una donación de la Fundación Amancio Ortega que proporcionó 25 millones de euros para que la labor de esta institución continúe en el tiempo. A la guardería, con 95 plazas para familias con escasos recursos, a la residencia de mayores, con 146 plazas a las que se suman las ofrecidas en el centro de día, se suma el albergue para personas sin hogar, que cuenta con 70 habitaciones y ofrece un servicio de comedor que atiende al día dos turnos de 164 plazas.

 Uno de los hombres más ricos del mundo

Amancio Ortega Gaona (Busdongo, León,1936). El padre de Amancio Ortega era ferroviario fue trasladado desde León a la villa guipuzcoana de Tolosa. Después, lo trasladaron a Galicia. Con 14 años, Ortega comenzó a trabajar en el sector comercial textil y, tras casarse con Rosalía Mera, en 1963 funda junto a ella la primera compañía, Confecciones GOA, S.A. (sus iniciales en sentido inverso), dedicada a la fabricación de albornoces. En 1975 se abre la primera tienda de Zara en la calle Juan Flórez de A Coruña y en 1985 se crea el grupo Inditex. Aunque en el 2001 abandona la presidencia del grupo, él sigue siendo el máximo accionista de Inditex. Por otro lado, a través de la sociedad Pontegadea aglutina todo su patrimonio basado en la inversión inmobiliaria e inversiones financieras. Su fortuna en el 2021 se calcula en más de 73.100 millones de euros.

Tras divorciarse de Rosalía Mera, con la que tuvo dos hijos, Sandra y Marcos, se casó en el 2001 con Flora Pérez Marcote, madre de su otra hija, Marta. Justo en ese año también se creó la Fundación Amancio Ortega, institución privada sin ánimo de lucro que promueve actividades en el campo de la educación y la asistencia social, fundamentalmente. Dentro de esta labor filantrópica, realizó una donación de 90 millones de euros a través de la fundación para construir siete residencias de ancianos en las principales ciudades de Galicia. También realizó o comprometió donaciones por importe de más de 600 millones de euros entre 2014-2023, entre las que está incluida la compra para la sanidad pública de equipos médicos de lucha contra el cáncer. En concreto, en el área de A Coruña,la Fundación Amancio Ortega ha invertido más de 60 millones de euros. Entre sus donaciones más visibles está la equipación quirúrgica para el Chuac, la construcción de la nueva sede de Padre Rubinos, varias guarderías y residencias para personas mayores, el parque Adolfo Suárez así como prestaciones económicas para Aspace y Aspronaga. Actualmente está en trámite el proyecto para construir en el alto de Eirís una residencia de mayores con capacidad para 150 usuarios y una inversión de 15 millones de euros.

Miles de bocas que alimentar

Cocina económica. El 1 de mayo de 1886 echa a andar la histórica Cocina Económica de A Coruña, establecida en una vieja tahona, convertida más tarde en fábrica de harinas, en el número 17 de la calle Sol, esquina a la del Socorro, unos terrenos propiedad de Enrique Núñez Zuloaga. Su creador fue Teodoro Baró, gobernador civil de la provincia. Junto a él, formando parte de la comisión fundacional, estaban el doctor Ramón Pérez Costales y el político Antonio Lens Viera. Según cuenta la propia institución, la Cocina Económica había nacido «en el seno del Circo de Artesanos, en el transcurso de una de sus juntas, y su inauguración oficial no se realizó hasta el 20 de junio de 1886, fecha en la que fueron servidas las primeras raciones alimenticias en los almacenes de aquella vieja tahona». La grave crisis económica de 1904 por falta de recursos amenazó la supervivencia de la Cocina Económica, colocando a la institución al borde del cierre definitivo. Únicamente la caridad de los coruñeses que incrementaron sus donativos, y la implicación de la prensa local apelando a las conciencias generales, permitió superar este momento crítico, según recuerdan desde la institución. En 1924 se estableció una nueva sede tras la compra de los antiguos almacenes Cabrera, en el número 10 de la calle Cordelería por 35.000 pesetas. El arquitecto municipal Pedro Mariño y Ortega diseñó la reforma, aunque no se inaugura hasta 1930. Con el paso de los años decenas de filántropos coruñeses atendieron las demandas de la cocina económica, entre ellos Fernando Suárez García que fue administrador de la entidad durante 70 años y presidente durante 3. En el año 2000, el Grupo Voz, a través de la Fundación Fernández Latorre, entregó a la Cocina Económica uno de sus Premios Voces del Año de A Coruña, el de la Solidaridad, por su trabajo diario con los más desfavorecidos de la sociedad coruñesa.

