El sujetador puede agravar una dolencia de espalda previa

Lucía Cancela
Lucía Cancela A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

Fátima Fontenla, fisioterapeuta en una clínica de A Coruña
Fátima Fontenla, fisioterapeuta en una clínica de A Coruña CESAR QUIAN

Los fisioterapeutas señalan que también podría presionar el trapecio con el tirante

27 oct 2021 . Actualizado a las 17:22 h.

Fátima Fontenla es fisioterapeuta en una clínica de A Coruña, y además, vocal de la junta directiva del colegio de la profesión en Galicia. Durante el ejercicio de su trabajo, reconoce que recibe a pacientes con una talla de sujetador desajustada. No obstante, no considera que este sea el problema principal: «Usar mal el sujetador no es el causante número uno del dolor de espalda», aclara.

Fátima detalla que existe un perfil de mujeres con un pecho más grande que sí pueden referenciar un mayor dolor de espalda «por el peso que han de transportar día a día. Es un perfil que tiende a ir más encorvado y se queja del dolor. Prueba de ello son las intervenciones quirúrgicas para reducirlo». Pero con todo, se debe coger con pinzas: «El dolor mecánico de espalda es inespecífico. Es múltiple», cuenta.

Para la profesional existe una solución infalible a recomendar en la consulta: «Sabemos, por experiencia y porque lo dice la evidencia científica, que mantener una vida activa, romper el sedentarismo y hacer trabajo de fuerza semanal previene los dolores de espalda de origen músculo esquelético». Cuando a ella le dicen, «me duele la espalda», responde: «Camina más». Sin embargo, la fisioterapeuta abre la mano a casos específicos: «Si después de cambiar tus hábitos, notas que llevas una talla equivocada que te produce dolor de espalda.https://www.fpdgi.org/es/ escoge otro sujetador y acude a una buena corsetería». En este sentido, añade: «Es un factor que puede ayudar». Un valor añadido.

En cuanto a los tirantes demasiado apretados tiene una opinión similar: «Puede ser que si llevas mal ajustado el sujetador, generes compresión en el trapecio y aparezca el dolor». La molestia también puede no estar directamente asociada: «Otras veces, sumar cualquier peso a un dolor neural muy agudo, irritará más el tejido. De ahí, que molesten los tirantes, un bolso o una mochila». Turno para las jaquecas. «Si hay problemas cervicales derivados de un trapecio comprimido, podrían dar lugar a cefaleas cervicogénicas», explica, y puntualiza: «Ahora bien, no es común».

Llagas por el roce

Las dolencias asociadas a un uso incorrecto del sujetador son varias. Al menos, así lo referencian sus testimonios. Una de ellas es Rebeca Tubío, usuaria de los servicios de la corsetería Begoña Bermúdez desde hace seis años, «y desde ese momento, no he vuelto a tener llagas debajo del pecho». Su cuadro de molestias es común: «Tenía heridas. Pero lo tomaba como algo normal, al igual que se rozan los muslos». Rebeca es panadera en A Coruña y los turnos largos e intensos eran una pesadilla: «Me ponía papel de cocina para trabajar. Y al final era peor». Así que hasta encontrar su sujetador perfecto, pensó que no tendría solución: «He usado de todo», detalla. Sus llagas desaparecieron y la ropa le queda mejor.

Estefanía Ruibal, usuaria habitual de los servicios de la corsetería Begoña Bermúdez
Estefanía Ruibal, usuaria habitual de los servicios de la corsetería Begoña Bermúdez ANGEL MANSO

«Descubrí que no sabía ponerme un sujetador. Los que tenía los tiré a la basura»

Begoña Bermúdez, experta en corsetería, ya lo repitió en varias ocasiones: «Hablo del sujetador para lo que es, para darle salud a la mama. Si llevas la sujeción correcta en el sitio correcto, tu postura va a cambiar, y tu silueta con ello». Estefanía Ruibal es otra de sus muchas clientas con un antes y un después: «Con ella descubrí que yo no sabía ponerme un sujetador. No tenía ni idea».

Su historia comienza a partir de la recomendación de una amiga: «Me dijo que lo probase». Antaño, compraba los sujetadores guiándose por lo primero que le habían dicho, «cuando era una adolescente», cuenta y añade: «Te quedas con la idea de una talla en concreto, y no te mueves». Ahora, «solo los compro en la tienda de Begoña. No me hace falta ni saber el tipo. Los que tenía antes, los tiré a la basura». Precisamente, la profesional señalaba que «el mejor sujetador es el que se adapte a la estructura de cada mujer. Hasta los del mercadillo son buenos, si lo sabes adaptar», puntualizaba.

Estefanía confió en ella desde el primer momento: «Llegas a la tienda, y primero te da una charla. Después, te inclina, te levanta». Así, hasta encontrar el tallaje adecuado. «Cuando me puse la camiseta, ya vi en el espejo cómo se notaba. Cambia hasta la forma en la que te quedan las prendas de ropa». La usuaria tenía dolores de espalda. Los tirantes tendían a apretarle.

¿El aprendizaje principal?, «saber que todo el pecho debe ir dentro del sujetador. No puede sobrar nada por los laterales». Estefanía lo lleva con comodidad: «No tienes ganas de liberarte del sostén. No me aprieta. No me molestan los tirantes. Es, literalmente, igual que ponerse una camiseta y que te quede perfecta», detalla. Y, como ahora, Estefanía ha hecho de este arte una forma de vivir, camina por la calle o lee una revista a la vez que se fija en el resto: «Te das cuenta si la gente lo lleva de forma correcta o errónea».

No solo recurrió a los servicios de Begoña para cambiar el sujetador del día a día, «también me asesora en sujetadores deportivos y en los trajes de baño». La profesional es consciente de esta confianza: «Hasta que llegan hasta mí, nadie les ha explicado nada. No hay cultura. A muchos les interesa vender y no pararse media hora con cada cliente».

Su público es diverso y mundial: «Hay mujeres que están en Estados Unidos, Francia o Alemania». Nada más internacional que un sujetador. También es variopinto en edades. Precisamente, Estefanía hizo que su ahijada acudiese a la clínica cuando cumplió los 18 años. Además, se atreve a predicar con lo que experimentó: «Ya se lo he recomendado a varias de mis amigas. A ellas, al igual que a mí, no les explicaron cómo ponérselo».