Luís Mollá, piloto naval y escritor: «La ciudad tenía una posición estratégica para la especiería»

Melissa Orozco / C.A. A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

El escritor y marino, Luís Mollá.
El escritor y marino, Luís Mollá. Cedida

El autor narra la última expedición de Elcano que comenzó en A Coruña en su más reciente libro «La batalla de las especias»

25 oct 2021 . Actualizado a las 12:13 h.

A Coruña estuvo a punto de convertirse en el epicentro de la especiería en 1525. Después de que el famoso navegante Juan Sebastián Elcano demostrar que era posible darle la vuelta al planeta en barco con el explorador portugués Magallanes, fue encomendado para emprender otra ambiciosa expedición a las islas Molucas que comenzó en esta ciudad con siete navíos y acompañado de García Jofre de Loaísa. Elcano sabía que iba a morir, pasó por la iglesia de Santiago y dedicó sus rezos a San Francisco de Asís. El viaje acabó con su vida y también con la promesa gallega de un negocio lucrativo.

Esta historia revive en el nuevo libro La batalla de las especias del autor y Capitán de Navío de la Armada, Luís Mollá, oriundo de Tarifa. La obra fue publicada en la editorial Almuzara, donde también escribió las novelas como La flota de las especias , El señor de los mares y El Almirante.

—¿Por qué comenzó la expedición en A Coruña?

—Las expediciones salían de Sevilla normalmente. Allí se montó La Casa de la Contratación de Indias, donde se regulaba todo lo relacionado con América. Cuando llegó la primera nave de la expedición de Magallanes llena de clavos, se evidenció que era mejor arribar en A Coruña porque estaba más cerca del mar del Norte, donde se jugaban los valores de la época. Por eso, el emperador Carlos I ordenó la Casa de la Especiería en la ciudad para controlar el mercado de las especias. También, pensaron que pensaron que A Coruña estaba exenta de ciertos impuestos y ahorrarían dinero. La ciudad tenía una posición estratégica para la especiería, pero fue todo un fracaso económico porque ningún barco regreso.

—¿Qué explica el fracaso de la travesía?

—La gran lacra que se llevaba en esos años era la desconfianza, el recelo entre los españoles y portugueses y entre los nobles que mandaban en los barcos y Elcano, quien era apreciado por el rey porque le contaba cómo era el mundo. Cuando los barcos llegan al estrecho de Magallanes, a los capitanes de los barcos no les gusta cómo manda Loaísa porque no tiene idea del mar y Elcano se mete por una ruta equivocada. Los navegantes pensaban que tenían dos jefes, ambos se enferman y mueren. Luego uno de los barcos llega a las islas Molucas y allí se entabla una guerra sorda con los portugueses que sí tenían armas.

—Las islas Molucas era una mina de la especiería

—En ese entonces costaban un kilo de oro porque ayudaban a conservar los alimentos. Las islas Molucas tenían un terreno volcánico cubierto por nubes, esto hacía que las especias fueran de mejor calidad.

—¿Regresó alguno de sus tripulantes la ciudad?

—Es muy probable, una de las naves que se perdió haya llegado a Polinesia Francesa porque 200 años después, James Cook, un navegante inglés, encontró a nativos rubios y de ojos claros con conocimientos en cultivos y nociones de la Santísima Trinidad. También construían hórreos para guardar sus alimentos. Este barco que se perdió fue construido en la ciudad y estaba constituido por 50 hombres coruñeses. También podrían haber pasado por Nueva Zelanda, porque el país tiene un árbol exclusivo de la zona, el Metrosidero. En A Coruña hay uno cerca del cuartel de la policía local, se calcula que tiene 500 años. Los exploradores tenían la tradición de dar a sus descendientes semillas para que las plantaran en la tierra donde habían nacido.

—¿Qué reflexión dejó este viaje por el mundo?

—Hoy se pueden hacer estas rutas sin los peligros que arrastraron estos hombres. Ahora podemos hacerlas gracias a que ellos dieron su vida.