En lo que va de año, se han servido 30.000 desayunos, 70.000 comidas en el servicio de comedor y 70.000 bocadillos, 340.000 raciones para las familias, 27.000 servicios de duchas y lavandería (Servicio Integral de Aseo), 14.600 estancias en el centro de día (Punto Solidario) y 6.000 Atenciones presenciales con el trabajador social.

El hogar de los sintecho y los más desfavorecidos

Asociación Hogar Sor Eusebia. El presidente del grupo de empresas Maderó, José Vicente Martínez Rico, y Carmen Rodríguez-Losada Trulock (A Coruña 1923-2007), fundaron en agosto de 1985 la institución benéfica, cuyo principal objetivo es luchar contra la exclusión social y dar respuesta a las necesidades de las personas más desfavorecidas en A Coruña. Posteriormente se sumó a la causa solidaria Heliodoro de Vicente (cofundador). «Una pequeña casita alquilada al pie de la torre de Hércules, de planta baja, medio destartalada, y de tan solo 82 metros cuadrados, que poco a poco se fue reformando con la ayuda de muchas personas, fue tomando forma, para que, en la Nochebuena de 1986 abriese sus puertas la primera sede del Hogar de sor Eusebia», recuerdan desde la institución. Durante los primeros años, Cáritas y la Cocina Económica donaban esporádicamente alimentos para los residentes, con la ayuda ocasional de algún donativo de ciudadanos particulares, hasta que el número de socios fue creciendo y el hogar logró unos recursos mínimos que garantizaban su estabilidad. En 1989, el Ayuntamiento de A Coruña expropió los terrenos para el paseo marítimo y, a cambio, ofreció a la asociación 6.000 metros cuadrados en Mazaido-Bens. El arquitecto Jacobo Rodríguez-Losada Allende, sobrino de Carmen Rodríguez Losada, elaboró desinteresadamente el proyecto y la dirección de obra. Las nuevas instalaciones se inauguraron en 1996. La misión: «Acogimiento y asistencia a personas marginadas en situación de exclusión social, para mejorar su calidad de vida, especialmente de las personas sin hogar, trabajando con ellas e impulsando los cambios sociales necesarios encaminados a su reintegración social». Uno de los proyectos que actualmente intenta sacar adelante es el de Mi Casita, con módulos personales habitables. Carmen Rodríguez-Losada Trulock fue también la impulsora de Raiola, para niños abandonados; el Hogar de Santa Lucía, para mujeres sin recursos, y la Fundación Remanso, de la que era presidenta y que inauguró en 2006 una residencia en Los Rosales para la atención a la tercera edad.

Otras grandes contribuciones que siguen en la memoria

En la historia de la ciudad destacan algunas personalidades por la impronta que han dejado en ella y que perdura hasta nuestros días. Aunque pudiera cuestionarse sus objetivos filantrópicos, lo cierto es que contribuyeron al desarrollo de A Coruña, de Galicia e, incluso, de la ciencia y de la medicina.

El coleccionista de empresas

Pedro Barrié de la Maza, conde de Fenosa. (A Coruña, 1888 - 1971). Fue uno de los grandes financieros y filántropos de la historia de Galicia. Tras un periplo formativo por toda Europa, regresa a A Coruña en 1912 y comienza a trabajar en la firma comercial y bancaria de su padre. En 1915 se produjo su admisión como nuevo socio, lo que le permitió participar plenamente en la dirección, la administración y la gerencia de la casa bancaria junto a su padre y al primo de este, Ricardo Rodríguez Pastor, socio minoritario de la misma. En 1925, la sociedad regular colectiva Sobrinos de José Pastor se transforma en sociedad anónima con la denominación de Banco Pastor, adquiriendo Ricardo Rodríguez Pastor la condición de presidente y Pedro Barrié de la Maza, la de vicepresidente. Según se detalla en la web de la Real Academia de la Historia, tras el fallecimiento, en 1939, de Ricardo Rodríguez Pastor, Pedro Barrié se convirtió en el accionista mayoritario del banco y en su presidente vitalicio. En ese año, coincidiendo con el final de la Guerra Civil española y el inicio de un largo período de autarquía económica, comenzó el despegue del Banco Pastor. Él impulsó la creación de un tejido industrial en Galicia a través de diferentes sociedades. En 1943 con la creación de Fuerzas Eléctricas del Noroeste, S.A. (Fenosa), «la aportación más grande al proceso industrializador y el desarrollo eléctrico de Galicia y cumbre de su legado empresarial», señalan en la publicación. Recuerdan que las obras de ingeniería que Pedro Barrié impulsó a través de la eléctrica gallega marcaron hitos en la historia de la construcción hidráulica mundial. Y así, por decreto de 1 de octubre de 1955, el jefe del Estado le concedió el título de conde de Fenosa «por su inteligente laboriosidad y su constante iniciativa creadora de riqueza». La otra gran empresa que Pedro Barrié impulsó y presidió desde 1948 fue Astilleros y Talleres del Noroeste, S.A. (Astano), a la que convirtió en el astillero más moderno de España y referente mundial de la construcción naval. Otras dos grandes iniciativas del presidente del Banco Pastor en la década de 1960 fueron las empresas Aluminio de Galicia y Grafitos Eléctricos del Noroeste.

Pedro Barrié de la Maza creó en noviembre de 1966 la Fundación que lleva su nombre, dotándola con más de dos tercios de su fortuna y nombrándola, en disposición testamentaria, su heredera universal. Jaime Terceiro Lomba también explica en su publicación que en el afán de Barrié de contribuir a la educación, creó las Escuelas Técnicas Superiores de Arquitectura e Ingenieros Industriales. Designó a su esposa, Carmela Arias y Díaz de Rábago (con la que se casó poco después de constituir la Fundación), vicepresidenta de la misma, disponiendo que a su fallecimiento lo sustituyera en la presidencia.

«Su labor empresarial y de mecenazgo le valió un sinnúmero de distinciones y condecoraciones, tanto en vida como a título póstumo. Destacan las grandes cruces de Isabel la Católica, del Mérito Naval, de Beneficencia, del Mérito Civil, de la Orden de Malta y la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, entre otras condecoraciones. Es además Hijo Predilecto de la ciudad de A Coruña, académico de honor de la Real Academia de Bellas Artes Nuestra Señora del Rosario y doctor honoris causa por la Universidade de Santiago de Compostela». Aunque muchas de las empresas que creó se han fusionado o han desaparecido, la Fundación Pedro Barrié de la Maza sigue siendo una de las instituciones benéfico culturales más importantes de España. De hecho, tiene uno de los programas de becas para estudiantes de posgrado más prestigioso en el que destaca el compromiso de los seleccionados con el desarrollo económico de Galicia. No obstante, los movimientos por la memoria histórica cuestionan ahora los honores que le rindieron muchas localidades gallegas dada la estrecha relación personal y comercial que tuvo con Francisco Franco.

La expedición Balmis

Isabel Zendal y los niños del Hospital de la Caridad. Hoy en día, utilizar niños como cobayas para un proyecto científico acabaría en los tribunales. Sin embargo, en 1803 fue la única manera que se encontró para que la vacuna de la viruela pudiese llegar al continente americano. El médico inglés Edward Jenner creó la primera vacuna de la historia que evitó la muerte de miles de personas en Europa. Sin embargo, en las colonias, la viruela seguía diezmando la población. Por eso, el cirujano real Francisco Javier de Balmis y Berenguer solicitó ayuda al rey Carlos IV para usar una cadena humana de cuerpos vivo como portadores de la vacuna hasta América. Tuvo que recurrir a niños huérfanos: cinco de Madrid y otros 17 de un orfanato de A Coruña que regentaba Isabel Zendal Gómez. La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna partió de la corbeta María Pita el 30 de noviembre de 1803. Tras pasar por decenas de países, islas y continentes, el único retornado de la expedición original fue Balmis, en 1806. Este avance científico fue posible gracias a la heroicidad de los promotores y también de los niños.

Manuel Piñeiro Pose, la severidad de un emigrante precoz

El piadoso dueño de la Casa Escariz murió solo y legó su fortuna a los pobres

m. carneiro

Poco más se sabe del hombre que saltó a los periódicos esta semana que las tribulaciones que traza su testamento. La severidad forja a Manuel Piñeiro Pose (A Coruña, 1878-1940) desde muy temprano. Con 15 años emigra a Cuba, de donde no retornará hasta cumplidos los 50. Solo y «sin auxilio de nadie», según recapitula ante el notario en 1938, va labrando un capital que le permite girar periódicamente «cantidades importantes» a sus «idolatrados padres» y a sus 10 hermanos. Piñeiro entrega 35 años de su vida al trabajo con austeridad y sacrificio. Soltero, muy piadoso y afectado de «una exagerada previsión», adquiere tres edificios y dos solares en La Habana, y a finales de los años 20 regresa a Galicia. Ya está distanciado de su hermano Francisco «por la poco digna conducta que observó con nuestros bondadosos padres» y «su hábito de dilapidar lo suyo y lo de nuestra familia». Dispone que «ni en vida ni en la hora de la muerte se acerquen a mí ni mi hermano ni ningún miembro de su familia», pero con todo les deja en usufructo las propiedades de La Habana.

En algún momento de 1930, Manuel Piñeiro adquiere la parcela que cierra la calle Teresa Herrera en su encuentro con la plaza de Pontevedra. A Coruña está construyendo su espacio burgués, el Ensanche, y el solar donde va a levantar el patrimonio hoy en disputa ofrece una situación excepcional con el Instituto da Guarda y la Casa Salorio dando la réplica al otro lado de la plaza. Antes había comprado el formidable edificio de Paio Gómez 15 promovido por el maestro de obras Antonio Escariz y proyectado por Eduardo Rodríguez-Losada. El arquitecto solo tenía que adaptar el proyecto a la nueva parcela y componer una fachada que diese unidad al conjunto.

Los pobres y la guerra

Allí vivirá los últimos diez años de su vida, a partir de 1933, con su mujer, Dolores Fernández y González, con quien promoverá obras de caridad y beneficencia, además de donaciones importantes al ejército de Franco y a los combatientes y heridos de la Guerra Civil después del golpe de 1936. Cuando en 1938 muere su mujer, solo cinco años después de casarse, Manuel Piñeiro decide otorgar testamento y legar las viviendas y los bajos de la plaza de Pontevedra al hospital municipal, que daba asistencia a los pobres de la ciudad. Solo manda reservar 140.000 pesetas de la época para cuidados de su alma, misas y mantenimiento de su sepultura. El 5 de agosto de 1940 el indiano muere en su piso de Teresa Herrera 16. Tiene 62 años. Ochenta y uno después, el Ayuntamiento da un golpe de timón y reclama a los albaceas, tres religiosos, la Casa Escariz.